Alerta por la caída de público en los teatros: pandemia, guerra y buen tiempo, una tormenta perfecta
La gala de los Premios Max se celebra este lunes entre la preocupación del sector por la baja afluencia de espectadores en el último trimestre y la esperanza de que se trate de una situación coyuntural
Ver un patio de butacas semivacío durante una función teatral resulta desolador. Pero cuando esa estampa se repite como lo ha hecho en España en las últimas semanas es para echarse a temblar. No hay datos oficiales porque el sector no tiene un sistema de medición colectivo, pero los profesionales se han puesto en alerta. El productor Jesús Cimarro, presidente de la federación estatal de empresas de teatro y danza (Faeteda), calcula que esta temporada el público de las artes escénicas ha caído de manera global entre un 10% y un 20% respecto a la última antes de la pandemia. Y, claro, cuando llega el buen tiempo ese descenso se nota más porque se añade al que se produce de manera natural cuando llega el calor.
El sector llega con inquietud a la gran fiesta de los Premios Max, que se entregan esta noche en Mahón (Menorca) en una gala que será retransmitida en directo por televisión (La 2, a las 20.00). Lo que preocupa en realidad no es lo que está pasando porque se asume que esta temporada ha sido de transición tras dos años de duras restricciones, sino el futuro: ¿es una situación coyuntural o el comienzo de un nuevo periodo de penurias para las artes escénicas españolas? El fantasma de la crisis financiera de 2008 produce escalofríos en los mentideros: apenas acababan de recuperarse de aquello cuando estalló la covid.
No se trata solo de los efectos económicos de la pandemia. “Es que también nos enfrentamos a un cambio de hábitos. A la gente le está costando volver a salir de casa”, comenta Cimarro. Ese cambio tiene un reflejo claro en el descenso en la venta anticipada por el contexto de incertidumbre, lo que obliga a los productores a planificar casi a ciegas. El desarrollo de la temporada refleja bien lo sensibles que son las artes escénicas a cualquier acontecimiento. Empezó en otoño con optimismo por la vuelta al aforo completo, que permitió el regreso de los grandes musicales, pero en diciembre la ómicron forzó nuevas restricciones y cancelaciones de funciones. A pesar de todo, los teatros hicieron malabarismos para seguir abiertos y hacia finales de febrero volvió a darse un buen pico de asistencia. Hasta que Rusia atacó a Ucrania y la curva de público comenzó a descender: primero por la incertidumbre, después por la inflación y desde Semana Santa por el buen tiempo. Incluso se notó el momento en que las mascarillas dejaron de ser obligatorias en interiores. Un sinvivir.
Los profesionales consultados hablan de “montaña rusa”. Vaya como ejemplo el balance del teatro Arriaga de Bilbao: “La temporada ha sido irregular, bastante positiva entre agosto y diciembre de 2021 y con un claro descenso en el primer semestre de 2022, con excepciones en espectáculos puntuales. Esperamos que a partir de verano la gente se sacuda la apatía”.
Estrategias a largo plazo
La Asociación de Empresas de Teatro de Cataluña (Adetca) cuantifica la caída en Barcelona en un 6%. “Podría ser una bajada coyuntural por las consecuencias de la covid, más la situación económica y anímica actual. Pero los cambios en los hábitos de consumo obligan a una reflexión mayor —apunta su presidenta, Isabel Vidal—. Estamos trabajando en campañas para el corto plazo y en análisis más estratégicos para el medio-largo plazo”.
Juan I. Herrero, director del Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA) y presidente de la Red Española de Teatros de Titularidad Pública (Redescena), admite que el descenso de espectadores se ha convertido en una conversación recurrente en el sector en el último trimestre y estima que se ha perdido un tercio del público por la pandemia. En el último Consejo Estatal de las Artes Escénicas (reuniones periódicas del Ministerio de Cultura con representantes del sector) se empezó a hablar de estrategias para acelerar la vuelta a la normalidad. “Pero, ojo, hay que tener en cuenta que esa normalidad será distinta a la de antes de la pandemia. Estamos ante un cambio de paradigma y no podemos trabajar con los parámetros de antaño, basados sobre todo en la exhibición. Si queremos atraer al público del futuro tenemos que actuar también como mediadores, sobre todo los teatros públicos”, advierte Herrero.
Como director del festival Grec de Barcelona, que se celebrará del 29 de junio al 27 de julio, Francesc Casadesús está en una posición central para emitir un juicio sobre la crisis de público. “No soy para nada pesimista”, afirma, “me parece natural que después de todo lo que ha pasado la gente reaccione de una manera que nos puede parecer alarmante. Pero el hecho es que el Grec va muy bien de venta anticipada, sobre todo para los espectáculos al aire libre. Creo que debemos aprovechar para reflexionar sobre las formas que hemos usado tradicionalmente para atraer al teatro al gran público y pensar nuevas fórmulas especialmente para la gente joven. Pero no tenemos que flagelarnos. El 6% de descenso de espectadores es lógico: venimos de donde venimos. París, Bruselas, Ámsterdam, Estocolmo están igual”.
