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NOVELA HISTÓRICA

Akenatón ‘queer’ y su cuñada transgénero

Una novela sobre la época de Amarna, ‘La peregrina de Atón’, atribuye identidades sexuales no binarias al faraón hereje y a otros miembros de su familia

Jacinto Antón
El novelista y diplomático madrileño Luis Melgar, retratado en Egipto.
El novelista y diplomático madrileño Luis Melgar, retratado en Egipto.EL PAÍS

Los extraños rasgos físicos con que se hizo representar en esculturas y pinturas el faraón Akenatón (Amenofis IV) han propiciado muchas teorías, elucubraciones y fantasías. Akenatón, que reinó del 1353 al 1335 antes de Cristo y arrostró la fama de hereje por dar preeminencia al dios Atón en prejuicio de las demás divinidades de Egipto, aparece a menudo en el arte de Amarna (el nombre que se ha dado a su época, por la denominación en árabe del lugar en que hizo construir su nueva capital) con características femeninas: caderas anchas y pechos. Aunque en general se cree que responde a una convención artística influida por la nueva ideología religiosa, se ha sugerido a veces que esa fisonomía pudiera haber sido causada por alguna enfermedad, como la distrofia adiposa genital o síndrome de Frohlich o el desorden genético conocido como de Marfan. Ahora, una novela histórica especula con que la imagen que quiso ofrecer de sí mismo Akenatón acaso respondiera a una identidad queer, una “identidad sexual no binaria” que no encaja en los patrones establecidos de género.

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La peregrina de Atón, del escritor y diplomático madrileño de 40 años Luis Melgar (La Esfera de los Libros, 2021), se centra en la princesa y luego reina Mutnodjmet, a la que se suele considerar hermana de Nefertiti —esposa principal de Akenatón— y consorte del general y luego faraón Horemheb, el último de la dinastía XVIII (aunque los egiptólogos no tienen claro que hermana y reina, aunque se llamen igual, sean la misma persona). Mutnodjmet es la narradora de la novela y el autor le atribuye ser en realidad “una mujer encerrada en un cuerpo masculino”, un hombre con personalidad transgénero que se traviste para aparecer a los ojos de todos como una mujer.

“Estaba en El Cairo, mi primer destino diplomático, y vi en el museo de la ciudad los impresionantes colosos de Akenatón de rasgos hermafroditas, me pareció que ahí había un tema de identidad de género y decidí escribir una novela histórica sobre el faraón y su esposa Nefertiti”, explica Melgar por teléfono desde Pekín, donde se desempeña como primer secretario de la Embajada española. “Sin embargo, al comenzar me sentí muy encorsetado y, para sentirme más libre, decidí cambiar el foco y ponerlo en la hermana de Nefertiti, haciéndola además transexual. El personaje funcionaba tan bien y me gustó tanto que se comió la novela. Todo el mundo la encuentra entrañable, empezando por mi madre y mi marido”. El novelista considera “una especulación razonable no tan descabellada” lo de atribuirle a Akenatón una identidad queer avant la lettre (pendant le hiéroglyphe). “Conozco gente así, siempre pensamos que nosotros hemos inventado la pólvora, pero, sin duda, había personas con esa identidad no binaria en el pasado”.

Mutnodjmet vive una relación tormentosa de ribetes sadomasoquistas y malos tratos tebanos con Horemheb, mientras establece lazos de simpatía con el Akenatón queer. La peregrina de Atón, cuyo argumento puede parecer un disparate, es sin embargo muy entretenida y tiene ecos de las novelas egipcias de Terenci Moix, el Sinuhé, el egipcio de Mika Waltari (donde también aparecía como muy conflictiva la relación Mutnodjmet-Horemheb) y Noches de la antigüedad, de Norman Mailer, con el trato entre Ramsés II y su subordinado jefe de carros para todo, Menenhetet.

