Christian Dior, el hombre que encumbró el lujo
La biografía del diseñador llega a los quioscos mañana con EL PAÍS
Cuando tenía 14 años acudió a una vidente. Aquel encuentro predijo su vida y marcó su carácter supersticioso. La mujer le dijo: “Te encontrarás sin un centavo, pero las mujeres serán buenas para ti. Te traerán el éxito. Viajarás mucho”. Tenía razón. El pequeño Christian Dior se convirtió en uno de los maestros de la moda más importantes del siglo XX, no sin antes tocar fondo. Esta premonitoria anécdota la cuenta Dani García, director de la revista ICON, en la biografía del modista que se distribuye mañana con EL PAÍS por 12,95 euros. Pertenece a la colección Mitos de la moda, que está disponible en la web de Colecciones.
Dior nació en 1905, en la costa normanda. Su familia disfrutaba de una vida acomodada y él del jardín donde su madre cultivaba flores, esas que después tanto lo inspirarían para dibujar la figura de la mujer. Se trasladaron a vivir a París, donde Dior estudió, abrió una galería de arte, disfrutó de la ebullición cultural de los años 20 e hizo grandes amigos de renombre, como Dalí. Pero el crac del 29 arruinó a su familia como a tantas otras y eso solo fue el inicio de una etapa nefasta. Uno de sus hermanos fue ingresado en un hospital psiquiátrico, su madre murió y él, sin un franco en el bolsillo, vivió de sofá en sofá en casa de los amigos con los que había compartido tantas tertulias, malvendiendo algunas obras de arte.
Hay genios que despuntan desde pequeños y otros que necesitan un golpe de suerte o la experiencia de la edad. Estas dos últimas cosas fueron las que convirtieron a Christian en Dior. Tras unos años desastrosos y la devastación de la II Guerra Mundial, el diseñador trabajaba dibujando para otros cuando se topó con el gran empresario del algodón Marcel Boussac, que buscaba un diseñador para reflotar una casa de moda. Dior, con una timidez que se reflejaba en su redonda cara, le propuso empezar algo totalmente nuevo y exclusivo. Aceptó y desde la primera colección el modista conquistó a las mujeres de Francia y más allá.
Frente a la vestimenta útil que había impuesto la guerra y la emancipación de la mujer, Dior apostó por recuperar la ostentación y el lujo con voluminosas faldas y cinturas ínfimas. Sus diseños y sus telas eran un escándalo en época de racionamiento que encantó a las mujeres pudientes. Cada nueva colección rompía con la anterior y cada nueva colección era más codiciada que la anterior. Sus desfiles se convirtieron en verdaderos eventos sociales.
Dior revolucionaba París cada seis meses mientras aupada la costura a la categoría de industria, controlando sus ventas y preocupándose por integrar nuevas tecnologías. Todo esto no le impidió elevar la tarea artesana, siempre acompañado de su vara. En el libro Christian Dior se recogen estas palabras del modista: “En esta era tecnológica, la costura es uno de los últimos refugios de lo humano, de lo personal, de lo inimitable. En una época tan sombría como esta, debemos defender el lujo centímetro a centímetro”.
Babelia
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