La historia de más de 2.000 toreras en un muy machista mundo de hombres
Muriel Feiner, escritora, periodista y fotógrafa neoyorkina, publica ‘Mujer y Tauromaquia’
Desde los albores de la tauromaquia, más de 2.000 mujeres han intentado triunfar, con muy escasa fortuna, delante de los toros; todas ellas han sido y son referentes de valor, entrega, sacrificio, afición y, por encima de todo, ejemplos de tesón frente a las muchas trabas de una sociedad secularmente machista que les ha cercenado constantemente la posibilidad de competir en igualdad de condiciones con sus compañeros varones.
Esta es una conclusión de Muriel Feiner, neoyorkina de nacimiento, periodista, escritora, traductora, fotógrafa y apasionada aficionada a los toros, que acaba de publicar Mujer y Tauromaquia, Desafíos y Logros, un documentado y concienzudo libro testimonio/enciclopedia/diccionario sobre la tauromaquia en femenino, la lucha de la mujer en un cerrado mundo de hombres.
Feiner viajó por primera vez a España con 16 años, asistió a una corrida en Las Ventas y quedó fascinada. Volvió un lustro después, quiso ser miembro de una peña taurina y el propio empresario de la plaza madrileña, Livinio Stuyk, le adelantó lo que ella descubriría por sí misma: en el inicio de la década de los años setenta ninguna asociación de aficionados admitía mujeres en su seno. Aún hoy, asegura que sufre la mirada inquisitorial de algún delegado de la autoridad cuando pretende acceder, con su acreditación correspondiente, a algún callejón de una plaza de toros.
“Por eso digo que este libro me ha salido del alma”, afirma Muriel Feiner, una entrañable mujer pegada a una sonrisa y a una cámara de fotos, con su inconfundible acento americano, pero con el veneno del toreo metido en el cuerpo. Tan intoxicada quedó que se instaló en España, contrajo matrimonio con el torero Pedro Giraldo, y el toro es el centro de su vida.
“El toreo es unisex; el valor nunca ha sido patrimonio exclusivo de los hombres”
Ha combinado su actividad como traductora y la elaboración de reportajes turísticos para publicaciones americanas e inglesas con la edición de varios ensayos taurinos sobre el toro, el torero y su entorno; la plaza, el ruedo y los tendidos, los toreros de plata, el cine taurino, y tres libros sobre las mujeres toreras: La mujer en el mundo del toro (1995); Women and the Bullring (2003) y Mujer y Tauromaquia (2017).
Su vocación y tenacidad han convertido a Muriel Feiner en una investigadora de primer orden sobre la presencia de la mujer en la fiesta de los toros; cada uno de sus libros es el resultado de numerosos viajes y entrevistas, de una búsqueda incansable y exhaustiva de datos inexistentes hasta que ha conseguido reunir en un volumen definitivo de 500 páginas la historia de las mujeres toreras desde los inicios de la tauromaquia hasta hoy; y no solo féminas delante del toro, a pie y a caballo, sino de todas aquellas que trabajan junto al toro: ganaderas, apoderadas, empresarias, periodistas, madres y esposas de toreros…
Feiner dedica un homenaje a muchas mujeres valientes que, entre mil dificultades e incomprensiones, prohibiciones del poder político y desprecios de los toreros varones, han luchado por ser alguien en este “anacrónico, duro y machista, pero a la vez romántico, singular y maravilloso mundo del toro”, según sus palabras.
La autora lo tiene claro: “El toreo es unisex”; “El valor nunca ha sido patrimonio exclusivo de los hombres”, pero este criterio jamás ha sido compartido por la sociedad de cada época. “Además, -añade Feiner- hay que contar con un factor fundamental que ha condicionado poderosamente la trayectoria de la mujer en los toros: la educación, porque durante siglos fue preparada solo y exclusivamente para ser ama de casa”.
En ‘Mujer y tauromaquia’ asegura que las protagonistas femeninas han sido ignoradas olímpicamente en casi todas las grandes obras de la historia de la tauromaquia; y calcula que entre los más de 6.000 tomos de temática taurina que en 1990 se guardaban en la Biblioteca Nacional, no llegaban a una docena los que están dedicados a las mujeres toreras.
