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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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Una montaña de preguntas

Agrupación Señor Serrano es uno de los grupos teatrales más enigmáticos e imprevisibles que tenemos: no son cualidades que abunden

Marcos Ordóñez
Una escena de 'The Mountain'.
Una escena de 'The Mountain'.Jordi Soler Quintana

Àlex Serrano, Pau Palacios, Ferran Dordal y Barbara Bloin (en arte, Agrupación Señor Serrano), respaldados por diversos equipos, llevan casi diez años sorprendiendo a su público por media Europa. Sus estrategias, en unas pocas y resumidísimas piezas, podrían ser estas: una fábula anticapitalista (Brickman Brando Bubble Boom, 2013), la caza de Bin Laden en clave espectacular y maquetas (A house in Asia, 2014); o la emigración contada como un relato infantil (Birdie, 2016).

En 2018 pasaron al gran formato en Kingdom, sofisticado, rozando el bromazo, pero, como siempre, con una técnica que cortaba el hipo. Con dificultades por coincidir ensayos y pandemia, durante tres noches en el Lliure/Grec (8, 9 y 10 de julio) acaba de pasar The Mountain, más depurada y a la vez compleja que nunca: con utilería aparentemente sencilla pero echando mano de un dron como si fuera un cruce entre un platillo volante y un ojo/cámara. Resumiendo: una mezcla y evolución de todo lo anterior, limado por el confinamiento (a la fuerza ahorcan) pero también por las ganas de contar reduciendo, concentrando. Por cierto, parece que se presentará en una versión más completa en la primavera del año próximo.

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The Mountain cuenta muchas historias pero me vuelven tres. Una: la escalada de George Mallory (¿alcanzó realmente la cumbre del Everest en 1924 o murió antes?). Coda: ¿Son ciertas las cartas entre Mallory y su esposa Ruth? Dos: la utilización de la radio en manos de Orson Welles y el Teatro del Aire para desmontar (o recrear) una nueva realidad a partir de La guerra de los mundos de H. G. Welles. “Lo que hizo con su programa fue un gran ejercicio de manipulación de audiencias. En los años 30, la radio era el equivalente de las redes sociales de hoy. Queremos que el espectador se plantee si es verdad lo que damos por supuesto”, le dice Serrano a mi compañero Toni Polo.

Y tres, la más arriesgada: la descollante Anna Pérez Moya interpreta a Putin como un cruce entre robot y maestro de ceremonias. O más difícil todavía: un extraño filósofo cuyas palabras recuerdan el vuelo de un juego de bádminton. Para Serrano, el personaje “es cualquier líder capaz de manipular para conducirnos hacia sus intereses”. No acabo de pillar todo lo que me cuenta la banda del señor Serrano.

¿Es un espectáculo (o una indagación) sobre la construcción de la verdad? ¿La montaña es una pura y simple metáfora de esa verdad? ¿Es un juego con las fake news como base? Hay una obvia diferencia de magos entre el señor Serrano y mister Welles (e inevitable pensar en Fake/Question Mark, que debería pasarse en programa doble). Cierto que The Mountain está inacabada y es a ratos confusa, pero lo que nos muestra tiene pasajes fascinantes. Y Agrupación Señor Serrano te la mete doblada, y te lleva por un laberinto de veinte calles con vueltas y revueltas (y niebla incluida). Probablemente, uno de los grupos teatrales más enigmáticos e imprevisibles que tenemos: no son cualidades que abunden.

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