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El jazz como herramienta de conocimiento

El saxo tenor James Brandon Lewis, que plasmó la estructura helicoidal del ADN en su álbum ‘Mollecular’, actúa en España. “Ver la música desde la lente de la biología molecular le da una perspectiva fresca”, dice

Jazz
James Brandon Lewis tocando en Rotterdam en 2017.Peter van Breukelen

“El mundo no necesita otro John Coltrane”, suele decir James Brandon Lewis (Buffalo, Nueva York, 38 años), votado el más prometedor saxo tenor de 2020 en la revista DownBeat. Sin embargo, no solo estilísticamente cabe compararle con quien nos legó Giant Steps —la música de Lewis discurre sin esfuerzo de la riqueza melódica a los más cáusticos arrebatos, desafiantes pero centrados— también por la innata curiosidad que le lleva a explorar disciplinas alejadas de la música. En su álbum Mollecular (2020), por ejemplo, empujó a su cuarteto a la plasmación jazzística de la estructura helicoidal del ADN… con resultados febriles, trascendentes, intrépidos.

Leonard Bernstein decía que el mejor modo de aprender algo es situándolo en otro contexto”, responde Lewis desde Roma, al inicio de su primera gira en mucho tiempo. “Es un sentimiento por el que trato de vivir. Ver la música desde la lente de la biología molecular le da una perspectiva fresca. El góspel fue parte de mi entorno cuando era niño, y es música que posee una fuerte identidad cultural, por lo que permea mi sonido. Resulta interesante que la percepción del sonido la influya tu entorno general, que no solo esté relacionada con la identidad cultural. Esto enriquece tu paleta sonora”.

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De gira por Italia y España como instrumentista en el homenaje al popular saxofonista argentino Leandro Gato Barbieri (1932-2016) concebido por el joven pianista italiano Giovanni Guidi, en Ojos de Gato Lewis comparte escenario con el trombonista Gianluca Petrella, el bajista Brandon López y los baterías Francisco Mela y Chad Taylor, cómplice habitual del neoyorquino. “Hace unos años, Laura Barbieri, su viuda, me contactó para que participase en el álbum que preparaba Giovanni, y accedí”, explica Lewis. “Devolvía así el favor a Giovanni y a su fallecido padre, Mario Guidi, y me sentí honrado de poder tocar con músicos conectados a Gato”.

Alumno en la Howard University de Washington D.C., cuyo curso de jazz fundó el trompetista Donald Byrd, y en la escuela de arte californiana Cal Arts, donde estudió con Charlie Haden, Wadada Leo Smith o Alphonso Johnson, Lewis encarna al compositor que no diferencia entre aulas o clubs. Sonny Rollins dijo de él que era “un joven prometedor, con un gran potencial, que ha escuchado a sus mayores”. Si algo define a Lewis es un respeto, siempre crítico, por la tradición. ¿Es el pasado un impulso para catapultarse hacia el futuro? “No lo veo así”, razona. “Me educaron en el respeto a mis mayores, y su conocimiento precede al mío, por lo que espero ganar conocimientos y perspectiva, no catapultarme. El linaje es importante. Tener mentores añade texturas a tu propia persona. Para aprender, debes ser humilde”.

The New York Times definió su estilo como “crudo en tono pero mesurado, no suena preso de los actuales valores académicos del jazz, va por libre’'. Así ha sido desde que, en 2014, debutó en Sony con Divine Travels. Tras un segundo álbum en la multinacional, grabó para pequeños sellos una serie de discos que culminaron en el potentísimo An UnRuly Manifesto (2019), afirmación de jazz libérrimo dedicada al surrealismo, a Ornette Coleman y Charlie Haden. “Mi dedicación a la música se resume en tocar como si siempre fuese la última vez”, afirma. “Cada día salgo en una búsqueda constante de la versión más verdadera de quien soy, y cada día me acerco un poco más a mi yo musical auténtico. Espero alcanzarlo antes de abandonar este mundo”.

“Mi madre era profesora de ciencias; siempre me gustaron. El interés interdisciplinario de Carver me mostró que podía hacer algo más que pensar la música y tocarla”, afirma

La más reciente etapa de esta vivencia, el álbum Jesup Wagon (2021) se inspira en las enseñanzas del músico, pintor, escritor y científico afroamericano del siglo XIX George Washington Carver, una de cuyas obsesiones era la agricultura sostenible. “La ciencia hizo que me interesase por su obra”, explica. “Mi madre era profesora de ciencias; siempre me gustaron. El interés interdisciplinario de Carver me mostró que podía hacer algo más que pensar la música y tocarla; podía relacionarla con otros medios como la poesía, el arte visual, y la ciencia. Aprendí que todo está relacionado y que las divisiones solo crean conflictos internos. Se trata de comprender que todo se relaciona entre sí. A Carver le preguntaron una vez cómo podía descubrir tantas cosas. Respondió que hablando con las plantas”.

Ojos de Gato, grabado en febrero de 2020 en un estudio neoyorquino bajo el liderazgo de Giovanni Guidi, vuelve a traer a Lewis a nuestros escenarios. No le intimidan los artistas del jazz más asequible, como Barbieri, lo demuestra su defensa del exitoso Grover Washington Jr., que era de Buffalo como él. Lewis lloró el día de su muerte, evidencia de que el genio no divide, suma. “Ser un genio es explorarse a uno mismo y materializar totalmente tu sonido”, concluye. “Y deben asumirse los errores, porque a veces se tiene la idea de que la maestría es la perfección, pero no son palabras intercambiables”.

Giovanni Guidi, Ojos de Gato: 23 de julio, Clamores, Madrid; 24, Jazzaldia, San Sebastián; 27 Festival Jazz Sa Pobla, Mallorca.

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