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La lluvia de nominaciones a los César reaviva la polémica en torno a Polanski

El realizador franco-polaco ha sido nominado en 12 categorías de los premios más importantes del cine francés pocos días después de que se conociera una nueva acusación de violación en su contra

Protesta en París durante la presentación de la última película de Polanksi. En vídeo, el tráiler de la película.Vídeo: CHRISTOPHE ARCHAMBAULT
Silvia Ayuso

La lluvia de nominaciones a los César, los premios más importantes del cine francés, al realizador Roman Polanski por su última película, El oficial y el espía, han vuelto a relanzar la polémica, todavía sin resolver en Francia, sobre si hay que separar la obra de su autor cuando este tiene un pasado sombrío y hasta criminal, como es el caso del realizador franco-polaco, en materia de abuso sexual de mujeres muy jóvenes. 

Tengo la sensación que el cine francés no ha terminado su revolución en lo que concierne a la lucha contra la violencia sexista y sexual
Marlène Schiappa, secretaria de Estado de Igualdad

Pocos dudan en Francia de la calidad de El oficial y el espía, aspirante, entre otros, al César al mejor director (Polanski), a la mejor película y al mejor actor (Jean Dujardin), entre otros. Pero nadie ha olvidado a la par que, coincidiendo con el estreno de la película, otra nueva presunta víctima de Polanski —requerido por la Justicia de EE UU por abusar de Samantha Geier en 1977, cuando la víctima tenía 13 años—, la exmodelo y fotógrafa Valentine Monnier, aseguró el pasado noviembre que el director la violó y golpeó en su chalé en Suiza en 1975, cuando ella tenía 18 años.

“Si violar es un arte, dadle a Roman Polanski todos los César ¡12 nominaciones para la película El oficial y el espía de Polanski! ¡12 como el número de mujeres que le acusan de violación! Vergüenza a los César. Al aclamar a un pederasta y violador fugado, se silencia a las víctimas”, denunció en las redes sociales la asociación feminista Osez le féminisme, que ya ha llamado a manifestarse el próximo 28 de febrero ante la sala Pleyel de París durante la 45 ceremonia de los César.

Otra paradoja de los César de este año es la nominación al César como mejor actriz de Adèle Haenel, quien casi al mismo tiempo que hablaba Monnier sacudía también ella al mundo del cine al revelar que había sido víctima, cuando tenía apenas 13 años, de acoso sexual del director Christophe Ruggia, que acaba de ser imputado por agresión sexual contra una menor de 15 años y se encuentra bajo control judicial.

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El éxito de la película de Polanski se produce además en momentos en que los círculos intelectuales franceses siguen debatiendo su laxitud de larga data ante delitos como la pederastia, a raíz de la publicación de El Consentimiento, el libro donde la editora Vanessa Springora cuenta su relación a mediados de la década de 1980, cuando tenía solo 14 años, con el escritor francés Gabriel Matzneff, de 50.

Lo que ha escandalizado a muchos en Francia, incluidos algunos miembros del Gobierno de Emmanuel Macron, no es la respuesta de Polanski, que sigue negando tajantemente las nuevas acusaciones como ha rechazado otras en el pasado, sino la reacción casi indiferente de los responsables de los premios más prestigiosos de Francia. 

Un debate político

Los César “no son una instancia que deba tener posiciones morales”, replicó el miércoles el presidente de la Academia de los César, Alain Terzian, ante la polémica suscitada nada más anunciarse las nominaciones. “A no ser que me equivoque, 1,5 millones de franceses han visto su película. Pregúnteles a ellos”, agregó.

Una respuesta que no ha gustado nada a la secretaria de Estado para la Igualdad, Marlène Schiappa. “Ver la película, puede que sea algo sin mensaje. Pero que se vaya a aplaudir a un hombre acusado de violación por varias mujeres es algo que me choca”, replicó este jueves en la cadena LCI, donde —como ya declaró en otros medios la víspera— considera que la lluvia de nominaciones a los premios hace “interrogarse sobre el mensaje que esto envía”. En la pasada edición del festival de Venecia, su presidenta, Lucrecia Martel, indicó que aunque no cuestionaba la presencia de El oficial y el espía en la muestra, ella no iba a acudir a la proyección de gala de la película de Polanksi porque no podía separar "al hombre de la obra" y porque se sentía representante de "muchas mujeres en Argentina que luchan por cuestiones como esta".

“Tengo la sensación que el cine francés no ha terminado su revolución en lo que concierne a la lucha contra la violencia sexista y sexual", continuó este jueves Schiappa. "Durante mucho tiempo se ha dicho que cuando un hombre es acusado de violación por una mujer, el pobre ve cómo se destruye su carrera y que es el fin de su vida. Aquí vemos que, claramente, no es para nada el caso y que, en general, son más bien las mujeres que tienen el valor de hablar las que ven cómo se les cierran las puertas”, lamentó. La máxima responsable de la lucha contra la violencia machista en Francia recordó que el Me Too comenzó precisamente en el mundo del cine con las denuncias al productor Harvey Weinstein —cuyo juicio acaba de comenzar— y lamentó que, con las nominaciones a los César, el cine francés esté enviando el mensaje de que “no le interesan las víctimas de la violencia sexista y sexual”.

El ministro de Cultura, Franck Riester, se ha mostrado más cauto al declarar que la Academia es “libre de sus elecciones y de su modo de funcionamiento” y que no le corresponde a él “intervenir en su proceso de nominación ni definir las condiciones de elegibilidad de las películas”. Aun así, acotó Riester, que ha condenado duramente el caso Matzneff y que tras la polémica con Polanski y Ruggia anunció que las ayudas del Centro Nacional de Cine estarán a partir de ahora condicionadas a la prevención y detección de riesgos sobre acoso sexual, “el talento no es una circunstancia atenuante ni la genialidad una garantía de impunidad”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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