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Crítica | Black Phone
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Black Phone’: el hombre del saco se mide con sus miedos

Tras unos años en el universo Marvel, el director Scott Derrickson vuelve al terror adaptando un cuento de Joe Hill, hijo de Stephen King

Ethan Hawke, en 'Black Phone'
Elsa Fernández-Santos

Stephen King le ha regalado a Black Phone, la nueva película del director de El exorcismo de Emily Rose (2005), Scott Derrickson, un impagable reclamo publicitario: “Esta película es Cuenta conmigo en el infierno”. Sin desmerecer los logros de este filme tocado por la varita mágica de un oscuro y aterrador déjà vu adolescente, conviene matizar el entusiasmo de King. Black Phone es la adaptación de uno de los cuentos de su hijo Joe Hill incluido en el libro 20th Century Ghosts (2004). Un relato corto en el que confluye el género de fantasmas y el hombre del saco con una desesperada historia de supervivencia bajo tierra.

Es también una historia de orfandad y amistad, en este caso fraternal, en el que unos niños rotos se verán las caras con el mal. Con el ubicuo filtro de la nostalgia setentera y el de las películas caseras de súper 8, Derrickson, que ya jugó con esas texturas en su anterior filme, Sinister (2012), regresa al terror después de una década y de un accidentado paso por la factoría Marvel. Dirigió el primer Dr. Strange (2016) pero hace dos años se fue dando un portazo a la recién estrenada secuela, Doctor Strange en el multiverso de la locura.

Esta vuelta a los orígenes es también el retorno del director de Denver a su tierra natal y al año 1978 (él tiene 55 años) para mostrar cómo un asesino en serie de adolescentes (Ethan Hawke repite con Derrickson una década después de Sinister), oculto siempre bajo una máscara de sátiro-payaso, se ceba con un vecindario humilde. Una especie de minotauro comeniños pobres que se pasea con una furgoneta llena de globos negros. En su sádica broma asesina, recuerda a otro clásico de Stephen King, It. La ensalada referencial no se agota y aunque la sombra de Freddy Krueger es alargada, Black Phone, que a veces recuerda a Stranger Things pero pasada por el mal rollo de X, la última de Ti West, es a la vez adolescente y adulta, lúgubre y esperanzadora.

Derrickson escora su película hacia lo paranormal cuando el protagonista del filme, interpretado por un lánguido y triste Mason Thames, acaba encerrado en el sótano del asesino. Angustiosa, con mucho ritmo y algún buen susto, la película crece entre las cuatro paredes de este espacio infernal y blindado hasta desembocar en un original David contra Goliat en un suburbio de Colorado. Los dos hermanos —la niña Madeleine McGraw es otro acierto del reparto— son una suerte de Hansel y Gretel unidos por la pérdida de su madre, el alcoholismo del padre y los poderes mentales de la hermana. Con tal equipaje, Derrickson avanza en un bosque de niños desaparecidos y miedos asociados a una sociedad perturbada que esconde su basura bajo la alfombra. Ese sucio sótano insonorizado que nos aterra tanto.

BLACK PHONE

Dirección: Scott Derrickson.

Intérpretes: Ethan Hawke, Mason Thames, Madeleine McGraw, Jeremy Davies.

Género: terror. Estados Unidos, 2021.

Duración: 102 minutos. 

Estreno: 24 de junio.

 

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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