Jordi Casanovas, cuando llegar a la calma ya es mucho
El dramaturgo trabaja en su obra 'Alguns dies d’ahir', que quiere tener lista para el próximo otoño. "Estoy harto de crispaciones, de discusiones políticas muy acaloradas", dice
Jordi Casanovas está sumergido en su nueva obra, Alguns dies d’ahir, que quiere tener lista para el próximo otoño. Me dice: “Cuando me preguntan de qué va, les digo que sobre las conversaciones de una familia catalana durante el otoño de 2017”. Es cierto que en teatro se ha escrito muy poco sobre lo que aquellos hechos provocaron en la gente de la calle. Casanovas no oculta que su inspiración formal está en los ciclos The Apple Family plays (2013) y The Gabriels (2016), del dramaturgo americano Richard Nelson, que ha retratado, con acentos chejovianos, las vidas de varias familias durante diversos procesos electorales. “Intento abarcar seis días en la vida de una familia de las afueras de Barcelona. Los días son el 21 de agosto de 2017, cuatro días después del atentado de las Ramblas; el 21 de septiembre, a una semana del referéndum; el 2 de octubre; el 29 de octubre, dos días después de la declaración fallida; el 20 de diciembre, un día antes de las elecciones, y después, un último día, que transcurre el 16 de octubre de 2019, dos días después de la sentencia del juicio, y mientras está la plaza Urquinaona ardiendo”.
El dramaturgo catalán cree que está encontrando el tono, “cosa que me interesa como escritor y como ciudadano: estoy harto de crispaciones, de discusiones políticas muy acaloradas, y de que, sumando todas las emisoras, hayan llegado a envolvernos las 24 horas del día”. En Alguns dies d’ahir, añade, “quiero que todo lo que vivimos o sufrimos, de un modo u otro, sea un viaje emocional. Para mí, lo difícil es recuperar las emociones, porque fueron intensas y han pasado dos años”. Y a continuación dice algo que he escuchado raras veces: “Quizás no sea lo más habitual que unos personajes puedan hablar desde la calma, pero parto de la idea de que en esa familia todos se respetan ideológica e intelectualmente. Yo quiero intentar comprenderlo todo, y acompañar al público a hacer ese recorrido. Llegar a la calma ya es mucho. Y tengo la intuición de que está llegando. Hemos de abordar cosas que pueden ser dolorosas, pero me parece que tenemos el cargador de paciencia algo más lleno que hace dos años. Mi proyecto inmediato, pues, es esta función que dirigirá Ferran Utzet”.
De momento, Casanovas tiene Gazoline en el TNC de Barcelona, que José Luis Arellano y La Joven estrenaron en Madrid el año pasado, y se retoma en el Pavón en mayo. Su gran éxito por toda España (“salvo en Barcelona, donde no se ha visto: no nos explicamos el motivo”, dice) sigue siendo Jauría, que en abril se estrena en Argentina, Perú y México. “Y también en mayo estrenamos en el Borrás Sopar amb batalla, una comedia negra que he reescrito varias veces. ¿Contarla en pocas líneas? Ahí van. Una pareja inaugura su casa e invita a los amigos de ella. Él quiere pedirle matrimonio, pero uno de los invitados monta una broma terrible”.
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