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Robert Wyatt y Alfie Benge, 47 años de arte y amor

El músico, ya retirado, y la ilustradora y escritora comparten tantas cosas que es difícil disociarlos incluso físicamente. Ella habla de sus dos nuevos lanzamientos y él aparece fugazmente

Robert Wyatt y Alfie Benge (en la ventana), en su casa inglesa en los años ochenta.
Robert Wyatt y Alfie Benge (en la ventana), en su casa inglesa en los años ochenta.

Definir a Alfie Benge como “la musa” de Robert Wyatt es una injusticia que se ha repetido demasiadas veces. En los 47 años que llevan juntos ha diseñado todas las portadas de sus discos y escrito letras para sus canciones. La artista británica (80 años), además de compañera es asesora, se encarga de sus finanzas y ahora que el músico inglés, con 75 años, se ha retirado por motivos de salud, ejerce de portavoz.

Ella es la que da las entrevistas cuando se editan novedades relacionadas con la pareja, como es el caso: un disco y un libro. El primero es la publicación por primera vez en vinilo de His Greatest Misses, un mítico recopilatorio japonés de canciones de Wyatt grabadas entre 1973 y 2003. “Es muy ecléctico, una buena manera de entrar por primera vez en el trabajo de Robert. No está todo lo que ha hecho, pero sí que creo que están casi todos los Roberts”, explica por teléfono desde la casa en la Inglaterra rural que comparten hace tres décadas. El segundo lanzamiento es un libro, Side by Side, en el que recopilan letras de ambos acompañadas de dibujos de Alfie.

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“Cuando colaboramos no trabajamos juntos, cada uno hace una parte y luego la ponemos en común. De ahí lo de Side by Side (Algo así como “codo con codo”). Para el libro llegamos a un acuerdo. La mitad de las letras serían suyas y la otra mitad, mías. Pero como yo he escrito menos completé mi parte con dibujos”, explica.

La introducción del libro la escribe uno de sus fans declarados, el músico Jarvis Cocker. “Nosotros no le conocemos. Fue idea del editor, pero lo que ha escrito nos encanta”, explica Benge. El que fuera líder de Pulp recuerda en el texto que cuando en los ochenta sufrió un accidente que le tuvo en una silla de ruedas durante meses le empezaron a hablar de Robert Wyatt. Porque Wyatt, que había sido el batería de Soft Machine, una de las bandas de lo que se llamó Sonido Canterbury, se cayó borracho por una ventana en 1973, y quedó paralítico de cintura para abajo. Tenía 28 años y empezó entonces su carrera en solitario como vocalista. Un año después editaba su primer álbum, una obra maestra titulada Rock Bottom, que sentó las bases de su estilo, pop jazzificado cantado con una de las voces más emotivas de su generación.

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Música también de alto contenido político. Rock Bottom se publicó el 26 de julio de 1974. El día de la boda de Alfie y Robert, pero también el aniversario del asalto del cuartel de Moncada, que dio inicio a la revolución cubana. Las dos claves íntimas de la vida de Wyatt. Su relación con Benge y su compromiso político.

¿Cuál es el secreto para un matrimonio que dura 47 años? “Amor”, contesta Benge tras unos segundos reflexión. ¿Solo eso? “No”, responde soltando una carcajada. “Supongo que se trata de comprensión mutua. De ser capaz de ponerse en la piel del otro. Que te interesen las mismas cosas ayuda. Tienes tus peleas, pero nunca me he podido imaginar estar con otra persona. Supongo que nos gustamos de verdad”.

Se habían conocido, recuerda, años antes. La exmujer de Robert se había vuelto a casar con un exnovio de Alfie. “Todos mis novios habían sido músicos, porque me encanta la música”, añade. “El día que le conocí yo tenía entradas para un concierto de The Kinks. Le pregunté si quería venir conmigo, aceptó, y a partir de ahí llegamos aquí”.

Robert Wyatt en 1971, tocando la batería con Soft Machine.
Robert Wyatt en 1971, tocando la batería con Soft Machine. GEMS (Redferns)

Entre esos intereses comunes de los que habla estaba la política. “Siempre nos han sublevado las injusticias, el odio a los abusos y la solidaridad con las víctimas”, dice Benge. Esa postura les llevó a afiliarse juntos al Partido Comunista. “Lo hicimos porque el Partido Laborista parecía más preocupado por recaudar fondos que por la política, y porque donde vivíamos en Londres había un grupo de comunistas muy activo que además eran muy buenas personas. Por ejemplo, en el Partido Comunista sabías que no ibas a encontrarte con ningún racista. Algo que no podías asegurar cuando te relacionabas con alguien de otros partidos, por muy civilizados que parecieran. Era un grupo de gente con mucha humanidad”. Resulta chocante que admirasen regímenes opresivos como la China de Mao. “Lo importante para nosotros era que nuestros compañeros comunistas, gente mucho mayor que nosotros, hubieran dado su vida por la justicia y la igualdad sin pedir nada a cambio, aunque sabíamos que en Rusia o en China las cosas no eran así”.

¿Volverá Robert a grabar? “No, de ninguna manera. Está totalmente retirado, ya no compone. Considera que Comicopera [su último disco, editado en 2007] es su obra perfecta de despedida. Ni siquiera toca, tiene los hombros destrozados, son muchos años moviendo una silla de ruedas y le cuesta levantar los brazos” .

De repente se oye una voz masculina a lo lejos ¿Es Robert? “Sí, espera”. “¡Hola! Oye, no estoy mal del todo, tengo mis días. Hoy me encuentro bastante bien, por ejemplo”, dice riéndose y retirándose sin dar oportunidad a contestar. Y se les oye a los dos bromear como chavales en la veintena. “Si no te importa lo dejamos aquí, tengo que hacer cosas con este pesado”, dice Alfie. No, para nada.

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