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Corea del Sur premia con un cargo ministerial a un desertor norcoreano huido en 2016

Tae Yong-ho huyó cuando ocupaba la segunda jefatura de la embajada norcoreana en Reino Unido. Pyongyang continúa lanzando globos cargados de basura al Sur

Tae Yong-ho
Tae Yong-ho, exdiplomático norcoreano, durante una conferencia de prensa en Seúl, en febrero de 2019.Lee Jin-man (AP)

El exdiplomático y desertor norcoreano Tae Yong-ho ha sido nombrado secretario general del Consejo Asesor de la Unificación Pacífica de Corea, por decisión del presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol. Tae, de 62 años, se ha convertido así en el primer desertor de Corea del Norte al que se asigna un cargo de rango ministerial —en este caso, de viceministro— en Corea del Sur. Su designación se produce en un momento de creciente tensión en la península coreana: Pyongyang ha vuelto a lanzar globos cargados de basura hacia el Sur, a lo que Seúl ha respondido reanudando las emisiones de propaganda contra el régimen a través de altavoces ubicados en la frontera. Los analistas temen que la situación escale, como ocurrió en 2015, por una situación similar, y que condujo a un intercambio de fuego entre ambos ejércitos, que se saldó sin bajas. La decisión se conoce, además, la misma semana en que trascendió que otro cargo norcoreano, en este caso un diplomático, huyó a Corea del Sur el pasado noviembre.

“[Tae] Es la persona adecuada para ayudar a establecer una política de unificación pacífica basada en la democracia liberal y obtener apoyos tanto dentro como fuera del país”, ha expresado la oficina presidencial en un comunicado citado por la agencia de noticias surcoreana Yonhap. El Consejo que dirigirá Tae es un organismo asesor del Gobierno surcoreano, creado en 1980, que juega un papel crucial en la formulación y coordinación de estrategias destinadas a alcanzar una solución pacífica y sostenible para la unificación de la península coreana.

Tae es el exdiplomático norcoreano de mayor rango que ha desertado en la historia. Ostentaba la segunda jefatura de la Embajada de Corea del Norte en Reino Unido cuando en 2016 decidió huir con su familia a Corea del Sur. Pyongyang lo tildó de “escoria humana” y lo acusó de filtrar secretos, malversar fondos e incluso violar a menores. Según publicó entonces la agencia de noticias norcoreana KCNA, el régimen habría solicitado a Londres su repatriación, pero, en su lugar, “entregó a fugitivos sin pasaporte a los títeres surcoreanos”.

Oriundo de Pyongyang, Tae se incorporó al Servicio de Acción Exterior norcoreano con 27 años y en él hizo carrera durante casi tres décadas, bajo las órdenes de las tres generaciones de líderes de la dinastía Kim. Su principal misión en Londres era difundir una imagen positiva de los gobernantes de su país, y llegó a afirmar que los políticos británicos habían lavado el cerebro a los ciudadanos haciéndoles creer mentiras “espeluznantes y aterradoras” sobre Corea del Norte bajo el liderazgo de Kim Jong-un.

No obstante, en declaraciones posteriores a su deserción, aseguró que huyó porque no quería que sus hijos tuvieran “vidas miserables”. En numerosas ocasiones ha manifestado su repulsión a la dictadura norcoreana y expresado su admiración por la democracia surcoreana. En unas memorias publicadas este año (Passcode to the Third Floor: An Insider’s Account of Life Among North Korea’s Polite Elite), describe los excesos de la élite de su país natal y la magnitud del culto a la personalidad construido alrededor de los Kim.

Desde su llegada a Seúl, ha abogado por el uso de la diplomacia y medios no coercitivos para debilitar a Pyongyang, y ha pedido el intercambio de prisioneros entre las dos Coreas, que oficialmente continúan en guerra, después de que el conflicto bélico de 1950 a 1953 terminase con un armisticio en lugar de un tratado de paz. En 2020, Tae se convirtió en el primer desertor norcoreano en obtener un escaño en la Asamblea Nacional de Corea del Sur, como legislador del gobernante Partido del Poder Popular, pero no logró la reelección en los comicios parlamentarios del pasado abril.

