¡Que tenga cuidado Alcurrucén!
Se lidió una corrida seria, brava y correosa que puso en dificultades a los toreros
La corrida de Alcurrucén lució una seria estampa, cumplió con creces en el tercio de varas, persiguió mal que bien en banderillas y puso en dificultades a los toreros en el tercio final. Fue una corrida de expectación para el aficionado por los muchos matices de cada toro; porque a excepción del muy noble primero, desarrollaron sentido, genio, fiereza, sin entrega total a lo largo de la lidia, de comportamiento cambiante, temperamentales unos, acobardados otros, resentidos unas veces, vengativos otras.
Una corrida para estar muy pendiente, nada tonta, al estilo de las ganaderías artistas tan de moda; una corrida para toreros hechos y derechos, dominadores de la técnica y también de la profundidad del toreo. Quizá por eso ninguno de los integrantes de la terna lo pasó bien. Que tenga cuidado, por tanto, Alcurrucén. Dos más como esta y las figuras le hacen la cruz; que sí, que el nombre acumula prestigio y los ganaderos ―los hermanos Lozano― son admirados en el orbe taurino, pero no están las figuras para tanto ajetreo en la arena.
El Juli marró con la espada y perdió, como mínimo, tres orejas, a tenor del alborozo del público, aunque su tarde no dio para tanto, ni mucho menos. He aquí un juego: ¿quién se acuerda a estas alturas de algún pasaje de las dos faenas de El Juli? Sí, la buena media verónica con la que cerró un quite por chicuelinas desordenadas en su primer toro. ¿Alguien da más?
Tuvo en suerte, en primer lugar, al animal más noble del encierro, al que muleteó acelerado, sobrado de técnica, sí, pero carente de hondura; dio muletazos sin gusto, sin importancia… Un toreo superficial, epidérmico, olvidable.
Y repitió la lección ante el cuarto, más encastado, al que pasó de muleta siempre al hilo del pitón, con todas las ventajas para el torero, un toreo que no emociona más que a un público generoso y aplaudidor. Mató mal a sus dos toros y todo quedó en grandes ovaciones y la lógica cara de enfado del torero.
Lo pasó mal Manzanares, incluso se llevó una voltereta que pudo costarle un disgusto. El percance sucedió ante su primero, un toro que embestía con la cara a media altura y no admitía amistad alguna; se revolvía en un palmo de terreno y, en cuanto pudo, levantó en peso al torero enganchándolo por un muslo y lo lanzó contra el albero sin mayores consecuencias.
No se lo puso nada fácil el quinto, un animal cambiante, que hacía hilo, se frenaba en el muletazo y obligaba a su lidiador a estar en tensión permanente. Era un toro que tenía mucho que torear, y Manzanares lo intentó sin éxito. Por cierto, la gran estocada con la que mató a su primero fue de premio. Extraordinaria.
Comprometido se le vio toda la tarde a Ureña, pero poco sonriente, prueba de que lo que tenía delante no era para tomárselo a broma. Lo más artístico ocurrió en su primero: un quite de verónicas a la manera de delantales que le salió de dulce. Después, sudó de lo lindo porque se colocó en el terreno adecuado, se cruzó en cada muletazo y fue la suya una labor muy trabajada. Ese toro no repetía y se entretenía en observar los muslos del torero antes de embestir.
Algo parecido le sucedió al sexto, que acudía con la cara alta, sin continuidad ni entrega y que se acobardó cuando comprobó que tenía delante un torero que no se amilanaba. En fin, que no hubo ni una vuelta al ruedo, pero fue una corrida de expectación. Y ya se sabe: cuando una corrida tiene interés para el aficionado se gana el rechazo de los taurinos. ¡Que tenga cuidado Alcurrucén!
Alcurrucén/El Juli, Manzanares, Ureña
Plaza de Vistalegre. Madrid. 15 de mayo. Tercera corrida de feria. Más de media entrada de un aforo máximo permitido de 6.000 personas.
Toros de Alcurrucén, bien presentados, de seria estampa, cumplidores en los caballos, y de juego variado; nobles primero y cuarto, y dificultosos en distintos grados los demás.
El Juli: pinchazo, estocada y un descabello (ovación); dos pinchazos y tres descabellos (ovación).
José María Manzanares: gran estocada (ovación); dos pinchazos y estocada (ovación).
Paco Ureña: pinchazo, estocada _aviso_ y tres descabellos (ovación); media estocada, un descabello y el toro se echa (ovación).
Babelia
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