Según el director del Teatre Lliure de Barcelona, Juan Carlos Martel, “la situación es igual por toda Europa, y más grave en la Europa del Norte y del Este, donde la guerra, porque no nos olvidemos de que hay una guerra, ha significado en muchos países una redistribución de las ayudas al teatro al revisarse las prioridades”. Martel recalca que el Lliure, con tres salas, “está bien, salvando la situación”, llenando hasta tres cuartos de aforo en algún caso, en un contexto de alrededor de un 43,5% en los teatros barceloneses, que es similar a lo que está pasando, apunta, en el panorama internacional, con ocupaciones de la mitad de los aforos.
Buenas perspectivas
Martel se pregunta en todo caso si hay que entender el teatro, especialmente el teatro público, solo como una opción más de consumo de la gente, que obviamente “está escogiendo otras cosas”, más ahora con la llegada del buen tiempo, y priorizando el uso de su dinero para distintas actividades de ocio. “Es muy difícil competir con la playa y la paella, sobre todo tras dos años de cierres intermitentes y anulaciones. Y no hay que olvidar la caída del poder adquisitivo, con factores que afectan a la movilidad del público de fuera de Barcelona (muy importante para los teatros de la ciudad) como el aumento de los precios de los carburantes”, añade.
El director del Lliure cree que de cara al otoño y dependiendo de qué pase con la guerra de Ucrania y cómo afecte a los precios, las programaciones, “que se prevén muy buenas”, van a favorecer que se vuelva a una situación de normalidad. Considera que el Grec va a ser un buen termómetro entre tanto. Para Martel estamos ante una situación “coyuntural” de escudella barrejada, esto es, un plato en el que se han mezclado muchos ingredientes. La menor presencia de teatro internacional ha podido provocar también un retraimiento de cierto público, pero es que “el teatro internacional es muy caro de traer, y los medios ahora muy limitados, y con necesidades máximas”, recalca el director. Como Casadesús, Martel ve en la situación una oportunidad para repensar la relación con el público.
Carme Portaceli, directora del Teatro Nacional de Cataluña, es optimista: “La ocupación no ha sido mala, hemos estado en torno al 70%. Es cierto que el bajón de mayo ha sido tremendo, pero hay que confiar en que esto sea provisional”. No obstante, habla también de una nueva era. “Hay que estar vigilantes y trabajar para adaptarnos a este cambio de paradigma que ha traído la pandemia”.
El Teatro Español y los Teatros del Canal de Madrid calculan que su ocupación global de temporada ha rondado el 70%, lo que apunta a “un ascenso en la dirección de los niveles prepandémicos”, auguran desde Canal. Natalia Menéndez, directora del Español, subraya que “el comportamiento del público este año, con todos los vaivenes que ha habido, demuestra que el arte en directo sigue apeteciendo y eso hace pensar que la situación mejorará el curso que viene”.
Los musicales aguantan
Los que han notado especialmente el retraimiento de la venta anticipada son los grandes musicales, pues son producciones muy caras que trabajan siempre en el largo plazo. “Nosotros tenemos mucho público procedente del turismo y eso exige cierta planificación. Ahí encontramos también otra explicación al descenso de público esta primavera, aparte del calor, la guerra y la inflación: muchas entradas para estas fechas se venden en diciembre o enero, pero este año estábamos en plena ola de ómicron”, explica Marcos Cámara, director ejecutivo de SOM, productora de Billy Elliot y Grease, entre otros éxitos. Cámara define la temporada como “espasmódica, ni buena ni mala”, aunque ya contaban con ello en sus planes de negocio, pues calculan que no se volverá a las cifras prepandemia hasta el curso 2023-2024.
El balance de la productora Stage, responsable de El Rey León y Tina, es positivo: “La ocupación de El Rey León ha sido del 95%, muy similar a antes de la pandemia. Y el arranque de Tina, que se estrenó en octubre, fue espectacular. Entre los dos musicales hemos alcanzado casi los 700.000 espectadores a falta de varias semanas para finalizar la temporada de manera oficial”, señalan desde esta empresa.
Favoritos para los Max
Los Premios Max, que organiza la Fundación SGAE desde 1998, también se han tenido que ajustar por la pandemia. Como el curso pasado la entrega se tuvo que retrasar a octubre y el periodo de estreno de los espectáculos candidatos se extendió desde el 16 de diciembre de 2019 hasta el 31 de marzo de 2021, esta nueva edición queda reducida a media temporada: del 1 de abril al 15 de diciembre de 2021.
Es previsible que los premios estén muy repartidos, pues no hay espectáculos que acaparen muchas candidaturas. Con cinco nominaciones destaca Canto jo i la muntanya balla, adaptación teatral de la premiada novela de Irene Solà, dirigida por Guillem Albà y Joan Arqué, mientras que Una noche sin luna, escrita y protagonizada por Juan Diego Botto, con dirección de Sergio Peris-Mencheta, acumula cuatro. El dramaturgo José Luis Alonso de Santos recibirá el Premio de Honor.
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