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Blogs / Cultura
El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca
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Las ganaderías que lidian en Madrid se dividen en blancas, negras y ‘oscuras’

La asociación El Toro publica un informe en el que examina el trapío y el juego de las reses

Paco Ureña y el toro Pastelero, de Victorino Martín, el 6 de junio en Madrid.
Paco Ureña y el toro Pastelero, de Victorino Martín, el 6 de junio en Madrid.Carlos Rosillo
Antonio Lorca

Veinticinco ganaderías de las que han lidiado en la plaza de Las Ventas en 2017 en los 67 festejos celebrados (40 corridas, 21 novilladas, cinco espectáculos de rejoneo y una novillada mixta) engrosan la lista negra de la asociación El Toro de Madrid, y la inmensa mayoría se corresponde con los hierros más comerciales y exigidos por las figuras, que se anuncian año tras año al margen de sus posibles fracasos. Son hierros que, en opinión de este grupo de aficionados, no deben ser contratados en la próxima temporada.

Cuatro ganaderías (La Quinta, Dolores Aguirre, Victoriano del Río y Ana Romero) se han ganado “un toque de atención”; Fuente Ymbro y El Tajo/La Reina salen del grupo de los proscritos “por méritos propios”; y solo cuatro hierros forman el selecto grupo de la lista blanca (Domingo Hernández, Rehuelga y las novilladas de Fuente Ymbro y Ana María Gascón), que deben ser contratadas de forma inexcusable para la nueva temporada, a juicio de la asociación.

También hay un grupo de ganaderías (oscuras) que simplemente no se menciona “por haber resultado medianas y no merecen ser reprobadas ni ensalzadas”.

Estos aficionados reclaman, asimismo, la presencia de ganaderías de procedencias singulares, cuyos responsables “hacen un esfuerzo ímprobo por mantenerlas y son el verdadero tesoro de la tauromaquia”. Entre estas destacan las de José Escolar, Cebada Gago, Palha, Bañuelos, Baltasar Ibán y Torrestrella; solicitan, además, el regreso de hierros portugueses como Veiga Teixeira, Assunsao Coimbra, Couto de Fornilhos o Murteira Grave; y la vuelta de los toros de Hoyo de la Gitana y Juan Luis Fraile, que mantuvieron el interés en los desafíos ganaderos del pasado mes de septiembre.

“Cuando el toro auténtico salta al ruedo pone a cada cual en su sitio”

-¿Pero la empresa de la plaza de Madrid les hace caso?

-Normalmente, poco, responde Roberto García Yuste, presidente de la asociación. “Taurodelta, la anterior responsable de Las Ventas, nos ignoraba”, prosigue, “pero este año se han anunciado variedad de encastes fuera de San Isidro, y ojalá el empresario Simón Casas continúe por esa senda”.

La Asociación El Toro de Madrid, creada en 1996 e integrada en la actualidad por 150 miembros, es uno de los muy escasos baluartes del trapío, la casta, la bravura, la fortaleza y la integridad del que consideran el principal protagonista de la tauromaquia.

El toro Liebre, de la ganadería de Rehuelga, lidiado el 7 de junio en Las Ventas.
El toro Liebre, de la ganadería de Rehuelga, lidiado el 7 de junio en Las Ventas.PLAZA1

“Nada tiene importancia si no hay toro”, es su lema. Y lo repite machaconamente Roberto García Yuste: “Defendemos el derecho de los espectadores a recibir el espectáculo en toda su integridad, y consideramos que el toro es la base de la fiesta”, añade.

Son aficionados de temporada, documentados y exigentes, que celebran tertulias y conferencias desde octubre a febrero, editan en papel dos boletines al año con motivo de las ferias de San Isidro y Otoño, visitan el campo ganadero y escudriñan la lidia sin olvidar la realidad que dio origen a la asociación: el evidente deterioro de la fiesta y la necesidad de un innegable compromiso con su pureza.

Por tal motivo, cada final de temporada hacen público un informe en el que aprueban o suspenden a las ganaderías que han lidiado en la plaza de Las Ventas en función del trapío y el juego de los toros. En palabras de García Yuste, “es el reflejo del fundamento que sostiene la asociación”.

