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Carlos Hipólito: “Era verdad: a este país no lo iba a conocer ni la madre que lo parió”

El actor de ‘Cuéntame’, donde ha relatado el asombro, la pesadumbre o la felicidad de generaciones de españoles que han vivido la historia posterior a Franco, mira aquella serie con los ojos de ahora

Carlos Hipólito, retratado hace dos semanas en Madrid.
Carlos Hipólito, retratado hace dos semanas en Madrid.Santi Burgos
Juan Cruz

Carlos Hipólito (Madrid, 1956), medalla de oro de las Bellas Artes de hace un año, el actor de Arte con Flotats o del Follies de Mario Gas, ha sido la voz de Cuéntame, donde ha relatado el asombro, la pesadumbre o la felicidad de generaciones de españoles que han vivido la historia posterior a Franco. Este lunes 29 canta con María Lavalle en el Teatro Real de Madrid el espectáculo que ambos estrenaron ya en la Abadía, El mismo amor, la misma lluvia. Aquí mira aquella serie con los ojos de ahora.

Pregunta. ¿Qué aprendió siendo la voz de esa serie?

Respuesta. No tengo exactamente la edad de Carlitos y mi familia no tenía nada que ver con los Alcántara, pero la serie me trajo el perfume de mi infancia: aparecían los programas que yo veía, los juegos eran mis preferidos. Lo que más me sorprendió es lo deprisa que había cambiado este país. La serie empezó a contar los sesenta, y comenzó su emisión en el 2000. ¡No habían pasado cuarenta años y mira cómo cambió todo! La situación de la mujer, por ejemplo: no podía abrir una cuenta sin permiso del marido, ni sacarse el pasaporte sola… Parecen anécdotas, pero limitaban la vida. Un país adormecido y complaciente en el que había algunos empeñados en el cambio. Me sirvió para saber que era verdad aquello que se dijo: “A este país no lo va a conocer ni la madre que lo parió”.

P. ¿Qué le alegró o le asustó más de lo que contó en Cuéntame?

R. Lo primero, lo que pasó en el comienzo de la democracia. Un país que florecía. Era mi yo adulto contando lo que había vivido de niño, y coincidía con lo que yo mismo pensaba. Y me alegró que una serie como esa tuviera éxito porque significaba que la sociedad se ponía al día con su pasado. “¡Señores, lo que pasaba era esto!”. Me alegró que no fuera maniquea. Ha servido para recordar a este país lo que estábamos viviendo y lo que costó salir de ahí porque se podría haber torcido la cosa y podríamos haber seguido en una dictadura durante muchísimo más tiempo.

P. ¿Y hemos salido de ahí del todo?

R. Creo que sí. Nuestra democracia no es perfecta y estamos a lo mejor cautivos de muchas cosas, pero vivimos muchísimo mejor y a lo mejor no tenemos todas las libertades, pero no sé si existe la sociedad perfecta. Claro que hemos salido de allí. ¡Te metían en la cárcel por decir lo que pensabas! Ahora te pueden meter en la cárcel por acciones ilegales al hilo de lo que piensas, pero no por decir lo que piensas. Otra cosa es que tengamos que seguir vigilantes, porque las sociedades se adormecen.

P. ¿Dónde ve el peligro de una torcedura?

R. En los radicalismos. En la entronización en nuestra sociedad y en nuestras instituciones de la extrema derecha. Es un disparate que partidos con posibilidades de gobernar estén no solo amparando sino blanqueando en las instituciones a la extrema derecha. La extrema derecha vuelve a entronizar conceptos que estaban ya superados en este país. Si ocupa más lugar nos pueden llevar a un retroceso enorme en cuanto a libertades. Hay otro peligro: que los políticos actuales no lleguen a acuerdos. ¿Cómo se entiende que no puede hacer una oposición a degüello? Y, más: desde el poder muchas veces se ejerce una muy soberbia que es muy peligrosa.

P. ¿En las épocas que usted narró se vislumbraban esas amenazas?

R. Creo que no, aunque quizá hemos pecado de optimistas. Gente de posiciones radicalmente enfrentadas consiguieron pactar, crearon una Constitución, parecía que la sociedad maduraba, pero una y otra vez se repiten los mismos errores contra aquel espíritu conciliador. Cada vez es más fratricida la lucha por el poder. En el inicio de Cuéntame había una democracia joven y parecía que íbamos a ser un modelo de diálogo.

P. ¿Qué pasa ahora en su oficio?

R. Quizá hemos cambiado más nosotros que el oficio. La creación va bien. Echo de menos las tertulias, aquel mundo en el que se veía hablando en los cafés de Manolito Aleixandre con Fernán Gómez… Los actores reuniéndonos en el María Guerrero. Aun así, el oficio genera mucha hermandad. ¡Aunque a veces las hermandades son para bien y para mal!

P. Y ahora, cantante, con María Lavalle.

R. Desde siempre me gustó cantar y me preparé para ello, pero mi carrera fue por otro sitio, maravilloso pero sin música. Luego llegaron los musicales y pude cantar en un escenario desde un personaje, el Benjamin Stone de Follies, el capitán Von Trapp de Sonrisas y lágrimas y el padre de Billy Eliot. Y gracias a mi amiga María Lavalle y de su insistencia en que hiciera un concierto con ella, ahora puedo, por fin, salir a cantar a un escenario siendo yo. Y estoy feliz.

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