La dispersa voz poética de Gamel Woolsey cobra forma en una antología
Un volumen reúne por primera vez y en castellano la silenciada obra de la esposa del hispanista Gerald Brenan, que abandonó la escritura en 1959 tras el rechazo de T. S. Eliot
El silencio siempre fue un refugio en la vida de la escritora y poeta Gamel Woolsey (1895 o 1897, Aiken, Carolina del Sur-1968, Churriana, Málaga), un silencio que se transformó en invisibilidad para su obra, que nunca tuvo la proyección editorial que merecía, a juicio de los que la han estudiado en profundidad. A pesar de su matrimonio con el hispanista británico Gerald Brenan, a quien estuvo unida desde 1930 hasta su muerte en 1968, publicó muy poco en vida y con escasa proyección. La Casa Gerald Brenan, institución encargada de difundir la obra del hispanista británico y la de su esposa, que ha recuperado la casa de Churriana en la que ambos vivieron, acaba de editar, por primera vez y en castellano, su poesía completa con el título Más allá de la Tierra Media (Renacimiento).
La antología reúne 156 poemas, fechados entre 1911 y 1959. Son los escritos más íntimos de una autora que solo alcanzó cierta proyección por El otro reino de la muerte, su obra más conocida, que pasó casi inadvertida cuando se publicó en Londres en 1939 y que tuvo que esperar hasta 1998 para alcanzar notoriedad, cuando fue editada en Estados Unidos por Pithia Press, que le cambió el título por el de Málaga Burning (Málaga en llamas). Este relato emocional sobre sus vivencias en Málaga durante la Guerra Civil española se publicó por primera vez en español con el título original en 1988, y con el modificado en 1998.
Carlos Pranger, encargado del legado de los Brenan, ha ido recopilando durante una década poemas de Woolsey dispersos en revistas, diarios y otros inéditos y los ha traducido al castellano. Además, ha escrito una amplia introducción que es lo más parecido a una biografía que se ha publicado sobre esta creadora de “sensibilidad extrema”, según Pranger, cuyos poemas hablan de naturaleza, de los ciclos de la vida y la muerte o de las estaciones de una forma aparentemente sencilla, pero que encierra una gran complejidad. “Me metí tanto en su vida que sentí rabia al descubrir que tuvo todo el potencial necesario para haber triunfado y que la fatalidad o las decisiones erróneas impidieron que tuviera el éxito que merecía”, explica Pranger, coordinador de la colección Biblioteca Gerald Brenan, que se inició en 2019 con Cosas de España, una selección de los artículos publicados por el hispanista en revistas internacionales, y La faz de España, libro en el que cuenta el viaje que hizo con su mujer por el centro y sur de España en 1949. La colección continuará en 2022 con la reedición de Historia de la literatura española de Brenan.
“Ella habitó en la Tierra Media, el título de uno de sus poemas, un lugar entre la realidad y la fantasía, entre la vida y la muerte”, reflexiona Pranger. “Es como si nunca hubiese sido capaz de integrarse completamente en la realidad por esa sensibilidad extrema que tuvo ante el dolor y la tristeza, frente a la personalidad terrenal de Brenan, que le servía de contrapeso para mantenerse a flote”, añade el editor de Más allá de la Tierra Media.
Alfredo Taján, escritor y director de la Casa Gerald Brenan, que presentará la antología este viernes en la Feria del Libro de Sevilla, la llama “hada melancólica” en el prólogo de la obra y habla de una escritora “invisible” a su pesar, porque ella intentó, sin éxito, que su obra se editara. La publicación de su primera novela en Londres, One Way of Love, se canceló en 1932 por su contenido sexual cuando ya se habían impreso 1.500 ejemplares. Según explica Pranger, “el editor, Victor Gollancz, temió que el libro fuese censurado porque podía suponer un escándalo para la moral victoriana de la época y rompió el contrato”. Incluso Virginia Woolf, que leyó el manuscrito porque los amigos de Woolsey se lo habían enviado a su marido, el editor Leonard Woolf, escribió al crítico de arte Clive Bell en 1932: “La indecente novela de la señora de Gerald Brenan ha llegado a nuestras manos”. De forma que la historia con trazas autobiográficas de una romántica damisela sureña que se muda a Nueva York y descubre una sexualidad sin ataduras no vio la luz hasta 1987.
No obstante, su gran decepción fue la negativa del Nobel de Literatura T. S. Eliot en 1960 de incluirla en el catálogo de poetas de la famosa editorial Faber and Faber, de la que era editor. Fue la puntilla que terminó por alejarla completamente de la escritura.
El matrimonio Brenan plantó un bello jardín ―un espacio ahora destruido y separado de la edificación― en su casa de Churriana, en la que pasaban largas temporadas desde 1934 y donde se instalaron definitivamente en 1953. El jardín supuso para la poeta la recuperación de su infancia en la plantación de Breeze Hill. Tras su muerte en 1968, víctima de un cáncer mal tratado y del abuso del alcohol, Brenan admitió que no había sido capaz de apreciar en su justa medida a Gamel como “una verdadera poeta, aunque un tanto irregular”, y se ocupó de la recopilación y la difusión de su obra. Tarea que le encargó al poeta y editor Kenneth Hopkins, quien publicó algunos de sus poemas y una selección de su correspondencia con Llewelyn Powys, que fue su amante tras el fracaso de su primer matrimonio con el periodista neozelandés Rex Hunter (1923-1926).
Gamel Woolsey, que nunca cambió su apellido por el de Brenan, fue una persona poco convencional, pero también indolente e irregular, según Pranger, cuya existencia estuvo marcada por la desgracia, aunque tuvo todo lo necesario para triunfar. “Su poesía está íntimamente ligada a su biografía. Soledad, incomprensión e inseguridad marcaron todo su proceso literario”, apunta Taján, para quien la aparición de esta antología es “un acontecimiento literario”. “Vivió en una época envenenada por la ansiedad que tradujo en una poesía de un refinamiento existencial impresionante”, concluye.
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