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Corea del Norte amplía las condenas de pena de muerte al consumo de películas e información extranjeras

La ONU denuncia en un informe el deterioro de los derechos humanos y el creciente aislamiento del país asiático

 Kim Jong en Pyongyang, el 9 de septiembre.
Guillermo Abril

El Gobierno de Corea del Norte ha “ampliado considerablemente” la aplicación de la pena de muerte en la última década, ha llevado a cabo ejecuciones, incluso por consumir o difundir información extranjera (como publicaciones, películas o música) procedente de naciones “hostiles”. Pyongyang, además, ha continuado “ejerciendo un control total sobre la población y restringiendo gravemente el disfrute de los derechos y libertades fundamentales”, según denuncia un informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos sobre el país que Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, rige con puño de hierro.

El documento, publicado el pasado viernes, recoge también cómo Pyongyang ha “institucionalizado” los trabajos forzados e intensificado aún más su ya pronunciada desconexión del resto del mundo. “En 2025, el país permanece más aislado que en casi cualquier otro momento de su historia”, argumenta.

Corea del Norte es hoy, según la ONU, quizá el peor lugar del mundo en términos de privaciones de libertades: “Ninguna otra población está sometida a tales restricciones en el mundo actual”, sentencia el informe, cuyos 16 folios reflejan cómo, en virtud de leyes, políticas y prácticas introducidas desde 2015, los ciudadanos han sido sometidos a una mayor vigilancia y control “en todos los ámbitos de la vida”.

Las conclusiones se fundamentan, entre otras cosas, en entrevistas con 314 víctimas y testigos que han abandonado el país durante el período analizado (de 2014 a 2025). Tal y como confiesa uno de esos fugitivos norcoreanos al Alto Comisionado de la ONU: “Para bloquear los ojos y los oídos de la gente, reforzaron la represión. Era una forma de control destinada a eliminar incluso los más mínimos signos de insatisfacción o queja”.

El presidente de Corea del Norte, Kim Jong-Un, en el Gran Palacio del Pueblo el pasado 4 de septiembre en Pekín.

En la época de la hiperconexión global, el Gobierno norcoreano persigue de forma obsesiva cualquier material extranjero que permita a su población ver qué sucede fuera de uno de los países más herméticos del mundo. El acceso a internet es prácticamente inexistente para el público en general; solo existe una intranet nacional estrictamente controlada, disponible principalmente para instituciones de investigación y funcionarios gubernamentales. Los medios están bajo férreo control del Gobierno. Y todas las personas deben participar en sesiones semanales de autocrítica, cuyo objetivo principal es la vigilancia colectiva y el adoctrinamiento.

A la vez, se han agravado las disposiciones que penalizan con castigos severos ―incluida la pena de muerte― el acceso a información extranjera no autorizada y prohíben el consumo o la difusión de información (por ejemplo, a través de publicaciones, música y películas) procedente de naciones “hostiles”.

“Esta represión”, señala el documento, “se ha intensificado a partir de 2018 y aún más a partir de 2020″, lo que ha dado lugar a que se lleven a cabo “varias ejecuciones públicas” por casos relacionados con la distribución de medios de comunicación extranjeros y con la violación de las leyes de prevención de epidemias.

Varios de los entrevistados aseguran haber presenciado tales ejecuciones: “Se llevan a cabo mediante fusilamiento tras juicios que no cumplen las normas de imparcialidad”, recoge el documento, que también asevera cómo la aplicación de la pena capital se ha “ampliado considerablemente” desde 2015, con al menos seis nuevas leyes que extienden su uso, incluso para delitos como los relacionados con el tráfico de drogas y la propaganda contra el Estado.

El trabajo de la ONU repasa buena parte del período de Kim Jong-un al frente del país. El balance es muy oscuro. Kim ascendió al poder en diciembre de 2011, y varios de los huidos del país han informado de que existía una “sensación de esperanza” de que mejorara la situación en el país, entre promesas del nuevo líder de que los ciudadanos no tendrían que volver a “apretarse el cinturón”. Enseguida comenzaron las purgas y las medidas represivas. “El control del Gobierno sobre todos los aspectos de la vida de los ciudadanos fue el más absoluto en décadas”. Este control se aceleró durante la pandemia de coronavirus (que mantuvo al país prácticamente sellado de 2020 a 2025), y ha sido facilitado por la “tecnología de vigilancia”.

El informe describe también una situación de “inseguridad alimentaria crónica” debido a la insuficiente producción nacional, además de inundaciones y otros desastres naturales y, en cierta medida, a las sanciones a las que el país se enfrenta por su programa nuclear. Más del 40% de la población está desnutrida y casi todas las personas entrevistadas por el Alto Comisionado mencionaron que no tenían alimentos suficientes. “Comer tres veces al día es un lujo para la mayoría de la población del país”, señala.

El documento constata además el creciente aislamiento de la población. En los últimos años, se ha restringido el flujo de personas que entran y salen del Estado, e incluso para viajar entre provincias es necesario un permiso especial, que uno obtiene a menudo por medio de conexiones o sobornos. La corrupción es otro de los males que corroe al Gobierno, ya que los sobornos se han convertido en la fórmula para sobrevivir a las numerosas situaciones de injusticia cotidiana.

Kim, sin embargo, ha tratado de proyectar últimamente una imagen de apertura al mundo. El líder, de 41 años, tuvo una oportunidad diplomática única a principios de septiembre, durante su viaje a Pekín como invitado de honor al desfile militar que China celebró para conmemorar la rendición de Japón en la segunda guerra Sino-Japonesa (1937-1945) y el final de la II Guerra Mundial. Durante un par de días de estancia en la capital china, se codeó con una veintena de líderes. Y se entrevistó con Xi y Putin.

La sintonía entre Pyongyang y Moscú se ha intensificado después de que sellaran en 2024 un acuerdo de asociación que incluye un tratado de defensa mutua en caso de agresión. Corea del Norte ha asistido a Rusia en la guerra de Ucrania, con el envío de soldados y material militar.

El estudio destaca, sin embargo, que, aunque el comercio y los intercambios con algunos países se han ampliado, “en general el país está mucho menos conectado con la comunidad internacional”.

Y el documento apenas deja una rendija positiva: solo reconoce haber obtenido informes sobre “mejoras aisladas”, como la reforma de varias leyes que refuerzan las garantías de un juicio justo y la protección contra los malos tratos a las personas privadas de libertad.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.
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