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El reencuentro póstumo de los Gabos en Cartagena

Los hijos de García Márquez han solicitado que los restos de su madre, fallecida en 2020 en México, puedan reunirse con los del premio Nobel en un claustro de Cartagena

Mercedes Barcha Pardo y Gabriel García Márquez
Mercedes Barcha Pardo y Gabriel García Márquez en Los Ángeles, 2008.Steve Pyke (Penguin Random House)
Camila Osorio

En septiembre del 2021, los dos hijos del escritor Gabriel García Márquez, Gonzalo y Rodrigo, firmaron una carta con una petición especial: “Queremos llevar las cenizas de nuestra madre junto a las de nuestro padre”, le dijeron entonces al rector de la Universidad de Cartagena, Colombia. Desde 2016, los restos del premio Nobel de literatura colombiano reposan en La Merced, un claustro manejado por esta universidad del Caribe. “Ellos formaron una hermosa pareja, un equipo en vida que deseamos se preserve en la eternidad”, añaden los dos hijos en la carta que se conoció recientemente. “Para tal fin, respetuosamente le solicitamos su autorización para dicho procedimiento”. Las cenizas de Mercedes Barcha, su madre fallecida en agosto del 2020, se reunirán con las de Gabo a finales de marzo este año en este claustro de Cartagena.

García Márquez falleció en 2014 y, aunque había vivido principalmente México desde los años sesenta, había compartido su deseo de ser enterrado en el Caribe colombiano. Pero no en Aracataca, su pueblo natal, sino en su ciudad favorita, Cartagena, donde tenía una hermosa casa en el centro histórico. Dos años después de su muerte, sus dos hijos y su esposa llevaron sus restos al claustro La Merced y los colocaron dentro de la base de un busto en un patio de color blanco y amarillo.

“A ella le agradaba el enfoque cultural de dicho lugar, que a su vez estaba bajo la tutela de la universidad donde nuestro padre cursó estudios de derecho”, dicen los dos hijos en la carta. El padre de Gabo –después de que fuera asesinado el líder liberal Jorge Eliecer Gaitán en 1948 y el evento desencadenara un ciclo de violencia– envió al joven escritor que residía en Bogotá a terminar sus estudios de derecho en Cartagena.

Vista del patio principal del Claustro de la Merced de la Universidad de Cartagena.
Vista del patio principal del Claustro de la Merced de la Universidad de Cartagena.picture alliance (picture alliance via Getty Image)

En 2016, cuando las cenizas de Gabo llegaron a La Merced, en la ceremonia hubo familiares, periodistas, amigos, políticos, vallenatos y cocteles. Alrededor de unas 500 personas celebraron entonces la vida del Nobel. “Mi madre se aseguró de que hubiera música en vivo hasta altas horas de la noche”, recuerda Rodrigo García en el libro Gabo y Mercedes: una despedida (2021) sobre la fiesta que duró varios días. En la carta al rector, los dos hijos dicen que esta vez, para su madre, quisieran una ceremonia pequeña y privada, donde asistan solo familiares y amigos.

La peregrinación de las cenizas de Barcha son el último de un número de gestos que la familia García Márquez ha hecho para conmemorar y despedirse del enorme legado de sus padres. A finales del año pasado pusieron a la venta buena parte del armario de los Gabos, cuyas ganancias se destinarían a una fundación que combate la desnutrición en niños. También están en proceso de convertir la enorme casa de sus padres en México en un centro cultural llamado ‘Casa de la Literatura Gabriel García Márquez’. Su hijo Rodrigo García es actualmente productor de dos futuras series basadas en novelas de su padre: Noticia de un secuestro (con Amazon Prime) y Cien años de soledad (con Netflix). Y, en 2014, después de la muerte de Gabo, la familia decidió destinar todo el archivo de su padre al Ransom Center en la Universidad de Austin, Texas, donde está disponible para investigación.

“Me detuve temprano en la mañana para darle una última mirada al lugar de descanso de las cenizas”, escribe en su libro Rodrigo García sobre la muerte de su padre y el lugar en Cartagena donde su madre escogió depositar los restos de los dos. “Me impresionó pensar que estarían allí, que él estaría allí, durante mucho tiempo, siglos tal vez, hasta mucho después de que todos los que estábamos vivos nos hubiéramos ido”.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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