Su nuevo nombramiento llega la misma semana en la que salió a la luz que otro exdiplomático norcoreano había desertado junto a su familia para instalarse en Corea del Sur. Ri Il-gyu fungía como consejero político de la Embajada norcoreana en Cuba hasta noviembre del año pasado, y desde la nación caribeña huyó por su “desilusión” con Corea del Norte y “el futuro sombrío” que les esperaba a sus hijos. Tae emitió un comunicado al conocerse la noticia, en el que expresó: “Nosotros, exdiplomáticos norcoreanos, trabajemos juntos por la reunificación para hacer realidad el sueño de los funcionarios y los residentes norcoreanos de que sus hijos vivan libremente”.

Hasta diciembre del año pasado, unos 34.000 norcoreanos habían huido a Corea del Sur, según estimaciones del Ministerio de Unificación surcoreano. Muchos lo hacen cruzando la frontera con China, aunque en los últimos meses se ha complicado esta vía, ya que se ha reforzado la vigilancia y se han elevado las tasas de los intermediarios, según denuncian activistas. Quienes consiguen llegar a territorio surcoreano reciben automáticamente la ciudadanía y un estipendio para su reasentamiento. Pero su vida no es sencilla: a algunos les cuesta asimilar los choques culturales y muchos sufren graves dificultades económicas y discriminación.

Con la aspiración de promover la inclusión y combatir el profundo estigma que enfrentan quienes huyen de la nación más hermética del planeta, Corea del Sur ha decretado el 14 de julio como el Día Nacional de los Desertores Norcoreanos. En su primera celebración, el pasado domingo, el presidente Yoon prometió aumentar las ayudas económicas y los incentivos fiscales para que las empresas los contraten.

Estos esfuerzos de unificación, sin embargo, llegan en un momento de creciente tensión entre las dos naciones. Desde finales de mayo, Corea del Norte ha lanzado a Corea del Sur más de 2.000 globos cargados de desechos (papel usado, plásticos, colillas e, incluso, estiércol) que han aterrizado en ciudades, viñedos, campos de arroz y carreteras de muchos puntos del país. La cruzada se produce en respuesta al envío de folletos con propaganda anti-Pyongyang que grupos de activistas afincados en Corea del Sur —la mayoría son desertores norcoreanos— arrojan a Corea del Norte, a través de sus propios globos de plástico.

El jueves, el Estado Mayor Conjunto surcoreano comunicó que Pyongyang lanzó su octava ronda de globos. La poderosa hermana de Kim Jong-un, Kim Yo-jong, ya había amenazado a principios de semana con que su país haría “pagar un precio muy caro” a la “escoria surcoreana [que] no cesa en su burdo y sucio juego”, según recoge la agencia KCNA. El domingo, la hermana aseguró que habían vuelto a aparecer “panfletos sucios cargados de morralla surcoreana” en la frontera y alrededores.

Corea del Norte considera estas campañas del Sur —en las que, además de panfletos políticos, también se envían USB cargados con música y series surcoreanas— una provocación que puede amenazar su liderazgo, ya que el acceso oficial a noticias extranjeras está prohibido para la mayoría de sus 26 millones de habitantes.

Seúl ha replicado con la emisión de mensajes contra Pyongyang a través de altavoces ubicados en la frontera, según informó este viernes el ejército surcoreano. Son las primeras difusiones de este tipo desde el 9 de junio, cuando se reanudaron por primera vez en seis años. Aunque de momento no ha trascendido su contenido, las anteriores incluyeron canciones de K-pop, noticias sobre el gigante tecnológico surcoreano Samsung y críticas al programa de misiles de Corea del Norte y el uso de la censura.

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