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La loca historia de la peor película del rock jamás rodada

El desastre de ‘Kiss contra el fantasma del parque’ perseguirá toda la vida a los rockeros neoyorquinos, que actúan la semana que viene en Madrid y Barcelona

Paul Stanley, Peter Criss, Ace Frehley y Gene Simmons, en Los Ángeles en 1978, el año en el que se estrenó 'Kiss contra el fantasma del parque'.Foto: MICHAEL OCHS ARCHIVES
Carlos Marcos

Lo mejor que se puede decir de Kiss contra el fantasma del parque es que resulta tan mala que no puedes dejar de verla. Su mayor logro es que ofrece un espectáculo tan disparatado que precisamente por eso hoy se sigue hablando de ella. Seguramente el diálogo más intencionado de la película sea el siguiente. Alguien ha perdido de vista a los cuatro componentes de Kiss. Un tipo dice, sagazmente: “Tal vez se hayan ido a bañar”. Otro contesta, totalmente en serio: “No, los rockeros no se bañan”. La publicación especializada en cine y televisión Coming Soon la denominó “la mejor peor película de la historia”, y Classic Rock la tildó como “la peor película de rock jamás hecha”. ¿Tan horrible es? Uno de sus protagonistas, Paul Stanley, guitarra y voz de Kiss, escribe en su libro de memorias Dar la cara. Una vida al descubierto: “Cuando dio comienzo el rodaje, no hacía falta ser ningún experto para darse cuenta de que estábamos hundidos en la mierda y de que no había manera posible de salir de ella”.

Era 1978 y Kiss estaba en la cima. Después de tres discos de buen rock and roll pero escasas ventas, el grupo estaba a punto de tirar la toalla. Entonces, su mánager, el conspicuo Bill Aucoin, propuso grabar un álbum en directo, fórmula de moda en aquella época. Alive! (1975) fue el cohete donde se subió el cuarteto. Destroyer (1976), Rock and Roll Over (1976) y Love Gun (1977) convirtieron a Kiss en estrellas del rock millonarias. Eran cuatro tipos grotescamente disfrazados practicando buen rock para mover el trasero. Para unos eran unos genios, para otros unos fantoches.

A finales de los setenta no existía espectáculo más demencial e irresistible que el suyo, con lanzafuegos, sangre, baterías volando, pirotecnia para hacer arder Nueva York y buenas canciones de rock duro. Y llegó la película. La disfuncionalidad en el corazón del grupo bullía en aquel momento. Se les atragantó el éxito. El grupo se partió en dos facciones que no se dirigían la palabra: por un lado Paul Stanley (guitarra y voz) y Gene Simmons (bajo y voz), hombres de negocios infatigables; en el bando de la fiesta y las drogas asoman sus cabezas Ace Frehley (guitarra) y Peter Criss (batería).

Un momento de una película. Cuando se rodó, los miembros del grupo no se dirigían la palabra.
Un momento de una película. Cuando se rodó, los miembros del grupo no se dirigían la palabra.

La cultura pop estaba dominada a finales de los setenta por un grupo de rock que vestía con plataformas, corpiños y maquillajes; y por una película que narraba una guerra civil galáctica y cuyos protagonistas eran dos robots y un guerrero peludo. ¿Conclusión? Una mezcla de Kiss con La guerra de las galaxias. Fue una idea de Bill Aucoin, el mánager, que pensaba a lo grande: si los Beatles tenían su ¡Qué noche la de aquel día!, nosotros no podíamos ser menos. Al fin y al cabo los dos grupos eran un cuarteto y componían música para la juventud. Kiss contra el fantasma del parque (1978) estaba cociéndose…

El argumento podría augurar una película de serie B divertida: un científico trastornado atrapa a personas en unas atracciones de un parque diseñado por él para convertirlas en androides. El hombre se enfurece porque quieren rescindirle el contrato y planea una venganza. ¿Qué pinta Kiss aquí? El grupo, que tiene programadas actuaciones en el parque, será el que desenmascare al perturbado. ¿Cómo? Paul, Gene, Ace y Chris tienen poderes gracias a unos talismanes. Dirigida por Gordon Hessler, un buen profesional de películas casi siempre televisivas, el nombre más importante del reparto (exceptuando los cuatro rockeros, claro) era el de Anthony Zerbe, un especialista en papeles de malvado y que interpreta al científico chiflado.

