Una mañana de domingo con Akenatón
El egiptólogo Luis Manuel Gonzálvez cautiva en los Desayunos del Museu Egipci
Un buen puñado de gente prefirió el domingo desayunar con Akenatón en lugar de irse a la playa, y mira que hacía buen día. Consiguió el egiptólogo Luis Manuel Gonzálvez ganar el no poco reto de llenar su conferencia matinal sobre el faraón, una de las actividades que organiza el Museu Egipci y que se desarrolló en el Hotel Astoria incluyendo por el precio de la entrada el disfrutar de café, zumo de naranja y cruasanes.
Y eso que parecía que Gonzálvez, recién llegado de El Cairo, sufría una variante aguda de la maldición de Tutankamón en forma de bronquitis, culpa de los criminales aires acondicionados egipcios. El estudioso sudaba y temblaba como Carnarvon la víspera de su deceso y se había puesto un pañuelo al cuello que le daba un apariencia romántica de excavador decimonónico de necrópolis. Con elogiable profesionalidad acometió su conferencia sobre el faraón hereje no sin antes mezclarse en el desayuno con los asistentes y compartir con ellos las últimas noticias en los mentideros egiptológicos (esperemos que no también algún microbio menfita). Gonzálvez ha asistido a la 4 Conferencia Internacional sobre Tutankamón que organiza el Grand Egyptian Museum (GEM) el nuevo centro que se está construyendo cerca de las pirámides de Giza, y en la que se discuten métodos para restaurar la colección funeraria del joven rey y asegurar su traslado seguro al GEM y su óptima exhibición.
Entrados en materia amarniana, el egiptólogo trazó un perfil de Akenatón con todas sus luces y sombras, separando además el grano de lo que sabemos de la paja de lo (mucho aún) que desconocemos de su reinado. El estudioso recordó que de Akenatón se ha dicho de todo con los dos extremos del buen gobernante amante de la humanidad y el déspota y tirano, pasando por su relación con la aparición del monoteísmo. Se ha hecho también de él icono gay y pasto de los que creen en extraterrestres. Su llegada al trono, los enigmas de la corregencia con su padre Amenofis III, el nuevo estilo artístico, la nueva capital, la extraordinaria personalidad de Nefertiti y el papel político de la reina, así como las teorías de que ella sucedió a su marido deviniendo faraón, fueron facetas de la historia que analizó Gonzálvez, que parecía encontrase cada mejor hasta el punto de bromear con las hijas mayores de Akenatón y Nefertiti como si fueran las famosas Trillizas de Oro de la tele de los 80.
Entre las cosas singulares que explicó, la obra de Frida Kahlo en la que aparece la pareja real y el Atón o que en el harén de Amenofis III vivían cerca de mil esposas y concubinas (aquí a alguien se le escapó un sentido "'¡uy!"). También la imagen que han dado algunos estudiosos de que los seguidores de Atón eran, con su obsesión solar, como surferos morenazos californianos colocados de ardor religioso. Una foto impagable de 1985 se coló en el power point: salían el propio Gonzálvez “con macuto y pelo” y también muy jóvenes las eminencias Mari Carmen Pérez Die y Josep Padró. La parte final estuvo dedicada a tratar de desentrañar los parentescos de la familia amarniana. La sesión acabó con una sentida lectura del Himno a Atón, cuyas hermosas palabras incandescentes compensaron sobradamente por el otro sol, que aguardaba afuera.
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