‘Mamá no enRedes’, Malena Alterio y las edades del hombre

Mamá no enRedes entronca con el debut, hace ya veinte años, de Daniela Féjerman e Inés Paris en A mi madre le gustan las mujeres, una lograda comedia romántica que giraba alrededor del conflicto materno filial que surgía entre unas hijas supuestamente modernas que descubrían su lado más puritano y conservador al enfrentarse a la vida sexual… de su madre. Si entonces la gran Rosa María Sardá era una reputada pianista que dinamitaba su entorno familiar al presentar a su joven novia, ahora es otra cómica de altura, Malena Alterio, quien se mete en la piel de una cirujana plástica, también de éxito, que, tras divorciarse, descubre las posibilidades eróticas de una app de citas llamada Tilinks.

Ya sabemos que en dos décadas el mundo ha dado muchas vueltas, pero, como entonces, la vida sexual de una madre sigue siendo, como poco, un espinoso asunto para sus hijos. Ya en solitario, Féjerman firma una comedia adaptada a los nuevos tiempos y a las omnipresentes tecnologías, pero en la que nuevamente se reivindica la libertad sexual de las mujeres maduras frente a la crisis de identidad que esa independencia provoca en sus hijos, esta vez un chico y una chica dispuestos a amargarle el dulce a su madre.

Malena Alterio es el centro de una comedia por momentos muy graciosa aunque irregular, en la que salen mejor parados los personajes femeninos que los masculinos, un desequilibrio que forma parte del propio enredo de la película, pero que de rebote lastra su interés. Alterio y Eva Ugarte, esta última en el papel de amiga y paciente con la típica crisis de la edad, se apropian así de los mejores momentos de Mamá no enRedes, ensanchando con personajes casi opuestos el arquetipo de la mujer madura entregada a sí misma y a sus fantasías sexuales. La película, que se ríe con gracia de los clichés de las segundas oportunidades, crece con sus actrices, incluida la joven Sofía Oria, o en cualquiera de los divertidos momentos en los que aparece la nueva familia del exmarido, cuya esposa responde a una divertida caricatura.

Con su sobrado talento, Alterio compone un personaje principal bastante inusual, una mujer de aspecto común pero atractiva, que ya no pierde el tiempo con inseguridades y que en su medido autocontrol, al menos el que exhibe con sus hijos, muestra los matices de un carácter complejo que aflora en su idilio con tres amantes, esas tres edades del hombre que no acaban de convencerle del todo ni a ella ni a todos los espectadores.