Estaturas
La desigualdad de altura de Roger Daltrey y Pete Townshend fue la que impidió que The Who superaran a los Rolling Stones en fama univeral
El día en que me enteré de que Franz Kafka y Elvis Presley medían lo mismo no sufrí una conmoción cerebral, pero sí una intelectual. Los dos pasaban del metro ochenta. Virginia Woolf medía un metro setenta, y la presentadora de televisión Susanna Griso, con la que coincido de vez en cuando, se acerca al metro ochenta. La actriz Sigourney Weaver mide un metro ochenta y dos centímetros, con un poco de tacón podría alcanzar muy bien el metro noventa que mide Clint Eastwood. Siempre pensé que la desigualdad de estaturas de Roger Daltrey y Pete Townshend fue la que impidió que The Who superaran a los Rolling Stones en fama univeral, porque los Who son mejores que los Stones, pero Daltrey mide un metro sesenta y siete y Townshend un metro ochenta y cinco.
Si alguien me ha hecho llorar en esta vida han sido los Who. Los he visto todas las veces que han venido a España. La mayor exhibición de poesía que me ha sido dado contemplar en esta vida son los comentarios y la recreación de la clásica canción de los años sesenta The Kids Are Alright que Daltrey y Townshend hacen en sus últimas actuaciones. Recuerdan la muerte del bajista John Entwistle, en 2002. Hablan de que John se gastaba 2.500 dólares en botellas de vino viejo, que al abrirlas solo eran barro y sangre de buey. Daltrey dice que su cuerpo está destrozado, que casi no oye y casi no ve, pero que sigue siendo libre y sigue siendo, dentro de su corazón, un chaval de 20 años. Le escribí a Andrea Levy haciéndole una propuesta: cuando termine el virus, que vengan los Who a Madrid, sería la mayor celebración de la alegría de vivir y volveríamos a ver el metro sesenta y siete de Daltrey al lado del metro ochenta y cinco de Pete.
La mofa iconográfica más grotesca, y también involuntaria, que se ha hecho al franquismo se observa en los cinco últimos minutos de la película Vacaciones en Roma, dirigida por William Wyler en 1953. La princesa Anna (Audrey Hepburn en la película) recibe, en un acto oficial lleno de refinado protocolo celebrado en un palacio romano, a la prensa internacional. Allí están los periodistas del mundo entero. Allí está el metro noventa de Gregory Peck, quien interpreta a un periodista estadounidense. Y allí están dos periodistas españoles: Cortés Cabanillas, del Abc de Madrid, y Moriones, de La Vanguardia de Barcelona. Los dos son muy bajitos, muy feos, y Cortés Cabanillas encima es calvo, a imagen del caudillo, sospecho. Sin embargo, Dios, es decir, Bob Dylan en la tierra, mide un metro sesenta y siete. Y yo creo que Cervantes mediría lo mismo que Bob Dylan.
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