La generación de Monica Vitti
La actriz italiana se alejaba tanto de los estereotipos de algunas ‘sex symbols’ europeas de la época como de los iconos pop que fascinaban en EE UU
Para mi generación, la actriz Monica Vitti, fallecida el miércoles, fue un mito perdurable, especialmente a través de sus películas con Michelangelo Antonioni, aunque también desde los textos sobre comunicación y semiología de Gillo Dorfles o Umberto Eco, que nos ayudaron a decodificar las imágenes de los mass media. Estamos hablando de un momento muy intenso para la cultura artística italiana, unos años —los sesenta— en que se abrió una brecha entre los lenguajes neorrealistas y otras prácticas menos seducidas con ciertos costumbrismos ancestrales.
La figura de Monica Vitti se alejaba tanto de los estereotipos encarnados por algunas sex symbols europeas de la época como de los iconos pop que tanto fascinaban a numerosos artistas estadounidenses. En este sentido, su capacidad para transitar por géneros muy distintos, desde la comedia hasta el drama, desde el cine surrealista hasta el filme social, ilustran perfectamente cuáles fueron sus registros interpretativos: más que una actriz con oficio, era un verdadero animal escénico.
Esta admiración me llevó a realizar, a mediados de los sesenta, una serie de collages titulada Homenaje a Monica Vitti, donde investigué la gestualidad de su rostro y los distintos mensajes que emitía hacia el receptor, alternándolos con inscripciones, textos y veladuras. Paradójicamente, en esos mismos instantes, Andy Warhol llevaba a cabo sus retratos de Marilyn Monroe, por lo que Homenaje a Monica Vitti invita a trazar paralelismos entre un modo de abordar las representaciones icónicas desde Europa y otro desde Norteamérica.
Aquellos trabajos reflexionaban sobre el uso de ciertas iconografías públicas, y quiero creer que es en otro espacio similar, el de los imaginarios sociales, donde ya reside para siempre la imponente y enigmática presencia de Monica Vitti.
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