Historia de un descubrimiento

La excavación está basada en la historia real de Edith Pretty, propietaria de unas tierras del condado de Suffolk, al este de Inglaterra, donde a finales de los años treinta se encontró uno de los enterramientos más importantes del Reino Unido. De la mano del arqueólogo Basil Brown, Pretty impulsó la excavación de Sutton Hoo, en la que se descubrió un barco funerario de 24 metros de eslora de tiempos anglosajones. Era el enterramiento del rey del siglo VII Redwald. Un botín arqueológico que hoy forma parte de los tesoros nacionales que alberga el Museo Británico y cuya peripecia se inscribe dentro del empeño de dos personas ajenas a los círculos de la academia.

La película de Simon Stone se detiene en el momento exacto de este descubrimiento. Los actores Carey Mulligan y Ralph Fiennes interpretan respectivamente a Pretty y Brown en una aventura que se empeña en ser épica desde el primer minuto. Stone se decanta por un filme demasiado contemplativo, con una banda sonora y un ritmo plagado de tics publicitarios y unos planos cuya luz y nostalgia desaprovechan no solo a los dos actores que tiene delante de las narices sino las tripas de una aventura que uno imagina más pegada a la sucia tierra que al cielo. Basada en una novela de John Preston, la película incluye una subtrama con los jóvenes y guapos Lily James y Johnny Flynn que desvía la atención de lo único que de verdad importa: el poderoso vínculo de la tierra con el pasado, la lucha entre grandes museos y pequeños arqueólogos y la historia de una mujer rica, sola y enferma. La frágil Mulligan y el obstinado Fiennes son, de lejos, lo mejor de un filme tan correcto como fácil de digerir y olvidar. Y es una pena, porque la historia de Sutton Ho, que ocurrió justo antes de la Segunda Guerra Mundial, fue un rayo de luz antes de que se abriera el insondable abismo.