De los primeros cuatro tomos de la obra Los Toros, de José María de Cossío, compuestos por 4.125 páginas, tan solo once citan el toreo femenino, y ese breve capítulo se sitúa entre El toreo cómico y Suertes en desuso, “lo que pone en evidencia la opinión despectiva del autor”.
La mujer ha sido ignorada en casi todas las grandes obras de la historia de la tauromaquia
Cossío estaba convencido de que el rejoneo era la única modalidad femenina admisible “y que no desdice del decoro y el respeto que se debe a la mujer, siempre malparados en las señoritas toreras de a pie”.
Pero el gran enciclopedista taurino no fue el único; son numerosos los testimonios de escritores y críticos afamados que a lo largo de los tiempos han expresado su rechazo a las mujeres toreras.
Uno las llamaba ‘siniestras’ en lugar de diestras; otro hablaba de plaga feminista. “Este espectáculo de toreras es intolerable y repugnante, y para el aficionado no cabe nada más ridículo, andrajoso y repulsivo”, escribía el crítico Manuel Domínguez Cúchares.
También ha habido defensores, los menos, como es el caso del escritor Felipe Sassone, quien en el año 1945 escribió: “Me da pena ver a las mujeres fregar los suelos, eso sí; pero creo firmemente que pueden ser toreras y académicas. ¿Por qué no?”
Añádase a esta generalizada corriente social que la mujer ha sido víctima de una casi permanente prohibición administrativa para torear, levantada solo durante breves períodos.
El 2 de julio de 1908, el gobierno de Antonio Maura dictó un real decreto que prohibía torear a pie a las mujeres; en 1934, en plena II República, se derogó esa norma y quedó promulgada la igualdad de derechos de todos los españoles. Pero poco duro la alegría, porque el régimen franquista decidió en 1940 volver a la prohibición inicial. Hubo que esperar hasta el 10 de agosto de 1974 para que se autorizara definitivamente la presencia de las mujeres en los ruedos.
Estas circunstancias fatales -el rechazo permanente y las prohibiciones políticas- han reducido notablemente el número de las aspirantes femeninas a la gloria taurina, pero no han impedido que muchas de ellas destacaran en los ruedos, desde La Pajuelera, “la torera más importante del siglo XVIII”, según Feiner, sin olvidar nombres relevantes del XIX, como Dolores Sánchez La Fragosa, las hermanas Palmeño, Ignacia Fernández La Guerrita y La Reverte, entre otras muchas.
El 17 de febrero de 1917 nacería Juanita Cruz, “una de las toreras más importantes de la historia”, que sufrió la prohibición de la dictadura y triunfó con inusitada fuerza en América; años más tarde, en 1922, nació en Chile Conchita Cintrón, “una de las grandes figuras del toreo universal, del hombre y la mujer”, según Feiner.
A ellas las siguieron varias generaciones de toreras sobresalientes, como Ángela, reconocida defensora de los derechos de las mujeres toreras, Alicia Tomás, Mari Fortes, Maribel Atiénzar, y, entre las más jóvenes, la muy reconocida Cristina Sánchez, Conchi Ríos, Mari Paz Vega, Sandra Moscoso, Raquel Sánchez -las cinco matadoras de toros- y las novilleras Eva Florencia, Vanesa Montoya, Rocío Romero, etc. A todas ellas hay que añadir toreras de México, Colombia, Venezuela, Perú, Guatemala, Portugal, y dignas representantes de Alemania, Inglaterra, Hungría, Tanganica, China, Canadá, Chipre y EE UU.
Muriel Feiner considera una verdadera gesta que, entre las más de dos mil mujeres aspirantes, 18 hayan tomado la alternativa, y muestra su confianza en que el futuro deparará alguna sorpresa.
“Creo que usted y yo tendremos la oportunidad de disfrutar con una mujer figura del toreo. ¿Por qué no? ¿Quién puede asegurar que entre las tres o cuatro chicas que aprenden hoy en cada una de las escuelas taurinas no hay una morante en ciernes?”.
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