Luto en Italia por la literatura española
Fallece en Milán la traductora, poeta y pintora barcelonesa Hado Lyria, la voz italiana de Manuel Vázquez Montalbán, Jorge Luis Borges, Montserrat Roig o Rafael Chirbes
La literatura española está de luto en Italia. Hado Lyria, pseudónimo de Myriam Sumbulovich, nacida en Barcelona de madre catalana y padre sefardí de Sarajevo, murió este miércoles a los 82 años víctima de una odiosa e inesperada enfermedad en Milán, la ciudad en la que vivió más de medio siglo. Poeta, pintora, traductora y persona de exuberante cultura, Hado Lyria, “mujer espléndida, que habla como una ametralladora cargada de información” (en palabras de Rosa Mora), ha sido una de las culpables de que las letras en español (y en catalán) encontraran refugio en un país hermano como Italia. Suyas (y de todos los italianos) pasaron a ser las palabras de Jorge Luis Borges, Juan Marsé, Manuel Chaves Nogales, Rosa Montero, Rafael Chirbes, Monserrat Roig o, claro, de Manuel Vázquez Montalbán.
El mismo padre de Pepe Carvalho definió la trascendencia del cometido de Lyria: “Ha sido pieza importantísima para el conocimiento italiano de la literatura española contemporánea, mediante una durísima lucha para convencer a los italianos de que la literatura española no terminó el día en que el franquismo fusiló a García Lorca”, escribió en 1999 en el prólogo a Delenda, libro de poemas de su íntima amiga. “Como si la inteligencia de todo un pueblo se hubiera agotado con la Guerra Civil”, lo justificó ella, con lógica aplastante, en un escrito a raíz de la muerte de Vázquez Montalbán y que se puede consultar en la rigurosa biblia que armó Carlo Andreoli sobre el escritor.
Ella, ya traductora de Borges, entre otros, inundó Italia de Montalbán. Se habían publicado allí Manifiesto subnormal, Los mares del sur, y Asesinato en el Comité central, “pero la cosa no se movía, los editores no llegaban a entenderlo y aún había mucha prevención con respecto a la novela negra”, decía ella. Con la admiración del siciliano Leonardo Sciascia cambiaron esa percepción. Y vaya que si cambió: “En Italia, Manolo se ha hecho querer por todos. Su nombre es un mito”, escribió Hado Lyria.
Ella sabía perfectamente que era la principal culpable de ese enamoramiento popular. Sin el perfeccionista y apasionado trabajo de Hado Lyria no estaríamos ahora devorando en España, todavía, las novelas del comisario Salvo Montalbano, el gran homenaje del gran Andrea Camilleri al gran Vázquez Montalbán.
En enero de 2004 Myriam Sumbulovich recibió el premio Grinzane Cavour a la Traducción. “No he intentado ser Borges ni Vázquez Montalbán, elegí ser yo misma. Y hubo algo que ellos hacían peor que yo: escribir en italiano; por eso traduje sus libros”, dijo entonces. El mismo galardón, a la Lectura, recayó en el filósofo Fernando Savater, que se quitó el sombrero ante la barcelonesa: “Siento una enorme admiración por Hado Lyria. Ella demuestra que la traducción es una forma de creación”.
Y, autodidacta tecnológica, capaz de enviar asombrosos gifs gatunos desde el móvil como de devorar libros electrónicos, supo adaptarse a los tiempos sin traicionar ese oficio creativo: “Llegó un santo un día, bello y engañoso como Satanás, y lo llamaron San Google”, escribió. “Distraidillos íbamos olvidando el sabor de las palabras, el regusto de una frase voluntariamente mal expresada, la brusca dulzura de una interjección en una frase de piedra: vaya, lo que en buena parte determina el estilo”.
El estilo de Lyria (“mestizo de tantas sangres y culturas”, dijo Vázquez Montalbán) queda reflejado, también, su obra poética: “La poesía de la Sumbulovich podría ubicarse como una estribación de la poesía de la experiencia” (vuelve a hablar Vázquez Montalbán). Y en su obra pictórica: “Resulta que más allá del caligrafismo hay en sus miniaturas un gusto pícaro que no sé si definir como irónico o malvado”, turno ahora para Umberto Eco, otro gran amor de Hado Lyria.
Buena consejera por degeneración profesional (cómo no iba a serlo quien fue, de nuevo según Montalbán, “una embajadora cultural in pectore y más eficaz que todas las embajadas culturales oficiales u oficiosas juntas”), uno se podía fiar de ella tanto para dar con el mejor salame piacentino como para dar con los secretos mejor guardados de la maravillosa Milán. Y por supuesto, para dar con la mejor literatura española... en su italiano.
Babelia
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