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Kenneth Branagh: “Necesitamos recuperar la simpleza de nuestra infancia, no lo simplón”

El director y actor estrena ‘Artemis Fowl’, su primera película para una plataforma. “No sabía que iba a pasear tanto a mi perro, que va a tener un ataque de ansiedad cuando acabe todo esto”, cuenta desde su confinamiento

Kenneth Branagh en una imagen de septiembre de 2018.
Kenneth Branagh en una imagen de septiembre de 2018.Hannah Mckay (Reuters)

Antes de ser considerado el nuevo Laurence Olivier, el niño prodigio del cine británico y heredero de Orson Welles, el actor y director Kenneth Branagh (Belfast, 59 años) fue un renacuajo que quedaba encandilado con las historias de duendes, kelpies, leprechauns o banshees que le contaban sus innumerables tíos, tías y primos. Eran historias mágicas y a la vez familiares de la Irlanda que luego dejó atrás, narradas por gente que amaba, como le ocurre a él, contar cuentos.

Ferdia Shaw, en 'Artemis Fowl'. En vídeo, el tráiler de la película.

Por eso conectó inmediatamente con la trilogía Artemis Fowl, de Eoin Colfer, un proyecto anterior a la pandemia que le ha tenido encerrado en su casa de Inglaterra. Mientras tanto, su penúltimo trabajo como director inspirado en esos libros se convertía en su primer estreno en una plataforma digital como Disney +. “Tampoco sabía que iba a acabar paseando tanto a mi perro, que va a tener un ataque de ansiedad cuando acabe todo esto”, comenta jocoso en teleconferencia desde su estudio en Londres.

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“Esta es una situación extraña porque es un aislamiento forzoso que nos aúna como sociedad porque todos estamos pasando por lo mismo”, filosofa. Ese mismo parece ser el sentimiento con el que procesa los cambios en su carrera, de ese Hamlet casi faraónico que hizo hace casi 25 años a ver su trabajo reducido al formato de un televisor. “No puedo dejar de sentir algo catártico, casi terapéutico, con este estreno. Prefiero pensar que Artemis Fowl llega cuando necesitamos algo ligero, que nos ayude. Necesitamos recuperar la simpleza, no lo simplón, la inocencia, no lo inocentón, que estaba ahí cuando éramos niños, la pureza y no el puritanismo”, matiza.

Branagh ha hecho un poco de todo, pero mucho Shakespeare. Y Hollywood lleva años llamándole para dar un barniz de respetabilidad británica a sus grandes producciones, ya sea como director o como actor. Estuvo en el universo de Marvel con Thor, en los cuentos de hadas tipo Cenicienta o en filmes de acción como una de las muchas versiones de Jack Ryan. Junto a Roberto Benigni, es el único extranjero que ha estado nominado al Oscar como actor, guionista y director. El selecto club de candidatos a todas estas categorías lo completan John Cassavetes, Warren Beatty, Clint Eastwood, George Clooney, John Huston, Woody Allen y Orson Welles.

“Esta es una situación extraña porque es un aislamiento forzoso que nos aúna como sociedad porque todos estamos pasando por lo mismo”

Ahora, Branagh se ha pasado al cine infantil. “Lo cierto es que sigo haciendo lo mismo de siempre, historias sobre padres e hijos”, apunta sucintamente al hablar de este nuevo trabajo que él vincula a proyectos que ha dirigido con anterioridad como Hamlet o Thor, aunque esta vez sea para adolescentes. Artemis Fowl es además el primero de los tres filmes que Branagh estrenará en 2020. Después llegará su segundo Hércules Poirot en una versión “más sexy y peligrosa”, dice, de Muerte en el Nilo, que también dirige.

Además, Branagh está en la película más esperada del año, Tenet. “Quien haya visto el tráiler sabe tanto como yo con la diferencia de que yo he leído el guion. Y muchas veces: no podía dejarlo”, cuenta de su participación en la nueva cinta de Christopher Nolan. Con Robert Altman, Woody Allen o Danny Boyle, Nolan figura en esa pequeña lista de realizadores a los que Branagh les debe lo que sabe: “Nolan es alguien que siempre está seguro de lo que quiere. Tenet es una película brillante y ambiciosa que devolverá al espectador al terreno de Memento aunque también bebe de Origen e Interstellar”.

Ilusionar al público

Warren Beatty siempre dice que adora la dirección, pero que no puede dejar de verse delante de las cámaras. A Branagh le pasa un poco igual y no ve ningún problema en combinar ambos campos. Le gusta todo, la interpretación, dirigir, sentirse dirigido, “conseguir proyectos como actor que no podría hacer si no dirijo”. Una fluidez que considera un privilegio aunque también ve las presiones comerciales. No se engaña sobre lo difícil que será ahora regresar a los cines, volver a sentir ese momento de “acojone, embelesamiento y magia” que le produjo Chitty Chitty Bang Bang cuando la vio de niño, con toda su familia en el cine más grande de Belfast.

“El problema que se nos presenta ahora es serio. ¿Cómo seguiremos haciendo nuestro trabajo y que sea económicamente viable pospandemia? Habrá que volver a captar el deseo, la pasión y el interés del público. Además, hay problemas más graves, existenciales. Aunque, como diría Shakespeare, ‘son tiempos duros, pero mientras miramos las cosas que mueren nos encontramos con esas que nacen. Veamos qué nos traen porque las hadas me dijeron que me harían rico aunque va a ser complicado”, dice, parafraseando Cuentos de invierno rodeado de libros y de ese cartel que cuelga en su estudio en honor a su equipo de fútbol, el Tottenham Hotspur, su otra pasión. Quizá las hadas irlandesas de Artemis Fowl sean el primer paso de su nueva fortuna.

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