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Crisis en el Hay Festival por la dimisión de su fundador

Una denuncia por acoso laboral lleva a la renuncia de Peter Florence como director del prestigioso encuentro literario, galardonado el año pasado con el Premio Princesa de Asturias

Festivales literarios Misery
Visitantes del Hay Festival de Gales durante su última edición presencial, en mayo de 2019.David Levenson (Getty Images)

El escándalo que desde hace meses persigue al Hay Festival atenaza el futuro de una de las citas literarias más prestigiosas del mundo, galardonada el año pasado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades junto con la FIL de Guadalajara. La polémica suspensión de su director y cofundador, Peter Florence, el pasado octubre por una denuncia de acoso laboral ha acabado con la dimisión del creador, junto a sus padres, de un encuentro calificado por Bill Clinton como el “Woodstock de la mente”, que nació en 1988 en la localidad británica de Hay-on-Wye (región de Gales) y que se ha ido ampliando con ramificaciones en varios países, entre ellos España. La marcha de Florence, precipitada por el respaldo unánime de la junta directiva del evento a un informe que daba por buena la acusación, agudiza la crisis de un festival que, tras 32 años como foco de atención del universo literario, topó en 2020 con su annus horribilis.

El riesgo ahora es que este año sea peor que el anterior, pues la salida de Florence podría provocar una reacción en cadena que amenace la supervivencia de un acontecimiento que se encontraba ya en el disparadero por el trato a sus trabajadores y su coqueteo con regímenes con un cuestionable historial democrático. No obstante, fuentes de la junta directiva han asegurado a este diario que la continuidad del festival no está en peligro, pues “su estructura está más fuerte que nunca y en los próximos meses se celebrarán nuevas ediciones en varios países”.

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La junta concluyó su diagnóstico sobre la acusación el jueves y este fin de semana el impulsor del festival comunicó su renuncia fulminante. Según una nota interna a la que tuvo acceso The Observer, la versión dominical del diario británico The Guardian, Florence consideró su continuidad “insostenible” debido a la “conducta de la junta y su insistencia en convocar una vista disciplinaria” en su ausencia. El ya exdirector llevaba fuera de juego desde octubre, cuando la denuncia de un miembro de la plantilla provocó no solo que fuese apartado del día a día, sino también una crisis nerviosa que lo mantiene de baja por enfermedad desde entonces.

Su decisión, de carácter inmediato, ha provocado el estupor del comité ejecutivo, pero el desconcierto no ha afectado a su dictamen sobre la denuncia, amparada unánimemente tras un “proceso amplio y pormenorizado, que analizó pruebas sustanciales” contra Florence. De hecho, la junta está buscando ya reemplazo, puesto que el liderazgo de la directora financiera, Tania Hudson, durante los meses de suspensión del director era solo de carácter temporal.

La batalla, sin embargo, no ha concluido para Florence, quien está recabando asesoramiento legal y, de declarar la guerra, podría asestar la estocada definitiva al proyecto que puso en marcha con su familia en 1988. La pandemia ha impedido la celebración presencial de las dos últimas ediciones en la pintoresca ciudad galesa donde nació, donde cada primavera desde 1988 se han congregado durante diez días algunas de las plumas más renombradas del mundo. La organización no claudicó ante el coronavirus y dio forma el año pasado a un encuentro virtual con más de 80 eventos para los que reunió un panel de invitados de excepción, pero el propio Florence reconoció que el espíritu del festival se asienta en “lo contrario a la distancia social”, pues más allá de la lucrativa oferta que supone para el sector editorial, Hay es, ante todo, un espacio de intercambio de ideas, en el que los autores tienen ocasión de interactuar con sus lectores, un foco de debate y la oportunidad de descubrir nuevas promesas de las letras.

No obstante, transformando el revés en virtud, los promotores activaron una campaña de recaudación de fondos que logró más de 110.000 euros y hasta Florence admitió que hubiera sido difícil, si no imposible, congregar en persona los nombres que se dieron cita a través de la pantalla. El éxito ha hecho que esta primavera, todavía con las restricciones por la pandemia vigentes, se volviera a organizar en el mismo formato.

Pero Hay también corre el riesgo de morir de éxito. En los últimos años había logrado una significativa expansión que generó franquicias en España, Colombia o México, bajo la batuta de la directora de la división internacional, Cristina Fuentes La Roche, pero también llegó a mercados más controvertidos. La incursión en los Emiratos Árabes Unidos en febrero de 2020 provocó una protesta concertada en la que participaron, entre otros, PEN América, parte de la asociación internacional de escritores, o el actor y autor británico Stephen Fry, quienes cuestionaron el historial del país árabe en materia de libertad de expresión y el trato a los presos políticos.

Pero lo peor de aquel estreno fue que, apenas días antes de la suspensión de Florence, la comisaria en Abu Dabi, Caitlin McNamara, denunció un caso de abuso sexual por parte del ministro de Tolerancia del Gobierno del emirato, Nahyan bin Mubarak Al Nahyan, miembro de una de las familias más influyentes de la región. Aunque el incidente salió a la luz en octubre, McNamara lo había denunciado ya cuando tuvo lugar, lo que no impidió que el evento siguiese adelante, con la propia asistencia de Al Nahyan como representante de un ejecutivo que había contribuido con una notable aportación financiera.

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