El dolor y la gloria de Jon Batiste, el nuevo faro mundial de la música negra
El artista repasa su último año, en el que ha ganado un Oscar, cinco Grammy y se ha prometido con su pareja, a la que ayuda a combatir su segunda leucemia con el poder de sus canciones
No se sabe con precisión en qué momento apareció el jazz, fruto de una mezcla de culturas y géneros en un proceso de varios años, pero sí se sabe que fue en Nueva Orleans, a finales del XIX. Un siglo más tarde, en el suburbio de Metairie, el más poblado de la ciudad, nació Jon Batiste (35 años, Luisiana), en el seno de la mayor familia de músicos de la zona. Se empapó de musicalidad, recogió el testigo y ahora es él quien representa uno de los principales estandartes del jazz no solo a nivel familiar, también para el público de masas. Y ese camino le trajo donde se encuentra hoy: en menos de un año ha ganado un Oscar y un Globo de Oro en 2021 por la banda sonora de Soul y cinco Grammy en 2022, entre ellos mejor álbum por su último trabajo, We Are. También en estos últimos meses se ha prometido con su pareja de toda la vida, Suleika Jaouad, un día antes de que ella recibiera su trasplante de médula ósea tras haber sido diagnosticada de leucemia por segunda vez. Un recorrido de dolor y gloria que él siempre enfrenta de la única forma que sabe: con música, fe y vitalidad.
Cuando en la madrugada en España del pasado 3 de abril Batiste subió al escenario a recoger el Grammy más importante de la noche, su expresión le delató. No daba crédito, se había impuesto a Justin Bieber, Lady Gaga y Billie Eilish entre otros, reyes de la radiofórmula pop mundial. Pero no piensa que su música sea ni mejor ni peor que la del resto, solo diferente. Y así lo hizo saber en cuanto se acercó al micrófono: “¿Sabéis qué? Creo de corazón que no existe el mejor músico, el mejor artista, el mejor bailarín o el mejor actor. Las artes creativas son subjetivas y llegan a las personas en un momento de su vida en el que más lo necesitan. Es como si una canción o un disco se hicieran y tuvieran un radar para encontrar a la persona cuando más lo necesita”. Esa humildad y amor por lo que hace los transmite también a través de la videollamada por la que atiende esta entrevista.
Batiste está feliz por el premio, pero más lo está todavía por cómo lo ha conseguido y por lo que supone para sus raíces: “Siento que he traído a todo el mundo conmigo, y gran parte del álbum es gracias a que crecí en una comunidad increíble. En él participan mi abuelo, mis sobrinos de siete y 13 años, mi banda de música de la escuela secundaria, mis amigos de la infancia, Trombone Shorty, PJ Morton, la Hot 8 Brass Band… Toda esta gente de Nueva Orleans son ahora ganadores del Grammy, y estas son cosas que no siempre suceden. Así haber sido capaz de alcanzar este nivel para difundir nustra cultura de esta manera me empuja a mantenerme humilde”.
Ha conseguido cerrar el círculo en su ciudad, el mismo sitio en el que empezó. Su padre tenía una banda junto a sus seis tíos, los Batiste Brothers Band, que calaron tanto en el pequeño Jon como en sus 30 primos. A medida que crecían y daban la talla, se incorporaban a la banda familiar. Jon lo hizo desde los ocho años, a la batería, y si ya tenía tablas, terminó por convertirse en un virtuoso, sobre todo al piano y a la melódica. Su profesor de jazz, Michael Polera, lo describió en el programa The Late Show with Stephen Colbert como un alumno único: “Daba igual lo que le enseñaras, lo aprendía a la perfección y luego decía: ‘¿Y ahora qué?’. Después de dos años no tenía nada más que enseñarle”. Batiste admite que la persona que es hoy tiene que ver con haber sido el pequeño de la familia durante muchos años: “Siempre me cuidaron mucho. Yo estaba callado y observaba todo. Era una persona introvertida, pero tuve la oportunidad de ver un montón de gente diferente y de absorber muchas cosas distintas. Me hizo desarrollarme de una manera en la que pude aprovechar las perspectivas de un montón de gente”.
