Date prisa si vas a dormir para siempre
El nuevo álbum del cantante estadounidense Nathaniel Rateliff recibe una calificación de 8 sobre 10
Cuando un ser próximo se autodestruye, toda ayuda es poca. E inútil si se comparte el combustible que le está abocando a la tumba. Llega el final, afloran los remordimientos: ¿era posible hacer algo más? Nathaniel Rateliff (St. Louis, Missouri, 41 años) dedica su nuevo álbum a cauterizar esta herida, poderosa motivación para construir canciones que, alejándole del fogoso soul que le aupó junto a su banda The Night Sweats, le retratan en una dolida madurez. Honesto hasta la lágrima, And It’s Still Alright se sustenta sobre el reconocimiento de las propias debilidades y tristezas, articulándose en una artesanía de la canción que retrotrae a los primeros años setenta, cuando desnudar el alma se puso de moda.
Artista: Nathaniel Rateliff
Disco: And It's Still Alright
Sello: Stax-Music As Usual
Calificación: 8 sobre 10
De cuna le viene a Rateliff la sinceridad autocrítica: creció en una familia de misioneros evangélicos en cuyo coro se formaría esa formidable voz, de un tosco susurro al aullido cósmico. La temprana muerte del padre y la confusión de una vida esclava de lo divino le llevarán al agnosticismo, a trabajar en fábricas y cantar en bares. Y, cuando en 2015 atrape finalmente el éxito, lo hará con un tema donde afronta su alcoholismo, S.O.B.. La carrera del hermano Nathaniel parece encauzada, las actuaciones con la sudorosa agrupación soul atraen a multitudes, pero su matrimonio se agrieta. Y su íntimo colaborador, Richard Swift, no parece la mejor compañía. También él pasa por un divorcio y bebe hasta la cirrosis, un genio en la botella, lo confirma su trabajo con Damien Jurado o The Shins.
Deshauciado, Swift fallece a los 41 años y le deja con la tarea a medio hacer. En duelo, decide honrar el compromiso con quien tanto le ha inspirado y nacen canciones que miran hacia el más aéreo Harry Nilsson, sublimando lo heredado del áspero Leonard Cohen. El desgarro interior se hace amargo jarabe, deliciosas armonías vadeando un abrumador desaliento, como en la inicial What a Drag y —extraño en estos tiempos dispersos— en todas ellas: All or Nothing, Mavis, Kissing Your Friends, Time Stands, Tonight #2… Al final, el paso fúnebre de Rush On se traga el aire alrededor. ‘’Esperaba que sanarías o te despertarías cuando pasase /Ahora cuento los días desde que tu aliento te cerró los ojos / Date prisa / Date prisa / Si vas a dormir para siempre’’.
Ahora estamos, luego ya no. Y aún así, nos recuerda el título, todo bien. No hay otra.
Babelia
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