Giselle irrumpe en tiempos de Tinder
La Compañía Nacional de Danza y el colectivo Kor’sia exploran el significado del amor en el presente en dos nuevas versiones del ballet romántico por excelencia
¿Es posible morir de amor como Giselle? La protagonista del ballet romántico por excelencia encarna un ideal en desuso, aunque paradójicamente persiste en los escenarios como referencia del amor absoluto y que no se apaga ni siquiera cuando es rechazado. La leyenda ha soportado decenas de revisiones desde que la Ópera de París estrenó el libreto de Théophile Gautier en 1841 y justo ahora se presentan dos nuevas versiones de la Compañía Nacional de Danza (CND) y el colectivo Kor’sia que parecen antagónicas, pero que coinciden precisamente en su intención de explorar el significado que hoy puede tener el símbolo. ¿Qué significa ser romántico en este tiempo? ¿Sobreviviría la pasión de Giselle en la era de Tinder?
La versión que la CND estrenará el próximo miércoles en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, con coreografía de Joaquín de Luz y dramaturgia de Borja Ortiz de Gondra, no solo no teme la estética ni los ideales románticos que subyacen en el ballet original, sino que profundiza en ellos como contraste con el presente. “Hoy más que nunca es relevante buscar historias sólidas y que nos puedan servir de referencia. Especialmente en este tiempo de pandemia en el que nos vemos obligados al aislamiento y la desconexión, creo que es interesante bucear en los principios del romanticismo. Es uno de los grandes valores del arte: ofrecer esperanza a través de la belleza”, reflexiona De Luz, que afronta su primer gran clásico desde que asumió la dirección de la CND el año pasado.
Tampoco le tembló el pulso cuando decidió con Ortiz de Gondra dar voz en su versión a Gustavo Adolfo Bécquer, paradigma del romanticismo español, pese a que es un autor de escasa popularidad en este momento: el 150 aniversario de su muerte ha pasado este año sin pena ni gloria por razones que no tienen que ver con la pandemia, sino con la depreciación de su obra con el paso del tiempo. “Es que la idea que tenemos de sus textos es la que nos quedó cuando lo tuvimos que leer por obligación en el instituto: una poesía cursi, para adolescentes, pasada de moda. La sorpresa que me llevé yo al revisitarlo es que no es para nada cursi. Al contrario, es bastante oscuro si lo releemos con ojos limpios”, asegura el dramaturgo.
”Si al resonar confuso a tus espaldas vago rumor, / crees que por tu nombre te ha llamado lejana voz, / sabe que entre las sombras que te cercan te llamo yo”. Los versos de Bécquer suenan al principio y al final de esta versión, que traslada la historia, que transcurría en Alemania, al monasterio de Veruela, en la sierra del Moncayo, donde Bécquer vivió retirado en 1863. El montaje presenta una estética que recoge aquella aura romántica que plasmaron en sus estampas y crónicas los viajeros españoles que visitaron España en esa época. Mantiene también la música de Adolphe Adam y bastantes partes intactas de la coreografía de 1841, pero cambia el libreto de Gautier en el desenlace.
Igual que en el ballet original, Giselle regresa de la muerte para salvar al hombre que sigue queriendo, a pesar de que la ha abandonado, pero en esta relectura la historia no termina ahí: él se verá condenado a regresar continuamente a su tumba para llorar por su pérdida. Es el precio que paga por no haber sabido amarla de verdad. “El amor tiene un precio. La muerte para Giselle y la culpa para su antagonista. Y aquí enlazamos con el mundo contemporáneo: ¿qué precio estamos dispuestos hoy a pagar por el amor?”, se pregunta Ortiz de Gondra.
Esa es también en parte la cuestión que recorre la versión que Kor’sia presentará el 11 de diciembre en los Teatros del Canal de Madrid. Aunque el resultado es muy diferente. La propuesta de los coreógrafos Mattia Russo y Antonio de Rosa conserva la partitura original (aunque desordenada), pero cambia completamente el libreto y la coreografía adopta el lenguaje de la danza contemporánea. Comienza con un funeral, supuestamente el de Giselle, pues no hay lugar para su pasión eterna en el siglo XXI.
”El personaje nos sirve para hablar de cómo son las relaciones hoy día. Cómo vivimos el amor en un tiempo en el que todo es de consumo rápido: la comida, el trabajo, las emociones. Decir ‘te voy a querer para toda la vida’ es casi imposible cuando es tan fácil encontrar a otra persona en Tinder”, explica Russo.
El ballet de Kor’sia no se sustenta en una narración nueva, sino en una dramaturgia metafórica en torno a lo que simboliza el personaje. De hecho, Giselle no aparece como tal, es más bien una presencia constante a lo largo de toda la obra. “Todos los bailarines aquí son Giselle. Tanto los hombres como las mujeres. Nos la ponemos como referencia para descubrirnos a nosotros mismos. Y para preguntarnos si podríamos mantenernos firmes en nuestras ideas y emociones hasta el punto de ser kamikazes como ella, que mantuvo su amor hasta el final, pese a que todo su entorno le advertía de que iba a terminar mal”, comenta De Rosa. Al final, la pregunta vuelve a ser la del principio: ¿es posible vivir un amor eterno en este tiempo?
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