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Los libreros no quieren celebrar la Feria del Libro en el Retiro

El gremio aduce falta de seguridad sanitaria y alto riesgo económico para oponerse a continuar con la cita, aplazada a octubre por la pandemia. Los editores apuestan por seguir

Imagen de la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid.
Imagen de la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid.

Los libreros madrileños no quieren montar sus casetas este año en el Retiro. Esa es la postura que prevaleció ayer tras la junta directiva de la Asociación de empresarias y empresarios del comercio del libro de Madrid, como pudo saber EL PAÍS. El sector no tiene garantías de que en octubre, fecha a la que desde mayo, se ha trasladado el evento por la crisis del coronavirus, pueda desarrollarse. Las fuentes consultadas reconocen que ninguna aseguradora ha querido firmar con la organización un contrato para la cita, ante la posibilidad de un rebrote y sin que haya una vacuna disponible. Tampoco el Ministerio de Sanidad, la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento de la capital pueden garantizar, dicen, la celebración de la feria del libro más importante de España. “Es una situación que no podemos asumir, no podemos invertir 300.000 euros sin asegurar, en un montaje que las autoridades podrían tumbar en septiembre”, explican fuentes de la organización de la feria.

La decisión de los libreros no es compartida por los editores y será debatida mañana, en la comisión organizadora de la feria. Para los sellos, la cita en le parque madrileño es la mejor opción de venta, porque gran parte lo hacen directamente en su caseta, sin pagar los márgenes del distribuidor. Estos ingresos, después de tres meses de paro por el confinamiento, suponen un beneficio clave para la supervivencia de las empresas más pequeñas, que son la mayoría.

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Para la cita de octubre hay apuntadas 250 editoriales y solo 50 librerías, poco convencidas del retorno de su inversión en tiempos de crisis (según el tamaño de la caseta, entre 1.600 y 4.200 euros). La junta directiva ha pedido ayudas al Ministerio de Cultura y Deporte, a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento pero no ha obtenido respuesta. El presidente del Gremio de Libreros, Enrique Pascual, espera que las posibles pérdidas sean asumidas por las administraciones, aunque tampoco tiene contestación. Si esa garantía llegara, cambiaría su postura.

La titularidad de la feria es del Gremio de Libreros, pero su organización recae en la comisión que se reúne mañana. Se compone por un presidente, el director de la feria (Manuel Gil), un secretario y los vocales. Cuatro son designados por los libreros, cuatro por los editores y dos por la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (FANDE). Al director también lo eligen los libreros, que son quienes escriben tradicionalmente el guion de la cita.

En FANDE están con los libreros. “Queremos hacer la feria, pero hay muchos problemas. Económicamente es inviable y ningún seguro cubre la fuerza mayor, así que planteamos una feria descentralizada, en las librerías. Para no suspenderla, desplacémosla a los comercios”, dice Verónica García, del Grupo Machado y representante de los distribuidores en la comisión.

Por su parte, la vocal y directora de Siruela Ofelia Grande, explica que su gremio prefiere mantener la cita en el Retiro. “El problema es que no podemos esperar a septiembre y hay que decidir. Económicamente nadie tiene demasiadas esperanzas en el evento, pero los editores valoramos mucho la imagen y preferimos que salga adelante”, detalla. En la anterior reunión de la comisión, este sector ya defendió la celebración en el parque.

Al anunciar el aplazamiento de la feria, la organización redujo a una sexta parte el público —3.500 personas diarias— y a menos de un tercio su despliegue en el parque —de 1.500 metros a 400—. Había pensado en dos accesos con control y toma de temperatura, y se propuso concentrar las firmas en cuatro carpas, en lugar de las casetas. Esto limitaba las esperanzas de los libreros, al reducir drásticamente las personalidades que firman (y venden libros). El último año hubo casi 2.000 autores firmando.

También se había ya presentado el cartel de esta postergada edición, un homenaje a la mujer lectora dibujado por Nuria Riaza. El pleno del Ayuntamiento declaró en mayo por unanimidad la feria de “especial significación y de interés general” para garantizar su permanencia en el parque.

Una cuestión de seguro

La cancelación, el pasado marzo, del Mobile World Congress en Barcelona, puso en evidencia la necesidad de cláusulas que deberían cubrir una contingencia como la alerta sanitaria desatada por el coronavirus. Este apartado puede generar unas pérdidas capaces de crear un enorme agujero financiero en las cuentas de las aseguradoras. La empresa GSMA, que tomó la decisión de cancelar sin alerta sanitaria declarada todavía, será la que tenga que asumir el coste de dicha cancelación. Las empresas que invirtieron en la participación de este congreso han tenido que asumir las pérdidas, y plantearse posibles demandas. La anulación de una Feria del Libro sin asegurar colocaría a la organización en una situación económica muy delicada.


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