Fernán Gómez truena contra la guerra en el Prado
El museo estrena ‘Soldado’, un monólogo escrito por el actor e inspirado en ‘Las lanzas’, de Velázquez
La tropa sin rostro ni nombre, formada por hombres secos y duros, hechos al hambre, al sufrimiento y la miseria. Fernando Fernán Gómez miró al fondo del cuadro de Las lanzas, de Velázquez, y encontró a esos individuos, tapados por los generales, la bandera y hasta por el caballo. Soldado, el sobrecogedor monólogo escrito por él y nunca antes representado, se estrena este sábado en el Museo del Prado, ante de la pintura de Velázquez, en un espectáculo dirigido e interpretado por Daniel Ortiz.
La pieza, gratuita para los visitantes del Prado, se podrá ver este fin de semana y los tres siguientes, en tres representaciones matinales cada día (11.00, 12.00 y 13.00). Con este grito antibelicista, la pinacoteca se suma a los actos del centenario del nacimiento de Fernán Gómez (Lima, 1921- Madrid, 2007). Soldado es uno de los tesoros inéditos que salieron a la luz tras la muerte del actor, director y académico, reunidos por su nieta en el volumen Teatro, (Galaxia Gutenberg, 2019).
Se desconoce la fecha en la que escribió esta pieza teatral y sus visitas al Prado para recoger de esa manera tan minuciosa y brillante el momento histórico pintado por Velázquez diez años después de la victoria en Breda, tras la que los tercios de Flandes se rindieron ante las tropas españolas en 1625, pero lo que sí parece claro es que lo hizo con la intención de ser representada junto al cuadro.
No se sabe cuándo escribió la pieza, inédita hasta 2016, pero sí que la hizo para ser representada junto al cuadro
“Aún no se había inventado la fotografía, pero aquel tipo, Velázquez, recogió el momento”. Así comienza este monólogo, en el que uno de los soldados de Flandes —”mi lanza es la tercera por la izquierda”, dice— va describiendo el cuadro y todo lo que le sugiere, además de invitar e interpelar al visitante a detenerse y fijarse en cada uno de los detalles. Fernán Gómez construye una historia detrás de algunos de los personajes que aparecen en la pintura, desde el capitán Urbieta —”la mano en el pomo de la espada, mordiéndose el bigote para mantenerse serio”—, hasta el holandés Justino de Nassau —”endomingado como para una boda, a quien le temblaba la mano que sostenía la llave de la ciudad”—, o ese jovencito rubio e imberbe que “miraba con desprecio nuestras botas con remiendos”.
“Es casi como un guía turístico”, asegura Daniel Ortiz (Madrid, 45 años), quien propuso al Prado la realización de este espectáculo de 15 minutos, producido por Arte y Desmayo, y que ha contado con la aprobación de la nieta y heredera del autor. “Es una reivindicación de la figura de todos los combatientes anónimos que han batallado en todas las guerras de la historia de España”, asegura Ortiz, ataviado con los ropajes de un soldado de la época.
“Fíjense en el cuadro de una maldita vez”
El actor defiende el escrito como un alegato contra el sinsentido de la guerra, personificado en ese chico, con su pelo al rape, llamado a servir al rey, al que su padre acompaña un trecho, sabiendo que se dirige “hacia una guerra lejana e incomprensible de la que no había de volver jamás”. “Es un relato deliberadamente antibelicista, porque no hay que olvidar que Fernando tiene quince años cuando estalla la Guerra Civil en España y lo vive en primera persona”, añade Ortiz.
Confía en que este monólogo tenga vida más allá de estos días en el Prado. “Aunque el lugar idóneo sea ante la pintura de Velázquez, estamos ante un texto perfectamente ubicable y representable en cualquier teatro o institución, con un simple bastidor que represente el cuadro a tamaño natural. Es un relato del que se debería de hacer eco, como uno de los grandes legados de Fernán Gómez”, explica el actor.
El dramaturgo insiste en el texto una y otra vez al visitante en echar un vistazo al lienzo, sin prisas, para intentar reconocer a los soldados humildes tras la vitola de generales y reyes. “Fíjense en el cuadro de una maldita vez. Nosotros le dimos nombres y apenas se nos ve. Nos tapan, y no es casualidad, los generales, el caballo y la bandera”. Así termina Soldado.
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