‘Matar a Pinochet’: el atentado al dictador contado por la generación que acabó con su legado
El estreno de la película coincide con un país que se ha rebelado contra el modelo económico y la Constitución heredada de la dictadura chilena
La tarde del 7 de septiembre de 1986, Juan Ignacio Sabatini (Santiago de Chile, 1978) esperaba ansioso la emisión de La Guerra de las galaxias a través de Televisión Nacional, el canal estatal de Chile, en ese entonces objeto de un riguroso control por parte de la dictadura de Augusto Pinochet. De esto, Sabatini, entonces de 8 años, no tenía grandes nociones. Su objetivo era ver la aventura de Luke Skywalker y su viaje para destruir La Estrella de la Muerte. Todo quedó en nada, porque una noticia de última hora interrumpió la transmisión. “Un grupo terrorista atacó esta tarde en el sector de las vertientes la escolta de su excelencia el presidente Augusto Pinochet”, escuchó Juan Ignacio en la televisión.
El atentado había sido perpetrado a las 18.40, mientras el dictador se dirigía de regreso a Santiago desde su casa de descanso en el Cajón del Maipo, un sector ubicado en la precordillera de Los Andes, a 40 kilómetros de la capital. “Jamás creí que iba a salir con vida”, afirmaba Pinochet ante las cámaras.
El dictador había sobrevivido a la Operación Siglo XX, con la que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez –brazo armado del Partido Comunista de Chile– buscaba ajusticiar a Pinochet en un año que había sido definido como decisivo en la lucha contra la dictadura. Para esto se realizó una planificación minuciosa, que incluyó el entrenamiento de sus integrantes en Cuba, y el uso de armamento de guerra. Fue un plan casi perfecto, pero Pinochet sobrevivió al ataque gracias a la pericia de su chofer y la excesiva confianza de los frentistas, que lo creyeron muerto.
La imagen de ese 7 de septiembre de 1986 quedó en la memoria de Juan Ignacio, quien luego se convertiría en cineasta y decidiría hacer una película basada en este hecho. La llamó Matar a Pinochet.
La cinta, basada en hechos reales, llegará a la cartelera española el viernes 20 de noviembre y será parte de la competencia en el Festival de Huelva y en el Festival de Rizoma. En Chile, la película se estrenó de forma digital el fin de semana pasado debido a las restricciones por la pandemia.
Sabatini-productor de la aclamada serie chilena Los Archivos del Cardenal, un relató el rol de la Vicaría de la Solidaridad en la defensa de los derechos humanos en la dictadura- dice que la idea de realizar el filme surgió en 2012, tras recibir una copia del libro Los fusileros. Escrito por el periodista chileno Juan Cristóbal Peña, el texto reconstruye la historia de los 21 frentistas que fueron parte del atentado contra Pinochet, convencidos de que no saldrían con vida. “Me llamó la atención cómo estaba contada la historia, con constantes saltos temporales y que el ojo no estuviera puesto en la primera línea del Frente, sino en los soldados. Me pareció que ahí había material para hacer una tremenda película”, relata Sabatini.
La película es un thriller de lealtades, traiciones y muerte. Pero en 80 minutos no hay espacio para todo. En este proceso, explica Pablo Paredes, uno de los guionistas y quien vivió su infancia en dictadura en un barrio de bajos ingresos, había que ser “tremendamente respetuoso con el libro y tremendamente falto de respeto, y asumir que teníamos un formato fílmico que nos obligaba a otro tipo de acercamiento a la historia”. El proceso, en todo caso, fue visado por el autor del libro.
La ‘comandante Tamara’
En esa búsqueda, el equipo se concentró en la historia de Cecilia Magni, nombre verdadero la comandante Tamara, una de las figuras más trascendentales del movimiento revolucionario y a quien se le encargó la logística del atentado.
“Ella era el alma del Frente”, sostiene Daniela Ramírez, quien interpreta a Cecilia Magni, una joven de origen acomodado que logra un rápido ascenso al interior de una organización donde los roles principales estaban reservados para los hombres. La actriz, quien tiene 33 años y nació meses después del atentado, cuenta que buscó mostrar a Cecilia Magni “más allá de la comandante Tamara”, a partir de la revisión de material biográfico y entrevistas con Silvia, su hermana, encarnada por la argentina Julieta Zylberberg.
“Es probable que muchos de nosotros caigamos en el combate, pero de muerte memorable (...) Mañana vamos a matar al dictador. Mañana matamos a Pinochet, mierda. Viva Chile” es una de las líneas más memorables de Tamara en la cinta, y que antecede el momento en que la cúpula de la organización le notifica que no será parte de los fusileros que intentarán matar a Pinochet.
Quien sí estuvo en el atentado fue Juan Moreno Ávila, conocido en la organización como Sacha, interpretado por Gastón Salgado. El actor, nacido un año después del fallido atentado, cuenta que en su proceso de construcción del personaje fueron clave los encuentros con el propio exfrentista, quien en la actualidad vive en el sur de Chile. A diferencia de Tamara y otros integrantes de la cúpula del Frente, Sacha provenía de la Población La Pincoya, un barrio marginal en la zona norte de la capital, donde eran frecuentes las redadas y la rabia se respiraba por las calles. “Cuando al pueblo lo atacan con balas, el pueblo no puede defenderse con consignas”, señala el personaje.
La cinta se estrena a poco más de un año de las masivas protestas que se registraron en Chile y que desencadenaron el proceso de reforma de la Constitución pinochetista. Tres días antes del referéndum, la frase “matar a Pinochet” se proyectó a metros de donde miles de personas se manifestaban en el sector de Plaza Italia, en Santiago. La intervención formó parte del plan de marketing de la película y no fue casual que se mostrara en el epicentro de las protestas. Juan Ignacio Sabatini cuenta que estaba “terminando el montaje cuando Chile estalló para demandar un país más justo y equitativo”. “Lo que había en la calle era una sociedad que llevaba 34 años tratando de matar la figura de Pinochet”, sostiene.
Aunque los creadores defienden la decisión de titular la película como Matar a Pinochet, reconocen que les ha presentado dificultades para acceder a medios de comunicación de línea más conservadora e incluso para publicar contenidos en redes sociales, que llegaron a considerar el nombre una incitación a la violencia. “Si alguien considera que esto incita a la violencia, conversémoslo, pero esto habla de lo abierta que está la herida”, señala Sabatini.
Otro de los relatos presentes en la película es la idea del atentado como “un acto de amor”, presente en diálogos e incluso en el afiche promocional. Para el guionista Pablo Paredes, “el Frente Patriótico es una respuesta violenta, sin duda, pero era una violencia que buscaba detener la muerte que se había instalado en Chile”. “No es una instalación de una cultura de la muerte en el país, es una respuesta a la institucionalización de la cultura de la muerte con la dictadura. Por eso, responderle a la muerte de esta manera y decir que estoy dispuesto a dar mi vida es lo que el guion y la película entiende como un acto de amor”, explica.
Babelia
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