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Las huellas de los Machado en el sur del mundo

En Chile, donde a los 90 años ha muerto Carmen Machado, la pequeña de las seis sobrinas de Antonio y Manuel, se conservan tesoros de la memoria de la familia

Rocío Montes
Carmen Machado, al centro, junto a sus dos hijos, su madre, su hermana María, en Chile en la década de los sesenta.
Carmen Machado, al centro, junto a sus dos hijos, su madre, su hermana María, en Chile en la década de los sesenta.Archivo particular

A Carmen le enseñó a leer su tío paterno, Antonio Machado. El poeta la llamaba Cabezolita, porque la niña de cinco años lo preguntaba todo y resaltaba por su inteligencia y lucidez. Era 1936 y buena parte de los Machado Ruiz se refugiaban en Rocafort, Valencia, donde habían llegado por orden de las autoridades de la República, que buscaban proteger al escritor. Bajo el mismo techo el escritor convivía con su madre Ana, sus tres hermanos pequeños, las esposas de estos y sus seis sobrinas. Carmen, la más pequeña y la última testigo de la intimidad de esta familia, el pasado domingo hubiese cumplido 90 años. Pero pocos días antes falleció repentinamente en Chile, donde llegó antes de cumplir los 20, fue destacada periodista, tuvo dos hijos, tres nietos y hasta el final de sus días solía repetir de memoria los versos del tío que le enseñó con cariño a juntar las letras. Los versos que más recordaba: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero…”.

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Carmen Machado, a la derecha de la imagen, durante una visita con otras sobrinas de los Machado a Sevilla en 2011.
Carmen Machado, el último verso del exilio español

Lo cuenta José Manuel Godoy Machado, el segundo de los hijos de Carmen, empresario, desde la ciudad de Valdivia, a unos 850 kilómetros al sur de Santiago de Chile. Carmen residió desde la década del cincuenta en la capital chilena. Hasta la misma mañana de su muerte, le preguntaban cómo se sentía y ella contestaba: “Estupendo, estupendo”. Se peinó y maquilló, como siempre. Era una mujer alegre y pragmática. Pero su familia la llevó a urgencias por algunos extraños dolores que la aquejaban. El desenlace fatal se produjo en cosa de tres horas. El diagnóstico: choque séptico. Sus restos descansan ahora en el Cementerio General de Santiago junto a los de su hermana María, su padre José –el tercero de los cinco Machado Ruiz– y su tío Joaquín –el cuarto–, que no tuvo descendencia y también falleció en Chile, el país adonde los llevó el exilio.

“Mi abuelo, José, era pintor y llegó a hacer algunas exposiciones, pero en Chile con mi abuela tuvieron al comienzo una vida difícil”, relata el hijo de Carmen sobre el hombre al que apenas conoció y no tiene recuerdos directos, porque murió en 1958, cuando él era muy pequeño. Los tesoros familiares que tenían relación con Antonio y Manuel –los dos hermanos mayores, poetas, uña y carne– fueron donados en su momento a Unicaja, en España. Pero la rama chilena conserva algunas joyas sentimentales del clan, que tienen que ver sobre todo con cartas y pertenencias de José, que en los años de Rocafort – noviembre de 1936 hasta abril de 1938–ilustró el libro La guerra, de su hermano Antonio. Entre los objetos preciados para esta familia están varias pinturas, como las que el artista le hizo a su propia madre, Ana Ruiz, la matriarca. En 2011, se montó en Sevilla una exposición con parte de este patrimonio, bajo el título de Los otros Machado.

Carmen conservaba recuerdos felices de la infancia, pero sin melancolía ni añoranza. “Se sentía chilena. No creo que haya extrañado España, aunque conservaba hermosos recuerdos, gracias a su impresionante memoria”, cuenta su hijo José Manuel, que festejó los 90 años de su madre, en su ausencia, levantando una copa, como le habría gustado a ella.

