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Los eventos veraniegos se vuelcan en la producción nacional

Las citas culturales confirmadas reducen el aforo o reinventan sus espacios para respetar las medidas de seguridad sanitarias

El quinteto liderado por el pianista Kenny Barron, en el Jazzaldia, en San Sebastián, en 2018.
El quinteto liderado por el pianista Kenny Barron, en el Jazzaldia, en San Sebastián, en 2018.GARI GARAIALDE (REDFERNS)

La nueva normalidad cultural se traduce en la reducción del aforo, en el mantenimiento de la distancia interpersonal y en el reemplazo de los invitados internacionales con producción nacional. La palabra clave es reinventarse. Muchos festivales, certámenes y eventos han conseguido hacerlo; otros han sucumbido y se han visto obligados a aplazar o anular, con la esperanza de que el próximo año, la normalidad vuelva a parecerse a la de antes. De momento, la presencia de rebrotes de coronavirus no parece haber afectado el calendario veraniego, pese a algunas cancelaciones importantes, como el Olmedo Clásico en Castilla y León.

En el mundo del teatro, se han mantenido varias citas tradicionales como la Mostra de Ribadavia, en Galicia, que terminará el 27 de julio con un cartel que ha renunciado a su apuesta por la vanguardia internacional para favorecer la escena nacional. Como este, también el Festival de Almagro (hasta el 26 de julio), el de Mérida (desde el 22 de julio hasta el 23 de agosto), el de Olite (hasta el 2 de agosto) y el de Cáceres (desde el 9 al 20 de septiembre) han eliminado sus propuestas de compañías extranjeras por el temor de un nuevo cierre de las fronteras. Algunos de los espectáculos aparecen en el cartel de varios festivales: Andanzas y entremeses de Juan Rana, una coproducción de la compañía Ron Lalá y la CNTC, en Almagro, Olite y Cáceres; La tragedia de Inés de Castro, del grupo Nao d’Amores, en Olmedo y Cáceres; y El increíble asesinato de Ausiàs March, en Peñíscola y Almagro. Mérida se ha centrado en clásicos griegos y romanos autoproducidos, como Antígona, Anfitrión, La comedia de la cestita, Cayo César y Penélope.

Las funciones se han llevado adelante gracias a la reducción del aforo y al respeto de las medidas de seguridad sanitaria. En el caso de Almagro, estas han servido para experimentar sobre la audiencia, sustituyendo lo que no puede suceder literalmente, como un beso, con la imaginación. En Mérida, las monumentales dimensiones del Teatro Romano y sus casi 3.000 butacas han permitido que fuera más fácil mantener la distancia entre las personas. El Fiesta Corral Cervantes de Madrid (desde el 22 de julio hasta el 20 de septiembre) ha trasladado su sede para las actuaciones al Paseo de la Chopera de Madrid Río, con una programación de 23 espectáculos centrada en los mejores autores del Siglo de Oro. Por último, se han confirmado el Anfitrión, festival de artes escénicas que recoge el legado del Festival de Teatros Romanos de Andalucía y se desarrollará hasta el 29 de agosto; y el Sagunt a Escena (del 4 de agosto al 5 de septiembre) con 40 propuestas de teatro, danza, música, circo y espectáculos callejeros.

Durante el confinamiento, el mundo de la cultura ha volcado sus contenidos online y planea seguir haciéndolo incluso durante la fase de reapertura. El Festival de Teatro Clásico de Peñíscola (desde el 17 hasta el 31 de junio) ha abierto un espacio web para transmitir todas las actuaciones que se desarrollan en vivo. En el caso de eventos musicales, Internet se ha convertido en una de las pocas alternativas. El Sonorama Ribera de Aranda de Duero emitirá por televisión y redes sociales una edición especial, con actuaciones de artistas como Izal, Miss Caffeina, Varry Barra en conciertos previstos para el 14 y 15 de agosto al que solo tendrán acceso sanitarios, bomberos, policías, responsables de los servicios de limpieza, técnicos de sonido y de montaje y medios de comunicación. “No queríamos perder un año de festival de ninguna manera. Había un deseo de dar las gracias a toda la gente que siempre nos cuida, no solo durante la pandemia. Creemos que la sanidad y los colectivos a todos los niveles están muy poco reconocidos. Para nosotros era muy importante rendir un homenaje y a la vez mantener viva la llamada de la cultura”, afirma Javier Ajenjo, del colectivo organizador del festival, Art de Troya.

