Francesca Piñón: “¿El teatro, peligroso?”
La actriz, que interpreta a Angustias, la Moneypenny de ‘El ministerio del tiempo’, reflexiona sobre su heterogéneo trabajo, pese a la desastrosa temporada que vive el gremio
Cuando Claudio Tolcachir, a quien Francesca Piñón adora (y viceversa) le propuso hacer la abuelita de la familia Coleman, ella dijo amablemente “que no se veía”. Tolcachir, riendo muy serio, contestó: “Tú puedes hacer lo que quieras, Cesca”. Y lo hizo de maravilla. El director tenía razón. Yo la conocí en los primeros noventa haciendo nada menos que dos Bernhardt: A la meta y Plaça dels herois. En la segunda, mano a mano con su amiga Rosa Novell. Podían haberse puesto camisetas con el emblema “Verdad a espuertas”.
Mucha gente la conoce como Angustias, la Moneypenny de El ministerio del tiempo. “Olivares tiene una idea aún más loca –me dice-: un spin off con Velázquez, Salvador y Angustias. ¡Ojalá!”. Le digo que me encantaría verla de “detectiva”, entre Miss Marple y Jessica Fletcher de Se ha escrito un crimen. Palmotea, con cara de Gelsomina. “A mí me volvería reloca, pero dale las abuelitas. Y estoy harta de monjas. Las más recientes, en Las niñas y La vampira de Barcelona”. Entre esas abuelitas (muy maquilladas) estaba formidable en La vida sense Sara Amat. “La verdad es que no me puedo quejar”, dice, “porque hay el plan de empezar la serie en abril”.
Seguimos con el triste tema obligado: la desastrosa temporada teatral, para no hablar de la pandemia. Lluïsa Mallol, que iba a protagonizar La dona trencada, de Simone de Beauvoir en el TNC, le pidió a Francesca dirección y espacio. Gran alegría, aunque megabreve: “Estrenamos, y al día siguiente se cerró el teatro”. El pasado Grec también se paró otra función “que no empezamos ni a ensayar: L’habitació blanca, una historia estupenda de Josep Maria Miró, dirigida por Lautaro Perotti. Nos han dicho que en mayo empezamos los ensayos”.
Otra cosa que la entusiasma es remontar en el Maria Guerrero Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, que hizo en 2013 en Barcelona (era el último Belbel en el TNC) y ahora lo harán del 5 de febrero al 21 de marzo, con cambios de reparto. Y una múltiple felicidad: “Hago un montón de papeles feroces. Desde una directora de banco bastante canalla hasta la madre de María. Las dos hablamos en ruso. María es la protagonista y mi hija. Me han llamado Nao Albet y Marcel Borrás, que la han escrito, interpretan, dirigen… y se meten con todo bicho viviente. La obra es un regalo, y el reparto es otro. Son fantásticos. Nao y Marcel, a los que conozco desde que eran críos, son talento puro y van a arrasar. E Irene Escolar me parece una actriz estupendísima. Me dan vida, y pienso que mientras haya gente así, el teatro no va a morir”.
Se pone de justa mala gaita cuando alguien le suelta que el teatro es peligroso. “Yo de lo que tengo miedo es del teatro en Barcelona, porque no sé si podremos aguantar. El teatro público aún, pero con un déficit impresionante, aunque el privado lo tiene dificilísimo de mantenerse. Y no hablemos de las salas pequeñas y la gente joven. O mejor, hablemos. Los teatreros no nos moriremos del virus: a este paso nos moriremos del hambre”.
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