Las hermanas Carmen y María Machado, sobrinas de Antonio y Manuel, fotografiadas en Santiago de Chile, donde vivieron el exilio desde la juventud.
Las hermanas Carmen y María Machado, sobrinas de Antonio y Manuel, fotografiadas en Santiago de Chile, donde vivieron el exilio desde la juventud.Archivo particular

Los poetas Antonio y Manuel Machado Ruiz no tuvieron hijos y se perpetuaron a través de su obra y de sus seis sobrinas (tres hijas de José y tres de Francisco, entre las que está Leonor, la última testigo de esta familia que falleció en España en 2017). Carmen, a la que todo el clan le siguió diciendo la pequeña hasta avanzada edad, tuvo otras dos hermanas, Eulalia y María, con las que vivieron una infancia marcada por el horror de la guerra y el exilio.

Cuando la familia se trasladó desde Valencia a Barcelona en 1938, la pequeña Carmen vio aviones lanzando bombas y jamás olvidaría esas imágenes. Al poco tiempo, las tres niñas fueron enviadas solas a estudiar a un internado en Moscú, gracias a la mediación de un secretario de la Institución de Libre Enseñanza. Cuando su tío Antonio falleció en el exilio francés, en la localidad de Colliure, llegaba a Rusia el barco en el que viajaba Carmen, que aún no había cumplido 10 años. Allí fue separada nuevamente de sus hermanas mayores.

El reencuentro

Tuvieron que transcurrir otros nueve años para reencontrarse con sus padres, que vivían en Chile desde 1940. Habían llegado a tierras sudamericanas en el Formosa, la embarcación que el poeta Pablo Neruda gestionó para el exilio español. Los relatos que cruzan generaciones cuentan que en el tren que los trasladó desde Buenos Aires a Santiago, el hombre que cortaba los boletos observó el apellido Machado en sus documentos y comenzó, en medio de la cordillera de Los Andes, a recitar versos de Antonio.

Carmen llegó a Chile a los 18 años junto a su hermana María, su inseparable. Mientras, Eulalia permaneció en Rusia junto a su marido. En la capital chilena las jóvenes se reencontraron con sus padres –Matea y José– y su tío Joaquín. Y aunque Carmen llegó desde Rusia decidida a estudiar Medicina, por sus buenas calificaciones, finalmente optó por ejercer el periodismo. Llegó a dirigir la mítica revista Eva, una publicación enfocada en las mujeres, donde Carmen imprimió un enfoque moderno. En el intertanto, se casó con un periodista chileno y tuvo a sus dos hijos –Ana María y José Manuel–, aunque bastante pronto la pareja se separó. La madre de Carmen siguió viviendo en Chile pese a que enviudó, pero en la década del setenta viajó a España a reencontrarse con su primogénita Eulalia, a la que no veía desde que era una niña. Es la razón por la que Matea no fue enterrada en Chile.

“De toda la penuria que le tocó pasar, mi madre armó una impresionante fortaleza y personalidad”, cuenta el hijo de Carmen. “Nos inculcó el sentido del deber y la importancia de intentar sobreponerse a todo. Pero siempre feliz, contenta y con una sonrisa”, dice sobre su madre, que jamás dejó de devorar libros, símbolo de una familia inmortal.

“Mi tío era muy cariñoso”

Con motivo de la exposición Los Machado vuelven a Sevilla, en la capital andaluza en 2019 y que supuso la apertura del centro de la Fundación Unicaja que atesora la documentación sobre los poetas, Carmen Machado envió una carta desde Chile a su sobrina Mercedes de Lecea para que la leyera: “Soy Carmen Machado, hija de José, hermano de los poetas Antonio y Manuel Machado”, se presentaba. “Nací en Madrid, donde el grupo familiar estaba constituido por mis padres, mis hermanas, mi abuela paterna y mi tío Antonio. Desde que abrí los ojos, hasta los siete años, tiempo en que las tres hermanas partimos a Rusia, vivimos siempre juntos y juntos pasamos también los avatares de la Guerra Civil”.

“Las imágenes que vienen a mi mente en relación con tío Antonio parten en Madrid en tiempos de paz [...] era muy cariñoso, le gustaba conversar con mis hermanas y conmigo, nos escuchaba con atención y se divertía con nuestras ocurrencias. Me puso de sobrenombre, Cabezolita, apodo que nunca entendí a qué se debía, pero al que yo siempre respondía, hasta que muchos años después, mamá me contó que él siempre decía: ‘Esta niña piensa”. / MANUEL MORALES”.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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