Un ritmo de ventas lento, pero más tiempo y espacio con los clientes: la nueva normalidad de Arco
Las galerías celebran el nuevo formato de la feria aunque reconocen la caída en las operaciones. El Museo de Bellas Artes de Bilbao adquiere el ‘Guernica’ de Ibarrola por 300.000 euros
En la edición de Arco de la pandemia hay menos gente, menos galerías, pero con más espacio, y pasillos muy amplios. Las ventas de los tres primeros días de feria, los que se dedican en exclusiva a profesionales, han estado marcadas por ese ritmo lento que se percibe en la feria, según cuenta una decena de galeristas consultados. No han ido mal, concluyen. O por lo menos han ido mejor de lo que esperaban para una cita muy particular, la primera del circuito internacional del arte contemporáneo que se ha celebrado después de más de un año de cancelaciones. Aún no hay datos oficiales, solo los de instituciones como la Comunidad de Madrid, que ha gastado 130.000 euros; el Museo Reina Sofía, 300.000; y el de Bellas Artes de Bilbao que ha adquirido Guernica de Agustín Ibarrola por otros 300.000 euros.
Se extiende estos días la sensación de que esta nueva normalidad no debería desaparecer o, por lo menos, no del todo. Galerías como Espacio Mínimo, de Madrid, y T20, de Murcia, agradecen el nuevo formato. “Los coleccionistas están menos cansados y tienen tiempo para ver más cosas”, cuentan las responsables de este último espacio, que han vendido obra a la Fundació Sorigué de Lleida y al coleccionista Mariano Yera. En la galería madrileña celebran haber tenido más tiempo y metros para tratar con los clientes, muchos de los cuales, reconocen, son nuevos.
Mercedes Ros, directora de Marlborough Barcelona, también muestra su satisfacción por haber añadido a su nómina de clientes nuevos compradores, sobre todo de América Latina. “Es una feria un poco diferente porque el volumen de visitantes es inferior, pero en general estamos contentos porque las piezas más importantes las hemos vendido”, dice la galerista confiada en las ventas del fin de semana (los dos días en los que la feria se abre al público) y las operaciones que se rematan una vez concluida la feria.
El miércoles, durante la apertura, la intención de compra se percibía, pero faltó la ejecución. A partir de este jueves, las ventas se animaron. A la 40º edición de Arco han acudido 250 compradores potenciales, un centenar menos de lo habitual. El perfil, cuentan en las galerías, es similar al de otros años, con especial presencia de coleccionistas latinoamericanos y del centro de Europa. Alemania es el país que más se repite cuando se consulta por nacionalidades.
“Sabíamos que no veníamos a hacer un supernegocio, pero había que venir, hacer comunidad”, explican en la galería Helga Alvear. “Creemos que vamos a compensar la menor cantidad de las ventas con la mayor calidad. Es otro ritmo, pero vamos a quedar satisfechos”, complementan en la galería Fernández-Braso, que confían en que durante el fin de semana las ventas continúen.
El mismo optimismo respecto a los dos últimos días de la feria muestra Jacobo Fitz-James, de Espacio Valverde, en un descanso entre consultas de potenciales clientes. “No he parado”, dice mientras enseña una de sus obras de mayor formato. Asegura que tiene “tres o cuatro” de similar tamaño a la espera de cerrar la venta. El artista Juan Asensio, que expone en la galería Elvira González, reconoce delante de una de sus piezas que las ventas van mejor de lo esperado. “El perfil del coleccionista no ha cambiado tanto”, opina, “muchos de los que han venido conocían mi obra, no ha habido sorpresas”. Así lo confirma la responsable de este espacio, que zanja de manera escueta: “Buenas sensaciones”.
Ventas institucionales
Al entrar a Arco por el pabellón 7 de Ifema, el gran mural de 10 paneles del Guernica de Ibarrola se convierte en un imán difícil de esquivar. Tal vez uno de los grandes reclamos de esta edición que el Museo de Bellas Artes de Bilbao exhibirá en sus salas tras adquirirlo por 300.000 euros con la colaboración de tres instituciones vascas. “Se cumple así uno de los deseos de la familia Ibarrola, que la pieza que ha estado olvidada durante 40 años fuese accesible al gran público”, asegura José de la Mano, el galerista que ha recuperado del letargo la obra con la que el artista vasco homenajeó el cuadro de Picasso. “Somos conscientes de que el cuadro vale más, pero en las negociaciones ha pesado muchísimo dónde”, ha asegurado en declaraciones a Europa Press De la Mano. El cuadro se expuso por primera vez en 1977 en la sala Gris del Museo de Bellas Artes de Bilbao, adonde ahora regresa.
Cuatro de las xilografías de la misma temática que acompañan al mural en la caseta han sido compradas por el Reina Sofía. El museo ha adquirido por valor de 300.000 euros obra de 14 artistas (siete hombres y siete mujeres) y del colectivo Ayllu de América Latina. “Hemos intentado que haya un equilibro entre elementos históricos y de joven creación. Contribuyen bastante al discurso de la colección”, asegura el director Manuel Borja-Villel. La Comunidad de Madrid ha comprado piezas de los artistas Isidoro Valcárcel Medina, Ana Buenaventura y Cristina Iglesias para aumentar la colección del Centro de Arte Dos de Mayo y prestar apoyo al sector cultural en general, según fuentes gubernamentales.
Patrizia Sandretto, dueña de una importante colección de arte contemporáneo, es una de las coleccionistas que, pese a la pandemia, no ha dejado de comprar obra y visitar talleres de artistas aunque haya tenido que hacerlo a través de videollamada. De visita estos días en Madrid, ha comprado entre otras piezas obra de la artista peruana Daniela Ortiz en la galería Àngels Barcelona. “El mensaje que se manda es muy importante: estamos de vuelta”, concluye Sandretto.
Babelia
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