“El tendido 7 de Las Ventas ya no es lo que era”

“Cuando el toro auténtico salta al ruedo pone a cada cual en su sitio”, aseguran los estatutos; “los espectadores sienten esa emoción que buscan cuando acuden a la plaza y valoran realmente la actuación de los toreros; los lidiadores, por su parte, se ven obligados a utilizar los variadísimos recursos de la tauromaquia para dominar y dar muerte al animal. Cualquier otra consideración o reivindicación que podamos hacer es secundaria y está supeditada a lo anterior”.

- ¿Pero la asociación El Toro de Madrid es el famoso tendido 7 de la plaza de Las Ventas?

- No. Se nos confunde, pero no somos lo mismo, asegura el presidente.

“De hecho, existe una peña con el nombre del tendido, formada por un reducido grupo de aficionados mayores. Es verdad, no obstante, que los 20 aficionados que crearon nuestra asociación estaban ubicados en ese lugar de la plaza, y la mayoría de sus miembros actuales nos sentamos en el 7".

- Pero ese tendido ya no es lo que era…

- Por supuesto. Voy a los toros desde que cumplí ocho años, tengo 37, y en todo este tiempo he conocido a grandes amantes del toro en Madrid. Muchos buenos y exigentes aficionados han fallecido, y otros han dejado de ir a los toros enfermos de aburrimiento. Ahora, se nos acoplan espectadores solo de ferias y gente que protesta y carece del conocimiento necesario para ello. Yo reconozco que hay buenos aficionados en todos los tendidos y algunos malos en el 7.

A García Yuste lo que más le preocupa, sin embargo, es el estado actual del campo bravo. “El toro sufre una tremenda crisis de casta, que es su principal condición”, afirma. “El ganadero moderno busca la nobleza por encima de todo, lo que permite ver muchos toros toreables en la muleta que pasan de puntillas en los demás tercios; es decir, que se olvida que la emoción la produce la casta, sea buena o mala”.

“La fiesta de los toros aún no ha superado la crisis”, prosigue el presidente; “primero, la del toro; después, la del toreo (todo se reduce al tercio final, se está perdiendo el capote, la rivalidad y la competencia, y nos quieren hacer creer que hoy se torea mejor que nunca, cuando lo que impera es el ventajismo); y, por último, padecemos una crisis de afición (debemos ser exigentes y premiar los triunfos, pero nos arrasa una corriente de exagerado triunfalismo que este año ha desembocado en 28 indultos, uno de ellos en un espectáculo de rejoneo).

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- ¿Cree usted, entonces, que la fiesta taurina tiene futuro?

- Tengo una hija pequeña que se llama Verónica (fíjese si soy aficionado), y espero que pueda disfrutar de este espectáculo cuando sea mayor. Pero me asaltan muchísimas dudas. La corriente animalista es muy fuerte, pero no es menos grave el cáncer del propio espectáculo, del que son responsables toreros, empresarios y ganaderos. Si consiguen, como pretenden, que desaparezca el riesgo y el dramatismo e impere la plasticidad, el arte o lo que quieran decir, muchos dejaremos de ir a los toros porque esa no es la fiesta.

- ¿Ha vivido este año en Las Ventas algún momento de verdadera emoción?

- Sí, el día 6 de junio, durante la lidia del toro Pastelero, de Victorino Martín, a cargo de Paco Ureña. Fue un animal bravo, fiero y encastado, y entre toro y torero protagonizaron la que ha sido, a mi juicio, la faena más emocionante de la temporada. También han salido reses muy interesantes de Rehuelga y Jandillla, y un encierro muy completo, la novillada de Ana María Gascón, que sobresalió por trapío y juego.

- ¿Confía en que la emoción volverá a Las Ventas?

- Sí, pero para ello es necesario que la contratación se guíe por criterios de méritos y no se repitan toros y toreros que no lo merecen. Solo así la fiesta de los toros podrá recuperar su esencia.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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