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Pilar Chaves: no perder la medida de lo humano

Fallece a los 101 años la hija del periodista republicano Manuel Chaves Nogales, que revisaba cada día el Diccionario a la búsqueda del significado exacto de cada palabra

Pilar Chaves, hija del escritor y periodista Manuel Chaves Nogales, durante una entrevista en su casa de Marbella  en 2011.
Pilar Chaves, hija del escritor y periodista Manuel Chaves Nogales, durante una entrevista en su casa de Marbella en 2011.ALF (EFE)
María Isabel Cintas

Pilar Chaves (Córdoba, 1920), hija del gran periodista republicano Manuel Chaves Nogales, falleció este sábado en Marbella a punto de cumplir los 101 años. Ella era la energía acumulada. Los años de guerras y exilios que marcaron solo sirvieron para llenarla de gozo de la vida, de fuerza para avanzar, inventar, reinventarse. Vivió como niña valiente los años del internado, a donde acudía tras viajar sola, con nueve años, desde Madrid a Londres, vía París. Aprendió allí, por orientación paterna, que el miedo en tierra ajena se borra escuchando un disco de canciones andaluzas en el despacho de la directora del colegio. Y también supo que los salmos protestantes aprendidos podían servir incluso, a petición de su padre, para animar una velada con periodistas e intelectuales. Escondida bajo la capa de Manuel, desde muy pequeña asistió a tertulias, y así supo que el diálogo y el intercambio de pareceres son siempre la mejor opción.

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Esa niña creció como una flor que se abre de pronto por necesidad a la muerte del cabeza de familia, mientras vivía en el exilio en El Ronquillo. Al ser la mayor de los cuatro hermanos se hace cargo de la responsabilidad y se va a Madrid a abrir caminos: trabaja en la embajada de Londres, la empresa Philips, Televisión Española; pionera en todos los campos, con solo en poner en práctica lo aprendido. Su participación en TVE fue en los comienzos de la tele. Ella recordaba hacer pequeños trabajos de coordinación, traducción, lo que se presentara… A la muerte del padre, en 1944, se fue a Madrid a buscar un trabajo con el que ayudar a la familia, y encontró ocupaciones dada su experiencia en agencias de prensa en París, sus conocimientos de idiomas (francés e inglés), su desenvoltura al haberse formado en un colegio inglés y tras dos exilios…

Matrimonio, dos hijos, y vuelta a la tierra tras años en Inglaterra de vida familiar y formación universitaria. A partir de aquí, como si esperara la resurrección de su padre (“muchas veces soñé que lo encontraba de pronto por la calle”, me dijo), vivió entre Londres y Marbella. En ambos casos, su hogar tenía jardín, libros, gallinas, huerto…

No se frenaba ante nada. Para Pilar no existió el desánimo, el paso atrás, el parón en la actividad. Incluso, al acabar el día, la vi más de una vez revisando el diccionario que tenía siempre abierto en la cómoda de su dormitorio, a la búsqueda del sentido exacto de alguna palabra. Era trilingüe y polisabia. Leía mucho; en su casa marbellí se hizo construir una biblioteca donde guardaba las ediciones de la obra de Chaves Nogales a medida que iba siendo reconocido. Conservaba toda la colección de Ahora, que Manuel le había enviado al internado inglés, a sabiendas de la poca edad, aunque no poco juicio.

Era alegre, risueña, amena, buena narradora, capaz de moverse del mundo intelectual al cultivo de las semillas de tomates, que buscaba por viveros de distintos países. Si pasabas un rato en su compañía, volvías a lo tuyo no solo con ganas de seguir leyendo las cosas del periodista, sino de prepararte una salsa estupenda o plantearte tener un huerto. Conservó siempre su excelente humor, la risa fácil y poderosa, la empatía que la hacía inmediata. Como quiso su padre, aprendió de él el buen ver, la buena manera de mirar. El encanto de la limitación del deber cumplido y del trabajo bien terminado.

Le ha faltado tiempo para vivir. De tan llena que estaba su vida, la estiró hasta los ciento y un años.

María Isabel Cintas es la primera editora de la obra completa que tuvo Manuel Chaves Nogales y es también su biógrafa.


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