Tan pronto como aprendía sobre jazz, tuvo la oportunidad de descubrir el amor. Cuando tenía 14 años, en un campamento musical de verano, conoció a la persona con la que hoy todavía comparte su vida, la periodista y escritora Suleika Jaouad. Ella tenía 13, y tuvo un flechazo con un chico “tímido y torpe”, tal y como lo describe en su cuenta de Instagram. Han crecido juntos y a lo largo de estas más de dos décadas han tenido tiempo para vivir momentos de todo tipo. Los más duros llegaron cuando ella tenía 22 y fue diagnosticada de leucemia por primera vez. De un día para otro, el futuro se convirtió en un lugar aterrador. Siempre había sido una gran soñadora y tuvo que aprender a parar de soñar, como cuenta en su libro Between Two Kingdoms: A Memoir of a Life Interrupted (Entre dos reinos: memoria de una vida interrumpida), publicado el año pasado. Jaouad cuenta que su vida se convirtió en “una sala de espera”, hasta que superó el bache y consiguió seguir adelante.
Mientras tanto, Batiste siempre estuvo ahí, apoyando de la manera que mejor sabe y puede, con su música. También cuando la leucemia regresó por segunda vez. Eran tiempos de confinamiento estricto, y ella tenía que seguir su tratamiento aislada, en el hospital. Pero nunca estuvo sola: cada día, Batiste componía una nana para Jaouad y entraba por videollamada para tocársela al piano. Todavía están en el camino, y hace menos de un mes que ella recibió un trasplante de médula ósea. El día de antes, se prometieron matrimonio. Es su manera de pelear y de anunciar que les espera un futuro juntos: “Suleika me ha hecho sentirme bendecido por estar vivo. Hay tantas cosas buenas que suceden en el mundo que no se cuentan… No soy una persona que comparta demasiado su vida, soy muy reservado, pero decidimos contarlo porque creemos que le puede aportar algo a la gente. Le da al mundo algo positivo que celebrar, ya sabes, dar a la gente una perspectiva, el cómo estamos superando y enfrentando un momento difícil en nuestra crisis de salud personal. Ella está lidiando con un montón de cosas difíciles, y obviamente eso impacta a nuestra familia. Así que quería mostrar que hay diferentes maneras de afrontar una crisis en tu vida que pueden iluminar la oscuridad”.
Batiste confía ciegamente en el poder de la música y en cómo puede ayudar a pasar por un momento así. Cuenta que lo ha visto con sus propios ojos en su familia, desde que era un niño, y eso le ha marcado para siempre, como músico y como persona: “En el funeral de mi abuela, toqué una canción llamada Amazing Grace. Ella tiene siete hijos, y vi lo que sucedió. Esa música en ese momento les dio un sentimiento de paz. Aunque hubieran perdido a su madre, a mi abuela. Y fue una de las primeras veces que vi ese poder porque era un niño en ese momento. Solo interpretando esa canción te das cuenta de cómo la música puede ser utilizada como una fuerza curativa, que puede ser más grande que un simple entretenimiento”. Esa canción, escrita por un esclavista que se convirtió en abolicionista tras superar una dura tormenta mientras navegaba, ha acompañado a Batiste durante toda su vida, incluso ha abierto algunos conciertos con ella, melódica en mano.
Para Batiste, tocar música es “una práctica espiritual” y su manera de “meditar y conectar con el mundo” que le rodea. Pero también es su profesión. Además de su carrera en solitario, también toca con su banda Stay Human, que desde 2015 pone la música en directo a uno de los programas más populares de Estados Unidos, The Late Show with Stephen Colbert. Allí, donde ejerce como líder del grupo, se ha convertido en un personaje televisivo que se presta también a mostrar su faceta de cómico. Y aunque ama su trabajo, en el que admite que se lo pasa increíblemente bien, “no hay nada en la vida que no tenga pros y contras”, dice al respecto: “Nunca he hecho una gira con este disco [We Are]. Solo he podido tocar shows a cuentagotas porque estoy en la televisión todas las noches en los salones de la gente”.
Cuenta los días para poder salir a la carretera a contarle al mundo la historia de We Are (Somos). Pero ¿qué somos? “Cuando escuchas el tema que da título al disco, oyes a mi abuelo hablar y dice en un fragmento: ‘Nadie puede darte la paz interior. Tienes que encontrarla. Y tienes que cultivarla cada día’. Y la parte divertida es cuando ves que se desarrolla en la vida de una persona y se convierte en alguien que cambia el mundo, como Maya Angelou o Martin Luther King Jr. Estas personas han influido en nosotros. Ese es el nosotros del que hablo. Estamos aquí ahora. Así que ya sabes, puedes cambiar el mundo tú mismo”. Eso, cuenta Batiste, es lo que al final somos.
Babelia
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