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Crítica | Mi vida con Amanda
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Elvis aún no se ha ido

Tras su primer giro, cada pequeña cosa de las de antes pasa a ser ahora una montaña inconquistable, una frontera de ánimo infranqueable, en este drama

Vincet Lacoste e Isaure Multrier, en 'Mi vida con Amanda'.
Javier Ocaña

La amplitud cultural, social y hasta moral y psicológica que ha adquirido con los años la sencilla expresión “Elvis ha abandonado el edificio” le ha servido al cineasta francés Mikhaël Hers como eje metafórico y narrativo para componer Mi vida con Amanda, su tercer largometraje, y primero estrenado en España. Nacida como frase de megafonía para disolver a los fanáticos del rey del rock tras sus conciertos, con el tiempo se ha ido conformando también, entre otros asuntos, como exteriorización del momento en que se tira la toalla respecto de un objetivo vital. Un “ya no puedo más con esto”, un derrumbe anímico del que solo se puede salir si a Presley le da por volver a firmar autógrafos o a cantar un bis, cosa harto improbable.

La sencilla cotidianidad de los primeros 25 minutos de Mi vida con Amanda demuestran que se puede hacer una película muy bonita, profunda y delicada sobre las cosas más elementales de la vida, algo que en un momento como el actual ejerce además un doble efecto sentimental: un paseo en bici con una pequeña sobrina; el primer encuentro de miradas con una persona de la que te vas a acordar a cada minuto del siguiente día; un picnic en un parque con los amigos. Sin embargo, en el primer giro, de un modo bastante semejante al ejercitado por Jaime Rosales en La soledad con aquel seco bombazo físico y moral en un autobús que cambiaba lo ordinario por lo trágicamente extraordinario, y sin nombrar en ningún momento a los culpables, la película da un vuelco, pasando a convertirse en un relato sobre la pérdida y sobre el duelo. Cuando cada pequeña cosa de las de antes pasa a ser ahora una montaña inconquistable, una frontera de ánimo infranqueable. Elvis ha abandonado el edificio.

A pesar de todo, Hers, también coguionista, mantiene la ternura y nunca cae en esa desolación tan de moda y tan cerca del tremendismo de demasiadas películas y series de televisión contemporáneas. Hay luz en el relato y aire fresco en la puesta en escena de su director, con esas tomas con teleobjetivo por las calles de París como paradigma de la vida en directo. La nueva existencia entre el tío joven de 24 años y su sobrina de apenas siete es compleja y de difícil recorrido, pero nunca es atroz. La luminosa sonrisa de la cría y el excelente trabajo de Vincent Lacoste (Mentes brillantes), nominado al César al mejor actor por su actuación, dejan entrever una esperanza. Puede que hasta Elvis regrese para cantar otra canción.

Mi vida con Amanda

Dirección: Mikhaël Hers.

Intérpretes: Vincent Lacoste, Isaure Multrier, Stacy Martin, Ophélia Kolb.

Plataforma: Movistar, Filmin, salavirtualdecine.com.

Género: drama. Francia, 2018.

Duración: 107 minutos.

 

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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