Estatua de Akenatón en el Museo Egipcio de El Cairo.
Estatua de Akenatón en el Museo Egipcio de El Cairo.EL PAÍS

Luis Malgar, que ha hecho los deberes documentándose a fondo —aunque hay algunas escenas discutibles en las que los egipcios esnifan drogas y toman el té (lo que conocían en realidad era en todo caso la infusión de hibisco)—, imagina que Nefertiti y Mutnodjmet eran originariamente dos niñas del reino asiático de Mitanni (actual Siria), Henti e Itani, respectivamente, la segunda un niño que se sentía niña, convertidas en sacerdotisas de amplio espectro de la diosa hitita de la fecundidad Shaushka —un avatar de Ishtar— en Nínive. Conducidas a Egipto, prosperan allí en la corte de Amenofis III y son adoptadas por el visir Ay hasta llegar Nefertiti a desposarse con el príncipe heredero Akenatón, mientras que Mutnodjmet cae bajo el influjo del tiránico, depravado y ambicioso general Horemheb, que lo más cariñoso que le llama es pequeña zorra y hace que sus soldados la violen.

En la novela, Akenatón, confuso con su propia identidad, quiere hacerse esclava sagrada o monja, pero Nefertiti lo convence para que se identifique por elevación con Atón, que, le dice, “igual que tú, no es hombre ni mujer”. Las dudas no son óbice para que Akenatón procree seis hijas con Nefertiti, y a Tutankamón con su hermana Beketatón (una de las teorías que barajan los historiadores), y eso sin gustarle las mujeres. La que manda en Amarna en la ficción de Melgar en realidad es Nefertiti. “Siempre me ha parecido que a Nefertiti se la ha tratado injustamente”, reflexiona el novelista, “cuando probablemente tenía un gran talento político, y he querido reivindicarla”. El escritor sigue otra hipótesis muy en boga, que es la de que Nefertiti sucedió a su marido adoptando la identidad de faraón masculino, igual que hizo en su momento la reina Hatshepsut. Como se ve, una trama trans no choca excesivamente con la época amarniana y el Imperio Nuevo en general.

Uno de los empeños de Melgar ha sido representar convincentemente la cotidianidad de los antiguos egipcios, algo que admira en Sinuhé, el egipcio. Para las escenas de la plaga de peste se ha basado en la actual de covid: cuando las escribió estaba en China al inicio de la pandemia. De Terenci Moix dice que le gusta muchísimo y que, como él, ha tratado de explorar narrativamente las costumbres sexuales de los egipcios faraónicos. De su retrato de la corte de Amarna recalca que, aunque probablemente era un mundo tan agitado como lo pinta, el suyo no es un libro de historia, sino una novela; “en todo caso, he tratado de ser riguroso en lo histórico y he sido muy ortodoxo”, afirma, aunque reconoce que es muy improbable que Nefertiti fuera una esclava extranjera. “La verdad es que en esa época hay tantos interrogantes abiertos que es posible especular mucho”, añade el autor, que ha zanjado por la brava algunos misterios como la desaparición de Nefertiti del registro histórico. Melgar descarta la hipótesis de que la reina esté enterrada en cámaras secretas por descubrir de la tumba de Tutankamón. “No veo por qué habría de meter a su madrastra en su tumba”, apunta.

La momia había dado a luz

La peregrina de Atón trata de retratar de manera fidedigna a Mutnodjmet e incluso la hace acompañar de dos esclavos enanos que aparecen representados en las tumbas amarnianas como su séquito. En todo caso, la arqueología parece demostrar que la dama no había nacido como hombre: la momia que se le atribuye, hallada muy maltrecha en la tumba menfita de Horemheb en Saqqara, es sin duda la de una mujer; el esqueleto prueba que dio a luz en varias ocasiones y fue enterrada junto un feto.

Luis Melgar no saldrá de Egipto en su próxima novela, ni de la familia de Amarna, pero la ambientará en otra época: está escribiendo del descubrimiento de la tumba de Tutankamón por Carter y Carnarvon y la publicación, también en la Esfera, coincidirá con las celebraciones del primer centenario del gran hallazgo arqueológico que se cumple en 2022.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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