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El Sonorama ha entrado también en la red de apoyo del festival Viva La Vida, junto a otros grandes festivales como BBK Live, Arenal Sound, Grandas Sound o Festival de les Arts. Esta iniciativa cuenta con un calendario que ofrecerá hasta septiembre medio millar de conciertos para un aforo máximo de 800 personas en 40 ciudades de toda España como Gijón, Burgos, Alcalá de Henares, Valencia o Sevilla e intenta llenar ese gran vacío dejado por los eventos a los que suelen acudir decenas de miles de personas. “Intenté visualizar como tendrían que ser los eventos en el caso de que no hubiera una vacuna y no se entrara en una nueva normalidad. Empezamos a tratar con mánagers de grupos y con promotores de otras ciudades de manera que creamos una especie de central de compras para ofrecerle a las bandas un bloque de fechas”, cuenta Marino Rodríguez, uno de los creadores del Viva La Vida. “Cada promotor entraba en contacto con el Ayuntamiento o la comunidad autónoma para saber las condiciones que exigen para desarrollar este tipo de eventos. Por parte del público recibimos felicitaciones porque se sienten seguros”, añade.

Los festivales de música que suelen acoger a miles de personas también han recurrido a su web para compartir contenidos, como en el caso del Resurrection Fest de Galicia, que entre el 28 y 29 de agosto publicará conciertos en video de bandas como Opeth, Gojira, Arch Enemy, Megadeth o Motorhead. Otros han conseguido mantener el evento gracias a la reducción del aforo, como el Tomavistas en Madrid (del 3 al 10 de septiembre), con dos conciertos al día en su recinto habitual para 800 personas; el Sinsal Litoral (desde el 22 hasta el 26 de julio), que propone un proyecto con música y jornadas de reflexión en cinco espacios de la costa de Pontevedra; y el Cruilla Fest de Barcelona, que se ha convertido en Cruilla XXS (hasta el 4 de agosto), con un ciclo de conciertos y actividades en nueve espacios y aforo de 400 personas, incluso en el Camp Nou.

El jazz es otro género que con valentía se está levantando de la crisis gracias a la confirmación de algunas citas tradicionales. El Jazz en la Costa (del 22 al 25 de julio) celebrará una edición con aforo reducido y ocho conciertos de nombres nacionales, como los de Lucía Rey y Chano Domínguez; el Jazzaldia (del 22 al 26 de julio) hará lo mismo, con actuaciones de Javier Colina y Chano Domínguez, que vuelve a repetir, pero también con nombres internacionales de países vecinos, como los pianistas Joachim Kühn, Bojan Z y la chelista Anja Lechner.

No faltarán tampoco la música clásica y el flamenco. La 69ª edición del Festival de Granada propone un programa ambicioso, rediseñado en tiempo récord, con Josep Pons, David Afkham y Thomas Hengelbrock junto a cuatro orquestas españolas, sonatas y cuartetos. En Sevilla, la Bienal de Flamenco (del 7 de agosto al 4 de octubre) se ha visto obligada a renunciar a los espectáculos de inauguración y clausura, pero ha conseguido mantener 50 espectáculos, el 80% estrenos, en un espacio al aire libre con aforo reducido. También se ha confirmado otra cita del género, Flamenco On Fire, en Pamplona, del 20 al 25 de agosto.

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