El Juli impone su ley y corta la única oreja
Morante y Aguado, frustrados ante una descastada corrida de Alcurrucén
El telón de la corrida se alzó con un bello toro, albahío, capirote y calcetero, que fue todo menos toro bravo. Suelto de salida, de difícil sujeción en capa, se tornó defensivo tras salir de la única vara recibida. Para torero tan artista como Morante, el material estaba en las antípodas. Un macheteo por la cara para salvar la vocación defensiva del toro, y a matar. Lo breve, en estos casos, se agradece en el alma. Tampoco dio mucho de si el cuarto. De salida fulgurante, lo aprovechó Morante para lancear con manos altas. Se acogió con clamor el momento, pero todo más virtual que real. Un par de fogonazos más en un quite incompleto y una faena de voluntad frustrada muy pronto. Algún destello, algún atisbo, ante un toro negado a la embestida que acabó defensivo y poco agradecido. El buen público castellonense le dedicó a Morante una generosa ovación al acabar.
ALCURRUCÉN / MORANTE, EL JULI, AGUADO
Toros de Alcurrucén, de correcta presentación. Nobles pero deslucidos y de escaso juego. Muy descastados.
Morante de la Puebla: media atravesada y baja y dos descabellos (silencio); pinchazo y descabello (ovación).
El Juli: estocada trasera y tres descabellos (oreja); estocada trasera (saludos).
Pablo Aguado: pinchazo hondo, tres descabellos –aviso- y nueve más (silencio); cuatro pinchazos y estocada (silencio).
Plaza de Castellón, 25 junio. Segunda de Feria. Prácticamente lleno sobre un aforo de 4000.
Una lección de capacidad de El Juli en el segundo. Y torería. El toro, acapachado de cuerna, de seria embestida aunque echó con descaro la cara arriba en banderillas, pareció no entregarse en principio a la muleta. El Juli, que se puso lidiador en los primeros trances, se quedó pronto con la voluntad del toro. La faena tuvo contrastes: poderío, capacidad, y, para que no faltara de nada, tres naturales en trenza lenta y en modo artístico. Labor muy equilibrada por los dos pitones, con la impresión de que El Juli ganaba la partida con autoridad. Incontestable. El quinto fue, si cabe, el más deslucido de la corrida. Manso y suelto en varas, no quiso muleta. Esta vez de nada sirvió la capacidad de un Juli que acabó frustrado en el intento.
El tercero, llamativo colorado ojo de perdiz, parecía ser toro de esos que se dice a contraestilo de toreros del corte de Pablo Aguado. Pasó sin hacer ruido en el primer tercio, para dolerse y mansear con descaro en banderillas. Aguado le consintió por abajo en los primeros muletazos y se centró antes de lo previsto en el toreo sobre la derecha. Muleta a media altura, marcó muletazos sin molestar al toro. Sutil y siempre templado, dibujo bellos pasajes siempre por el mismo lado. Una faena con cierto aire distinguido, sin terminar de ser redonda. Luego vino un mitin con el descabello y todo lo anterior quedó en segundo plano. O en el olvido. El sexto resumió todos los defectos de la corrida, por si faltaba alguna aclaración, y Aguado se vio impotente sin saber por dónde meter mano a toro tan poco toro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.