La escritora Muriel Feiner rescata las huellas taurinas del madrileño Barrio de las Letras
La autora recoge en un libro las personas y los establecimientos que convirtieron el centro de la ciudad en la capital del toro
El madrileño Barrio de las Letras, ubicado en el centro de la ciudad, junto a la Puerta del Sol, fue durante el último tercio del siglo pasado el hervidero taurino de la capital de España. El famoso hotel Victoria, el llamado hotel de los toreros, donde Manolete tenía asignada la habitación 220, las taquillas de la plaza de Las Ventas, situadas en la calle Victoria, y numerosos establecimientos comerciales de todo tipo fueron parada y fonda para apoderados, toreros, ganaderos y aficionados.
“Este barrio fue el epicentro del toreo”, comenta Muriel Feiner, escritora y fotógrafa norteamericana, que ha recogido en un libro (Mi barrio de las letras, con un guiño a la tauromaquia y al flamenco, Temple) los recuerdos y las huellas taurinas de esta zona que, poco a poco, han ido desapareciendo por el empuje de las transformaciones urbanísticas y sociales.
Feiner destaca que el traslado de las taquillas de Las Ventas a la propia plaza en 1985 y el cierre del restaurante Viña P fueron la puntilla para la zona más castiza y torera del centro de Madrid, reconvertida ahora en una zona turística, plagada de apartamentos y franquicias.
“También se encontraban en el barrio las clásicas tertulias de antaño, como El Café de la Montaña, Fornos y El Imperial”, prosigue la autora, “y han desaparecido El Tropical, La Oficina, La Ostrería, La Trucha y La Campana, donde se reunían empresarios con apoderados toreros en busca de contratos, banderilleros y picadores ofreciendo o cobrando sus servicios y muchos aficionados”.
En el barrio trabajan todavía las sastrerías de toreros de Fermín y Justo Algaba, y allí estuvo el taller de Nati. Y permanece la Cervecería Alemana, encima de la cual tenía su estudio el reconocido pintor costumbrista Pepe Puente, del que mañana se inaugura una exposición de sus cuadros más emblemáticos en la Sala Bienvenida de la plaza de Las Ventas con motivo del 20 aniversario de su fallecimiento. Precisamente, uno de los cuadros de este artista —unos niños juegan al toro en un parque— ilustra el libro de Muriel Feiner.
La autora, que vive en el Barrio de las Letras desde hace 35 años, recorre la plaza de Santa Ana y las calles Núñez de Arce, Cruz y Victoria y se adentra, además, en las anécdotas taurinas de establecimientos no relacionados directamente con los toros, como una joyería, una tintorería, una farmacia o un estanco.
“Solo pretendía escribir un pequeño libro sobre las raíces taurinas de mi barrio”, comenta la autora, “pero llegó la pandemia y decidí acercarme al barrio de los Austrias y la Gran Vía, y citar otros establecimientos íntimamente ligados al mundo del toro, como Botín, Lhardy, Las Cuevas de Luis Candelas, fundadas por el matador Félix Colomo, Casa Ciriaco, Casa Salvador, Café Gijón, la Taberna de Antonio Sánchez, etc.”
Al final, el último libro de Muriel Feiner va más allá de la fiesta de los toros, y así lo refleja el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, autor del prólogo, en el que se destaca que por las páginas de Mi barrio de las letras discurren algunos de los edificios, palacios y monumentos más importantes de la capital, los antiguos corrales de comedia, las clásicas tertulias de café, las iglesias del centro y “toda una pléyade de matadores, subalternos, empresarios, apoderados, periodistas y taurinos en general”.
Muriel Feiner llegó a España en julio de 1965, asistió a una corrida de toros en Las Ventas y quedó fascinada; volvió un lustro después, fundó el Club Internacional Taurino ante la imposibilidad de ser admitida en ninguna peña, y se casó con el torero Pedro Giraldo. Ha combinado su actividad como traductora y fotógrafa con la investigación sobre la tauromaquia y, especialmente, sobre la presencia de la mujer, lo que le ha llevado a publicar varios libros: La mujer en el mundo del toro, Torero, los toros en el cine, Mujer y tauromaquia, desafío y logros y Toreros de plata, entre otros.
“Si he escrito este libro bajo un crisol taurino”, escribe Feiner en la introducción del texto, “es, simplemente, porque fue lo que me atrajo al barrio en mi primera visita a España, con 16 años”.
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