Ezio Bosso, la música como razón de ser
El popular pianista, compositor y director de orquesta italiano falleció en su casa en Bolonia a los 48 años
Ezio Bosso, director de orquesta, compositor y pianista, falleció en la noche del jueves en Bolonia a los 48 años, por complicaciones debidas a una enfermedad neurodegenerativa que padecía desde 2011. El miércoles había aparecido en Rai News 24 para subrayar la importancia de la música, y concienciar sobre la crisis que el sector está sufriendo por la pandemia. La noticia de su fallecimiento apenas 24 horas después de su comparecencia pública ha conmocionado a muchos en Italia.
Bosso (Torino, 1971) alcanzó la fama no solo por su talento, sino también por su sensibilidad. En cada intervención televisiva mostraba una increíble pasión por la música y por la vida, invitando el público a reflexionar y a mirar siempre el lado positivo. Tras conocerse su muerte los titulares de los periódicos italianos enfatizaban esto: Il Corriere della Sera le llama “el pianista que sabía conmover”, y La Repubblica “el pianista que nunca dejó de sonreír”.
La primer señal de sus problemas la dio el pasado septiembre durante un encuentro en la Fiera del Levante de Bari: “Si me queréis, dejad de pedirme tocar el piano. No sabéis el sufrimiento que me provoca esto, porque no puedo, tengo dos dedos que no responden bien y no puedo dar a la música lo suficiente. Cuando entienda que no podré gestionar una orquesta, también dejaré de dirigir”, dijo.
El abandono del piano ha coincidido ahora con la desaparición de este artista, cuya biografía demuestra que no ha existido un Ezio Bosso sin música. A los cuatro años se acercó a ese mundo gracias a su hermano y a una tía abuela, ambos músicos. A los 12 ya componía y a los 14 entró en el grupo ska Statuto, donde tocaba el bajo con el seudónimo de Xico. En una entrevista en Radio 2 bromeó diciendo que le echaron por “tocar demasiadas notas”. La banda lo recuerda como “un amigo, un hermano, una parte de nosotros”.
La pasión juvenil por el ska dejó paso a la música clásica. Tras los dos años en Statuto, Bosso debutó como solista en Francia y empezó a actuar con varias orquestas. El encuentro con Ludwig Streicher, contrabajista de la Orquesta de Viena le empujó a estudiar composición y dirección, una etapa fundamental en su trayectoria. Aquel fue el principio de una carrera que le llevó a pisar escenarios prestigiosos como el Royal Albert Hall de Londres, la Sydney Opera House, el Teatro Colón de Buenos Aires, el Auditorium Parco della Musica de Roma y obviamente el Teatro Regio de su ciudad, Turín, entre muchos otros. O a dirigir orquestas como la London Symphony, London Strings, la del Teatro Regio, la Filarmónica 900, la de Santa Cecilia o la del Teatro San Carlo de Nápoles. A finales de los 90, Bosso se aventuró en el mundo del cine con la composición de bandas sonoras de películas como No tengo miedo (2003) o Quo vadis, baby? (2005), de Gabriele Salvatores.
2011 fue el annus horribilis, pero también el comienzo de una nueva vida. El compositor y director fue diagnosticado con una enfermedad neurodegenerativa autoinmune con efectos parecidos a la esclerosis lateral amiotrófica y que, con el pasar del tiempo, compromete la movilidad y la capacidad de expresarse normalmente. Ese mismo año, se le diagnosticó un cáncer al cerebro, del que fue operado. Bosso logró enderezar ese momento negativo y transformarlo en un estímulo.
Las colaboraciones continuaron por ejemplo con un dúo violonchelo-piano con Mario Brunello, y Bosso se ganaba el afecto de millones de italianos gracias a su aparición en el Festival de Sanremo de 2016, el mayor evento televisivo del país. Ahí interpretó Following a bird, canción incluida en su primer álbum The 12th Room (2015). “He combatido contra el prejuicio, por cómo miraban mi enfermedad. Desde pequeño he luchado contra el prejuicio de que un chico pobre no pudiera ser director de orquesta, porque el hijo de un operario tenía que ser operario, como le han dicho a mi padre”, afirmó.
El intérprete y compositor siempre ha defendido la música como herramienta para la lucha, también durante la cuarentena. El pasado 10 de abril en el programa Propaganda Live decía extrañar tocar con los demás y dirigir la Europa Philharmonic Orchestra, fundada por él mismo. Sin embargo, esto no le impedía pensar en el futuro y a la pregunta “¿Cómo estás?” respondió: “Me pregunto más como están los otros, como están mis amigos músicos. Paso más tiempo soñando el mañana. Los músicos necesitan estar en el intercambio, no solo entre los que tocan, sino también con el público, que toca con nosotros con su silencio. Todo lo que veis en las redes y que os entretiene ahora está hecho con la experiencia anterior. Tenemos que hacer todo lo posible para que haya nuevas experiencias. El arte es un servicio socio-cultural y la música es una terapia para la sociedad, un acompañamiento hacia un mundo mejor”.
Babelia
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