Dora García, Premio Nacional de Artes Plásticas
El jurado destaca su capacidad para analizar a través de sus ‘performances’ la relación entre comunidad e individualidad en la sociedad contemporánea
Dora García (56 años, Valladolid) viajaba a Oslo (Noruega), donde reside parte del año, cuando ha recibido la llamada que le informaba que ha sido galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas otorgado por el Ministerio de Cultura. “Estoy muy agradecida y sorprendida, siempre pensé que los premios no eran para mí por mi tipo de trabajo”, dice la artista conceptual al otro lado del teléfono ya en la capital noruega. Su arte mezcla en una peculiar paleta el pensamiento de intelectuales como James Joyce, Jacques Lacan, Oscar Masotta o Ricardo Piglia. Es además un trabajo sustentado en las performances en el que hay también cabida para los documentos, el cine, el dibujo o el teatro en una exhaustiva investigación estética en torno a los difusos límites entre lo real y su representación. “No es el arte más agradecido, no queda bien en un escaparate, a veces no se entiende”, reflexiona casi sobre la marcha tras parar un momento y asumir la condecoración que ha recibido.
La artista define su obra como un trabajo “de largo recorrido que puede llegar a desarrollarse durante años”. Es, opina, “lo contrario de espectacular”. Aunque en su carrera siempre ha recibido el reconocimiento del mundo del arte y del público. El director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, la definió como una de las artistas más importantes de su generación, el jurado del galardón, dotado con 30.000 euros, ha destacado “tanto la solidez de su trayectoria como el trabajo del último año que, en el contexto de una pandemia, investiga sobre las relaciones entre política y amor y las formas de solidaridad entre minorías”.
El jurado ha reconocido “su manera integral de concebir los espacios para crear ‘performances’ en las que resulta clave la interacción con los públicos, así como su versatilidad en la utilización de soportes y su capacidad para favorecer la reflexión ética relacionando conceptos y emociones”. Su obra a menudo aborda la relación entre comunidad e individualidad en la sociedad contemporánea e investiga posiciones marginales, rindiendo homenaje a personajes excéntricos y antihéroes. Una definición en la que García se reconoce. Estas figuras marginales protagonizan proyectos como The Deviant Majority (La mayoría marginada, 2010), The Joycean Society (La sociedad joyceana, 2013) o Segunda Vez, un recorrido abierto por muchos de sus trabajos anteriores que pudo verse en el Museo Nacional Reina Sofía en 2018.
García es también profesora e investigadora. Vive entre Barcelona y Oslo, tras dos décadas residiendo en Bruselas, y es profesora en la Academia Nacional de las Artes en Oslo. Ha participado en numerosas exposiciones internacionales y centros de arte nacionales como Münster Sculpture Projects (2007), la Bienal de Venecia (2011, 2013, 2015), la Bienal de Sidney (2008), CGAC (2009), la Bienal de São Paulo Biennial (2010), dOCUMENTA 13 (2012), la Bienal de Gwangju (2016), Museo Reina Sofía (2018), osloBiennalen, Art Encounters Timisoara (Rumanía) y la Trienal de AICHI (2019). En el año 2020, su obra se exhibió en Schirn Kunsthalle. Y en cada uno de estos espacios siento un reconocimiento y respeto similar por su trabajo. García no distingue entre dentro y fuera de España cuando valora si en otros países su obra ha sido recibida de otra manera. “Eso ya ha cambiado, más ahora con la comunicación digital. Trabajo en Roma con comisarios españoles o en España con compañeros de otros países”, explica. “Mi arte es lento de desarrollar y perseguir, no lo hace peor que otros tipos de arte ni tiene que entenderse mejor fuera que dentro de España”.
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