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Tormenta profana en la catedral de León

La designación de un nuevo organista titular desata la polémica por haberse antepuesto el criterio religioso a los méritos artísticos

Samuel Rubio, organista emérito de la catedral de León.
Samuel Rubio, organista emérito de la catedral de León.Javier Casares
Raquel Vidales

La designación del sacerdote Francisco Javier Jiménez Martínez como nuevo organista titular de la catedral de León ha levantado una tormenta de críticas en el mundo de la música sacra que no es sino el reflejo de un descontento más profundo. Todavía la Iglesia española antepone los criterios religiosos sobre los méritos artísticos en este tipo de procesos de selección, una práctica que en Europa está casi desterrada. Su antecesor, Samuel Rubio, ha dimitido como director del festival que se celebra cada año después del verano en torno al instrumento, por considerar que el elegido, presbítero de la diócesis de Guadix, no está a la altura del puesto.

En Europa prácticamente todos los organistas de las grandes catedrales son seglares, lo que abre la puerta también a las mujeres

“Digo esto siendo yo mismo sacerdote. Y me atrevo a decirlo porque creo que estamos perdiendo un tren que no pasa a menudo: ponernos al nivel de las grandes sedes europeas, Notre Dame, Westminster, Colonia. Estábamos entrando ya en esa vía, pero para seguir en ella necesitamos tener al frente a una figura de prestigio internacional, cosa que no es la persona designada”, explica Rubio por teléfono desde León. Se refiere a la creciente presencia en León de organistas de prestigio internacional, como dos de los titulares de París (Oliver Latry y Vincent Dubois) o el de Colonia (Winfred Boenig), desde que en 2013 se inauguró el nuevo órgano de la catedral, un moderno instrumento encargado a la casa alemana Klais Orgelbau para sustituir al antiguo, que funcionaba mal desde que fue dañado en un incendio en 1966. Costó 1,7 millones de euros y fue financiado en un 10% por la Iglesia y el resto con fondos públicos.

Rubio se jubiló en 2018 a los 75 años de un puesto que ocupaba desde 1977. “La oposición fue dura, tuvimos que pasar un montón de exámenes. Entonces había mucha más competencia, pero cada vez hay menos sacerdotes y, por tanto, también menos que se dediquen a esto. Por eso, creo que ese criterio debe desaparecer: hay que contratar al mejor, sea o no miembro del clero”, comenta.


En Europa prácticamente todos los organistas de las grandes catedrales son seglares, lo que abre la puerta también a las mujeres, mientras que en España todavía no es algo generalizado, aunque cada vez hay más: la Sagrada Familia de Barcelona, San Sebastián, Seo de Barcelona y Santiago de Compostela, entre otras.

Jiménez Martínez (El Margen-Granada, 33 años) tomó posesión de su puesto en una ceremonia en la catedral la semana pasada. Se había presentado al concurso de méritos para clérigos abierto por el Obispado de León en mayo de 2019 para cubrir la vacante de Rubio. Al concurso concurrió solo otro candidato, pero Jiménez no consiguió entonces la plaza porque le faltaba la titulación superior de organista, requisito exigido en la convocatoria. El otro aspirante también fue rechazado y el proceso se declaró desierto, pero Jiménez ha logrado este curso el título superior (Conservatorio de Valencia), tras lo cual finalmente el cabildo le ofreció el puesto.

El presbítero, que no se incorporará al puesto hasta septiembre para no dejar desatendidas sus parroquias de Guadix durante el verano, prefiere mantenerse en silencio. “Estoy muy dañado psicológicamente con todo esto”, aseguró el miércoles a este diario, esgrimiendo sus títulos del Conservatorio Superior de Valencia, el Conservatorio profesional de Granada y la Facultad de Teología de Granada.

Solo una vez la semana pasada respondió a la prensa local, donde aseguró ser víctima de un fuego cruzado entre el cabildo y su antecesor, enfadado por no haber conseguido que eligieran al candidato que propuso, el organista residente de la catedral, el italiano Giampaolo di Rosa. “Propuse ese, pero me habría dado igual si hubiera sido cualquier otro del mismo perfil. No digo que no sea un buen organista, pero no es el adecuado para el proyecto que hemos emprendido en León”, alega Rubio.

José María Sánchez Verdú, uno de los compositores y directores españoles con mayor proyección internacional en este momento, afincado en Alemania, coincide en que el sucesor de Rubio debería ser un organista de mayor trayectoria y reputación fuera de España. “En ninguna de las grandes catedrales de Europa pasaría esto. Con este sistema arcaico de selección es imposible ponerse al nivel de los grandes. Hay que aplicar criterios profesionales, no religiosos”, sugiere. “El nuevo órgano de León lo merece. Es un Ferrari. Y no puedes poner a conducir un Ferrari a una persona sin la experiencia suficiente”, concluye Sánchez Verdú.

Se da la circunstancia además de que a Jiménez Martínez le faltan varios dedos de una mano, lo que puede dificultarle la interpretación de algunas obras de la literatura musical. “Quizá no pueda tocarlo todo, pero es que no tiene por qué tocarlo todo. La mayoría de los músicos se especializan en un repertorio concreto, hay incluso quien solo interpreta a Bach”, apunta la organista Esther Ciudad, que ha coincidido en varias ocasiones con Jiménez Martínez. “Es un gran intérprete, capaz de tocar piezas de repertorio superior, tal como avala su titulación. Está perfectamente capacitado para el puesto”, asegura Ciudad.

Ciudad, que ha sido organista titular en la Seo de Zaragoza, también coincide en que el verdadero problema que subyace detrás de esta polémica es la arbitrariedad con que en España se suele elegir a los organistas de los templos. “No se aplican criterios profesionales, sino los que imponen quienes tienen el poder en cada iglesia o catedral, cada uno con sus intereses y sus círculos de influencias. Y entre medias, quienes lo sufrimos somos los profesionales”, resume.

A veces hay intereses encontrados incluso dentro de los propios cabildos, que son los órganos que en la práctica asisten al obispo en la gestión diaria de las catedrales. El de León ha sufrido nada menos que tres cambios en su estructura jerárquica desde que empezó el proceso de selección de Jiménez Martínez.

Cuando se abrió la convocatoria el deán era Antonio Trobajo, fallecido en abril de este año. Le sucedió en funciones Primo Lucio Panero, que fue relevado la semana pasada por Manuel Pérez Recio. Ninguno de estos dos últimos ha querido comentar ningún detalle de las deliberaciones que llevaron a la designación de Jiménez Martínez.

Sin festival por primera vez en 37 años

El Festival Internacional de Órgano de la Catedral de León (Fiocle), que se celebra desde hace 37 años después del verano, no solo ha quedado descabezado tras la dimisión de Samuel Rubio la semana pasada, sino que la organización anunció el martes que este año no se celebrará. “Era una posibilidad que llevábamos contemplando desde hace semanas por la pandemia. La renuncia de Rubio ha sido la puntilla”, explica su coordinadora, Marta Martínez.

En sus últimas ediciones no solo han actuado los más reputados organistas internacionales, sino que además se ha impulsado la creación de nuevo repertorio con estrenos de obras de compositores como Cristóbal Halffter, Tomás Marco, Alfredo Aracil, José Manuel López, David del Puerto y José María Sanchez Verdú. “Hay que actualizar el repertorio para poner el instrumento en el siglo XXI”, dice Martínez.



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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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