Un artesano de muebles deformó la copia de ‘La Inmaculada del Escorial’
La réplica es propiedad de un coleccionista de Valencia que no sabía a quién encargaba la intervención. Los restauradores piden que se respete su trabajo
No se conoce el nombre del coleccionista ni el valor de la obra, pero el escándalo está garantizado. La intervención de un artesano rehabilitador de muebles sobre una copia de principios del siglo XX de La Inmaculada del Escorial de Bartolomé Estaban Murillo (pintura de 206x144 centímetros realizada entre 1660 y 1665 y cuyo original se encuentra en el Museo del Prado) ya se compara el resultado deformado con el conocido como eccehomo de Borja. La copia, de principios del siglo pasado, tiene unas dimensiones de 120 por 80 centímetros, y forma parte de la colección familiar del coleccionista, que fue tasada sobre el año 2006 junto a otras piezas, entre las que figuran cuadros, vajillas, espejos, azulejos, muebles, armas y porcelanas. El propietario se ha mostrado “atónito” con el resultado del proceso y ha contactado ahora con un restaurador especialista para ver qué se puede hacer con la obra. “Pero ya pierde totalmente el sentido y el valor. Es un cuadro de mi familia y te sientes fatal”, ha lamentado en declaraciones a Europa Press. Tras varios intentos por arreglar el destrozo inicial, el dueño de la copia decidió recurrir a profesionales para “intentar quitar lo que ha pintado” el autor de la intervención original. “Este señor como restaurador de muebles es muy bueno pero no como restaurador de pinturas, son cosas muy diferentes”, ha apuntado.
La Asociación de Conservadores y Restauradores de España (ACRE) lamenta lo ocurrido pero avisan: ni a esta intervención se le puede llamar restauración, ni la ha realizado un profesional acreditado. Piden, además, que no se convierta en “un motivo de diversión mediática y social”, como ya ocurrió en 2012 con el eccehomo de Borja. En aquella ocasión, Cecilia Giménez (Borja, 1927) intentó arreglar los desperfectos causados por la humedad que afecta a la iglesia del santuario de esa localidad a 63 kilómetros de Zaragoza, que cobija el Eccehomo pintado por Elías García Martínez en torno a 1930. La intervención fue aperturas de telediarios, de una ópera, de miles de memes, chapas, de programas estadounidenses, de etiquetas de vinos. “Queremos dejar claro que ningún profesional con una formación académica oficial, realizaría este tipo de atentado contra el patrimonio. Por lo tanto, este tipo de hechos no puede ser confundido con una intervención de conservación-restauración, ya que es una aseveración falsa, ofensiva para nuestra profesión y perjudica al patrimonio, pues genera una mayor confusión acerca de quiénes son los profesionales capacitados para ejercer con solvencia esta actividad”, asegura la ACRE en un comunicado emitido esta mañana de martes.
La trascendencia esta vez ha sido mucho menor. En este caso se trataba de una pintura propiedad de un particular, con un valor no conocido y fruto de un encargo y una transacción privadas; no estaba expuesta y la intervención no es fruto de una iniciativa individual sobre un bien público. Los profesionales, en cualquier caso, lamentan la pérdida que haya podido suponer para el patrimonio y piden que se regule este tipo de actividades. “En la legislación estatal y autonómica referente a la protección del Patrimonio Cultural, no está regulado quienes son los profesionales cualificados para realizar las intervenciones sobre estos bienes. Y esta falta de regulación se traduce en una ausencia de protección de nuestro Patrimonio, ya que permite que personas sin formación intervengan sobre él, enfrentándose, en el mejor de los casos, a simples sanciones administrativa”. La vicepresidenta de Relaciones Internas y coordinadora de la ACRE, María Borja, ha explicado que aberraciones como esta son “desgraciadamente mucho más frecuentes de lo que se piensa”. “Solo conocemos los casos que la sociedad denuncia a través de prensa o redes sociales, pero hay multitud de situaciones donde las obras son intervenidas por personas que no tienen formación. Las obras sufren este tipo de intervenciones no-profesionales, pudiendo, provocar un cambio irreversible”.
Babelia
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