Don Everly, la voz tierna del ‘rock and roll’
El músico, fallecido a los 84 años, era el único superviviente de los Everly Brothers, dúo que también fue pionero en el ‘country-rock’
Don Everly, cantante y guitarrista, murió el sábado 21 en Nashville (Tennessee), a los 84 años. Isaac Donald Everly fue el hermano mayor de los Everly Brothers, tal vez el dúo más popular de los años cincuenta, imitado tanto por Simon & Garfunkel como por los Beatles. Su hermano Phil falleció en 2014.
Los Everly procedían de una familia trashumante, que protagonizó programas radiofónicos en emisoras rurales. Don, nacido en Kentucky en 1937, era un niño cuando, en compañía de Phil, debutó cantando éxitos country con la guitarra paterna. La madre redondeaba la oferta con recetas de cocina. Ike, el padre, advirtió que las voces de los chicos empastaban perfectamente, que se defendían con las guitarras y que incluso eran capaces de componer y se los llevó a Nashville.
Patrocinados por el famoso Chet Atkins, encuentran acomodo en lo que ya comienza a destacar como centro discográfico de la música vaquera. La editora Acuff-Rose les proporciona repertorio a la medida, generalmente composiciones del matrimonio Felice y Boudleaux Bryant. Los Bryant entienden que el saludable gancho de Don y Phil sería potenciado por canciones que hablen de los problemas sentimentales de su generación, que se identifica con el naciente rock and roll, no necesariamente estridente. La contundencia rítmica de Bye Bye Love o Wake up Little Susie es compatible con la melancolía de All I Have to Do Is Dream o Love Hurts. También tienen arte para ralentizar canciones negras.
En 1960, los Everly amplían horizontes. Dejan Cadence Records, el sello independiente que les lanzó, para fichar por la compañía californiana Warner Bros. Chocan con Acuff-Rose cuando deciden grabar material ajeno a la editorial: se les cierra el grifo de las creaciones de los Bryant e incluso deben firmar con seudónimo para cantar temas propios, teóricamente propiedad de Acuff-Rose. Varios sobresaltos complican aún más su carrera. Primero, el servicio militar, que les aleja de los escenarios. Segundo, la eclosión de los Beatles y demás conjuntos ingleses, que supone un relevo en el santoral juvenil, aunque no disminuye su popularidad en el Reino Unido. Tercero, para soportar su intenso calendario, se habitúan a las anfetaminas, que afectan especialmente a Don. Cuarto, las relaciones entre los hermanos son manifiestamente mejorables.
Intentan aproximarse al sonido británico con Two Yanks in England (1965), hecho con ayuda de The Hollies. Pero es Roots (1968), que pasa desapercibido, el elepé que les muestra como visionarios: establecen los parámetros del country-rock, que dominará buena parte de la siguiente década. Su problema es el de tantos veteranos de los cincuenta: cómo encajar su inocencia original en la enrarecida atmósfera de la contracultura. RCA, que les contrata en 1971, intenta apelar al sentido histórico de los compradores con el lema “Es concebible que fueras concebido mientras sonaban los Everly Brothers”. No funciona, aunque sacan dos discos brillantes, Stories We Could Tell (1972), con famosos instrumentistas de Los Ángeles o Muscle Shoals, y Pass the Chicken and Listen (1973), con una fina selección de autores rebeldes de Nashville.
En el verano de 1973, escenifican su mal rollo en público. Phil destroza su guitarra y anuncia que jamás volverá a compartir escenario con Don. Este, que ya ha debutado en solitario en 1970, asegura no sentirse preocupado. Ambos hermanos funcionarán por su cuenta, colaborando frecuentemente con admiradores británicos y evitando verse: solo coincidirán en el funeral de su padre.
En 1983, se rinden a lo inevitable: se juntan en el londinense Royal Albert Hall, donde se registra The Everly Brothers Reunion Concert. Como artistas de Mercury Records, facturan EB ‘84, con producción de Dave Edmunds y un caramelito en la forma de On the Wings of a Nightingale, creación exclusiva de Paul McCartney.
A finales de los ochenta, renuncian a grabar, aunque siguen girando. En el siglo XXI, la vida les reserva ironías como la actuación como invitados de Simon & Garfunkel, otro ilustre dúo disfuncional. El trato entre los hermanos Everly nunca superará la antipatía mutua y las divergencias políticas de los sesenta.
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