Miguel Artola: el compromiso con la historia
No es posible conocer y comprender la España contemporánea sin haber leído sus investigaciones
Con la muerte de Miguel Artola acaba una generación comprometida con la Historia en mayúsculas. No es posible conocer y comprender la historia de España contemporánea sin haber leído sus investigaciones. Tomando como eje central de sus estudios la crisis de la monarquía del Antiguo Régimen y la Guerra de la Independencia, explicó los orígenes de la España Contemporánea y el desarrollo de la Revolución Liberal. El nuevo régimen político que de ahí surgió osciló desde fórmulas autoritarias a transaccionales, representadas en la monarquía constitucional con soberanía compartida. Su protagonista fue la burguesía revolucionaria, que a partir de la amenaza obrera del último tercio del siglo se convertiría en burguesía conservadora.
No hay Estado sin Hacienda, por lo que la crisis fiscal permanente del siglo XIX constituyó un obstáculo en la conformación de Estado español, lo que sin duda explica los nacionalismos periféricos. La complejidad de esta centuria se explica además por las guerras civiles, la inestabilidad gubernamental, los continuos pronunciamientos militares o la debilidad de los actores políticos.
Desde ese eje central en el que buscaba una explicación, Miguel Artola vio como el tiempo anterior tenía su rasgo específico en la configuración de la Monarquía Hispánica y en el peso de la tradición, impidiendo alcanzar el camino reformista y desembocando en una revolución larga y agotadora.
Formó parte de la generación de la posguerra, que sí tuvo maestros, y reorientó la historia de España hacia la profesionalización y la modernidad. Junto a José María Jover Zamora, Josep Fontana i Lázaro, Jordi Nadal o Carlos Seco Serrano, entre otros, fue capaz de explicar el pasado sin los condicionantes ideológicos impuestos por la dictadura franquista.
Nunca seleccionó a sus colaboradores con criterios ideológicos, por eso no existe una corriente historiográfica que se pueda identificar con él, sino una forma de trabajar, analizar, explicar y contar lo sucedido.
Tanto en la Universidad de Salamanca como en la Autónoma de Madrid impartió su magisterio, dejando una profunda huella. Sus clases eran apasionantes, aunque siempre existía el peligro de que te preguntase. No se conformaba con la lectura de manuales o ensayos, sino te hacía pensar. Enseñó a leer los textos históricos a varias generaciones de historiadores que fuimos alumnos, discípulos, pero sobre todo aprendices de sus conocimientos. Su conversación, una vez que tenías una mayor relación con él, era rica, imaginativa, en algunos casos provocativa, y siempre inteligente.
Nadie mejor que él explicó el siglo XIX, que no fue un siglo perdido, ya que todo lo que forma parte de la historia tiene su trascendencia, porque supo hacer las preguntas adecuadas a las fuentes.
Álvaro Soto Carmona es catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.