Gene Simmons (primer término), Paul Stanley y Ace Frehley (de espaldas) en un concierto de 1979.
Gene Simmons (primer término), Paul Stanley y Ace Frehley (de espaldas) en un concierto de 1979. NBC NewsWire (NBC Newswire/NBCUniversal via Ge)

Sorprende ver unos efectos especiales tan cutres en una película con unas figuras tan grandes. Hay momentos para la historia del disparate cinematográfico: en plena borrachera, Frehley abandona el rodaje y nadie se da cuenta de que el que le sustituye es un negro. Conclusión: en la trascendental pelea de la cámara de los horrores el guitarrista de Kiss es negro.

Los músicos debían aparecer a las seis de la mañana para someterse a una sesión de maquillaje de dos horas. Ninguno tenía paciencia. Además, exhibían una nula capacidad para la interpretación. Ni siquiera se leyeron el guion. Así lo describe Stanley: “Una persona fuera de cámara nos hacía de apuntador. Cuando la cámara se ponía a rodar, yo gritaba: ‘¡Frase!’, y el apuntador me soplaba algo como: ‘Jo, Ace, ya es hora de irse’. Y yo lo repetía. Fue horroroso… Nada que ver ni de lejos con el arte dramático”. El argumento es un dislate y el desarrollo aparece repleto de secuencias desconcertantes: ¿por qué Simmons hace callar a los policías con un gruñido?, ¿qué hacen Kiss interpretando Beth al lado de la chica, ¿han intentado homenajear a Sam Peckinpah con esas escenas de peleas a cámara lenta?, ¿por qué no han borrado los cables que elevan a los músicos en esa escena de levitación?… Y así todo…

Carlos Palencia es el director del Cutrecon, Festival Internacional de Cine Cutre de Madrid, cita donde se proyectó la película: “Es un desastre conceptual en toda regla, y es que no se entiende qué pensaban los productores ni a qué tipo de público va dirigida. ¿A niños? ¿A fans del grupo? No satisface ni a unos ni a otros. A los primeros les aburrirá por su evidente falta de ritmo. Y los segundos dudo mucho de que, en el debut cinematográfico de Kiss, esperasen ver a sus ídolos en una película semi infantil ambientada en un parque de atracciones”. Raúl Calvo, responsable del blog de cine El Cinéfago de la Laguna Negra, la define así: “Es una película torpe que, tomada en serio, resulta ridícula, pero vista desde una perspectiva de cine basura proporciona mucha diversión. El argumento de tebeo, los cutrefectos... Todo suma para hacerla disfrutable. El conjunto tiene el aire de un episodio psicodélico de Scooby-Doo, lo cual no resulta extraño si tenemos en cuenta que fue una producción Hanna-Barbera”.

Uno de los carteles de la película, que se tituló de dos formas: 'Kiss Meets the Phantom of the Park' y 'Kiss in Attack Of The Phantoms'. En el mercado latinoamericano se eligió 'Kiss contra el fantasma del parque'.
Uno de los carteles de la película, que se tituló de dos formas: 'Kiss Meets the Phantom of the Park' y 'Kiss in Attack Of The Phantoms'. En el mercado latinoamericano se eligió 'Kiss contra el fantasma del parque'.

Lo mejor de la cinta es ver las imágenes en directo del grupo interpretando cañonazos como Rock and roll All Nite, Shout It Out Loud o Almost Human. La película se estrenó en televisión y luego en algún cine. Fue un fracaso y el detonante del peor momento del grupo. “Cuando los discos y las camisetas del grupo se venden y las chicas quieren acostarse contigo no tiendes a ser demasiado analítico. Hubo problemas: eso es fácil decirlo después de décadas, pero no es sencillo de entender en aquel momento”, contó Simmons a Classic Rock en 2022.

El resultado de la película enfangó la carrera del grupo. Una vez más el mánager Bill Aucoin al rescate, decidió que editaran un disco en solitario cada uno de los miembros. Los publicaron el mismo día, en septiembre de 1978. Fue una jugara tan surrealista que no salió mal. Al menos tuvo entretenidos a los seguidores: ¿cuál era el mejor de los cuatro?

En los años siguiente Peter Criss y Ace Frehley abandonaron el grupo (volverían en los noventa y luego otra vez se irían) y se puede decir que Kiss no volvió a grabar un disco mejor que aquellos que fabricaron en los setenta. Pero la máquina no ha parado de rodar y de facturar dólares. Estos días actúan en España con su incendiario (literal) espectáculo de siempre: son parecidos efectos a los de aquella infame película, pero esta vez ejecutados sin chapuzas. Y las últimas palabras del filme seguramente también sirvan para despedir los conciertos: “¡We Love You. Rock and rooooool!”

Kiss actúan el 2 de julio en el festival Rock Fest de Barcelona y el 3 de julio en el WiZink Center de Madrid.


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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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