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Crítica | Lux aeterna
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La hoguera de las vanidades

Cine dentro del cine, retrato de la extenuante tensión que puede habitar en un rodaje, el filme es un falso documental sobre una película de brujas

Béatrice Dalle y Charlotte Gainsbourg, en 'Lux aeterna'. En el vídeo, tráiler de la película.
Javier Ocaña

El cineasta argentino afincado en Francia Gaspar Noé, eterno provocador, malsano y radical, brillante y turbio, siempre ha dividido a la audiencia: retando al espectador con situaciones de poderosa ambigüedad en las que no es fácil decidir lo que queda para siempre dentro de la pantalla y lo que sin embargo se expulsa hacia fuera, en forma de tesitura ética de la que tantas veces es imposible escapar; envolviendo sus relatos de violencia y misterio, de degradación y venganza, con un fascinante aspecto visual que te engancha hasta concernirte físicamente con sus luces y sus sonidos. La secuencia de la violación en el pasadizo parisiense de Irreversible (2002) quizá sea el paradigma, pero no solo; también las caóticas visiones lisérgicas de Enter The Void (2009) o, valga la redundancia, el clímax de Clímax (2018).

Con Lux aeterna, presentada en el festival de Cannes de 2019, dividirá al público una vez más, al tiempo que ha fraccionado la pantalla en dos mitades, a la manera de las conversaciones en polivisión de Jaime Rosales en La soledad, donde no hay planos y contraplanos sino dos mujeres hablando una junto a la otra, atrapadas en cada una de las dos minipantallas en las que se divide, o multiplica, el plano. Por dividir, Noé incluso ha quebrado por dos el metraje, aprisionado en unos escuetos pero reveladores 50 minutos, que se ven con estupefacción por su libertad narrativa, y con el regocijo para los sentidos de su parte final.

Cine dentro del cine, retrato de la extenuante tensión que puede habitar en un rodaje, Lux aeterna es un falso documental sobre una película de brujas que arranca con una larga conversación (¿improvisada?) entre Béatrice Dalle y Charlotte Gainsbourg, en la que, envueltas en una preciosa luz de chimenea, arrojan con inusual turbiedad continuos dilemas morales alrededor del cine (ese chico de 16 años que eyaculó sobre la pierna de Gainsbourg durante el rodaje de una secuencia de sexo, ¡y la respuesta de Dalle!).

El desarrollo posterior, relacionando la situación de las mujeres, quemadas en la hoguera física, profesional y moral, con el poder del hombre en los rodajes (con grandes frases de sus emperadores: Jean-Luc Godard, R. W. Fassbinder, Carl. T. Dreyer), además de con el machismo, el sexo y la depravación, ofrece una elocuente visión del infierno que supone hacer cine. Hasta culminar con un alucinante trecho final que te deja obnubilado con sus luces estroboscópicas, ya ensayadas desde Enter The Void. La psicodélica hoguera de las vanidades de un cine en el que su creador es el jerarca de los soberbios.

LUX AETERNA

Dirección: Gaspar Noé.

Intérpretes: Béatrice Dalle, Charlotte Gainsbourg, Mica Argañaraz, Yannick Bono.

Género: drama. Francia, 2019.

Duración: 50 minutos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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