Oleg Sentsov: “Los europeos no entienden que Putin supone un peligro inminente”
El cineasta ucranio, preso durante cinco años en Siberia y liberado el pasado septiembre, presenta la película 'Numbers' y prosigue su lucha a favor de los derechos civiles
Durante un lustro, el cineasta ucranio Oleg Sentsov (Simféropol, 43 años) vivió en una prisión en Labytnangui, una ciudad del distrito autónomo ruso de Yamalia-Nenetsia, en Siberia, a 6.000 kilómetros de su casa, con nieve nueve meses al año e inviernos que llegaban a -40 grados. “Los primeros años estuve en una celda de dos por tres metros”, recordaba ayer en Berlín. Sentsov, poco dado a los aspavientos, excepto cuando deja caer su mano en la mesa y provoca que los vasos bailen, estira su inmenso cuerpo en un gesto con el que recuerda aquel zulo.
En la Berlinale presenta en la sección Special su película Numbers, rodada con las instrucciones que el artista le daba a su abogado cuando le visitaba en prisión. Por culpa de la detención y el posterior juicio, el Sentsov activista ha devorado al Sentsov cineasta, que solo había dirigido un largometraje, Gamers (2011), cuando el 11 de mayo de 2014 fue detenido, acusado de terrorismo por las autoridades rusas, e inmediatamente juzgado en una farsa judicial, como demostraba el documental The Trial: The State of Russian vs Oleg Sentsov (2017).
El artista, nacido en Crimea, pero de familia y pasaporte ruso, se convirtió en referente del movimiento AutoMaiden durante la crisis de Crimea de 2014, proporcionando alimentos y ropa a los protestantes. Era un tipo que molestaba. Ni la movilización internacional, ni la concesión del premio Sajarov, ni las campañas de los cineastas europeos le hicieron cambiar de opinión al presidente de Rusia, Vladímir Putin. Condenado a 20 años, ntsov entró en un canje de 70 prisioneros, 35 por bando, el pasado mes de septiembre entre Ucrania y Moscú, que le permitió salir en libertad tras aterrizar en Kiev a inicios del pasado septiembre. Esos días ya se sabía que su película estaba acabada y que la Berlinale preveía incluirla en sus proyecciones.
"Putin no encendió la llama del radicalismo en Cataluña, pero no te engañes, él se encargara de que no se apague"
Sentsov no ha levantado el pie del acelerador. El martes presentó en un pase previo al certamen Numbers, y se fue a Georgia, para retornar a la capital alemana el viernes por la mañana. Este sábado atendía a los medios mundiales y explicaba sus intenciones vitales: “Estuve en Georgia porque hoy el activismo por los derechos civiles es parte fundamental de mi vida”, cuenta a este periodista de EL PAÍS y a otro de un diario alemán. “Todavía hay más 300 ucranios en prisiones rusas y yo no voy a parar hasta que estén libres tanto ellos como los terrenos ucranios ocupados por Rusia”. ¿Esa actividad acabará con el Sentsov artista? “El cine siempre será más importante para mi espíritu, pero no dejaré de batallar hasta que conozcamos la derrota de Putin. Y entonces sí me dedicaré solo al cine”.
En Numbers hay un estilo teatral, ya que encierra en un espacio cerrado a diez personas de todas las edades, que realizan allí su vida diaria. No se sabe mucho más, y están sometidos a unas reglas absurdas, marcadas por El Gran Cero. Todo, metáfora de lo ocurrido en los últimos años en Europa del Este, aunque la obra de teatro en la que se basa se escribió antes de la revolución en Ucrania. “En prisión escribí obras, novelas, cuentos... Busqué que tuviera ese tono teatral porque de otra forma el material no hubiera funcionado. Sirve, evidentemente, para explicar la influencia de la antigua URSS, y por eso los eslóganes están escritos en ruso”, y describe el proceso de creación de Numbers: “Me pude comunicar con algún correo electrónico, aunque sobre todo fue a través de cartas y fotografías que me mostraba mi abogado apoyándolos en el cristal que nos separaba en la sala de comunicación en el penal. Fue un proceso duro, extenso... y a la vez preciso”.
"Dirigi 'Numbers' a través de cartas y fotografías que me mostraba mi abogado apoyándolos en el cristal que nos separaba en la sala de comunicación en el penal"
En aquel campo de prisioneros en Labytnangui, insiste, jamás se desesperó: “Nunca pensé en que no volvería a rodar, en ningún momento me planteé que no saldría de allí. Siempre supe que algún día me liberarían”. Y para ello produjo y produjo: “Tuve que cuidarme. En la cárcel era fácil perder el sentido del humor y las ganas de escribir. A no hundirme me ayudó leer mucho, escribir más. Numbers es solo una pequeña parte de lo que creé allí. Hay diarios, cuentos, novelas, guiones...”.
Cartas de apoyo
Sentsov, vaqueros y forro polar azules, mirada siempre dirigida a la traductora (aunque entiende el inglés), agradece el apoyo internacional, que le llevó a ser candidato al Nobel de la Paz. El cineasta empieza a soltarse. “En Siberia recibía algunas noticias de todo ese apoyo político y artístico. Recibí 22 kilos de cartas, y me llevé todas a Kiev. En prisión esas misivas son más importantes que la comida, porque cuando estás aislado te conectan con quien de verdad eres tú”. Y entra en terrenos políticos: “Cuanto más lejos están los países europeos de Ruia, menos sienten el miedo de las decisiones de Putin. Y se equivocan. Putin nunca parará, como demostró la ocupación de la península de Crimea. Los europeos no entienden que Putin supone un peligro inminente”.
"Hoy el activismo por los derechos civiles es parte fundamental de mi vida"
¿En qué sentido? “Mira, Putin no solo tiene un poder ideológico, sino que controla directamente muchos asuntos. Lo hace de muchas maneras. Vivimos una guerra silenciosa entre distintos servicios secretos y ahí va ganando gracias al dominio ruso del ciberterrorismo. Ha pasado en Siria, en África y en Europa, donde apoya a cualquier grupo radical. Lo vi en Cataluña cuando estuve en noviembre y pude hablar con la gente. Ha pasado lo mismo que ocurrió en Crimea”. Este periodista pide a la traductora que puntualice bien las palabras de Sentsov, y él interrumpe para extender la respuesta: “Putin no encendió la llama del radicalismo en Cataluña, pero no te engañes, él se encargará de que no se apague”.
¿Es optimista con el futuro de Ucrania? “Realista, ni pesimista ni optimista, aunque creo en nuestra victoria final. Seremos un país unido, incluida Crimea, independiente y democrático, con la vista puesta en Occidente. Y no viviremos bajo la supremacía de Putin”. Y para ello defiende un arma: el arte. “Que la gente lea, oiga música, vea películas, vaya al teatro... La cultura y la educación mejoran a las personas”. Tiene claro sus ejemplos: "Los políticos que proceden de la cultura suelen ser buenos. Y no lo digo solo por el actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski [actor y productor], sino también por Ronald Reagan. Como mandatario fue decente; ahora, como actor, era realmente malo".
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