El mundo en la ventana
Pejac lanza un reto para el confinamiento que se vuelve viral: un millar de personas de 50 países plasman sus dibujos inspirados en los del artista urbano sobre el cristal
El nombre, arte urbano, deja poco lugar a las dudas. Obviamente, la ciudad es el entorno natural de esta forma de expresión. Pero, en estas semanas en las que no solo han cerrado los museos oficiales, sino que las calles se han vaciado de personas y, por tanto, de público que pueda disfrutar del street art, el hecho de crear bajo techo se ha convertido para Pejac, más que en una forma de rebeldía, en pura “necesidad”. El artista urbano español, que ha pintado murales desde Santander a Tokio, ya había testado esa fórmula antes de que el confinamiento la transformara en obligación. “Venía haciéndolo desde hace años en hoteles, en casas donde he vivido...”, cuenta al teléfono. “Hacer arte urbano en casa es como hacer estiramientos”, se ríe. De esas prácticas surgió la idea de lanzar una iniciativa en redes sociales: una llamada a la participación artística que bautizó con el nombre de Stay Art Home y que ha acabado convertida en un reto viral internacional, con más de mil dibujos inspirados en los suyos plasmados en ventanas de medio centenar de países.
Cargados de ironía, con sentido del juego y de trazos limpios, los diseños de Pejac se caracterizan por su capacidad de transmitir ideas de una manera tan directa como efectiva. Sus obras, que también usan objetos además de pintura (como ladrillos, zapatillas...), se pueden ver en cárceles, aceras, vías de tren muertas, edificios... Ahora, gente de distintos rincones del mundo, desde Irán a la República Checa, han recreado sus propias versiones en miniatura de obras de Pejac sobre sus propias ventanas. “Ante la imposibilidad de salir a trabajar, tuve esa necesidad vital desde el minuto uno”, explica el artista, que prefiere no revelar datos como su edad o su nombre real. “Las ventanas eran el único lugar donde lo podía hacer, así que lo que antes era un ensayo, se convirtió en una necesidad”.
Si pintar en la calle tiene sus ventajas e inconvenientes –frente la libertad que ofrece, pueden surgir numerosos factores imprevistos, como que empiece a llover o que alguien haya pintado sobre el muro... –, lo mismo ocurre cuando se usa una cristalera como lienzo en blanco: “Al trabajar desde casa tienes más tiempo, más seguridad, puedes estudiar la luz, ir a la nevera y tomar algo...”, cuenta el artista, que asegura que su trabajo doméstico es más “pensado y perfeccionista”. “En la calle todo es mucho más azaroso y hay muchos estímulos, mientras que las ventanas confieren a las obras una poesía particular”.
Al lanzar el reto, Pejac comprobó que, lo que era terapéutico para él, también servía de ayuda para el resto del mundo. “En cuanto empecé con la ventana del salón, y luego la de la habitación... me di cuenta de que era algo saludable mentalmente, una liberación que me ayudaba en el confinamiento, así que pensé: ‘¿Por qué no va a ayudar a la sociedad? ¿Por qué solo me va a servir a mí como artista?". A su llamada a remitirle propuestas a través de las redes sociales, enseguida empezaron a responder individuos de todo tipo que no solo tenían ganas, sino también talento. “Han respondido personas que no tienen nada que ver con el arte cuyos trabajos me están pareciendo de mucha calidad, tanto en lo que se refiere a la originalidad como a la técnica. Es para quitarse el sombrero”.
Ahora, al mirar a la calle desde su ventana, hay quien no solo ve el mismo paisaje de todos los días, sino también dragones, niños cogiendo frutos de los árboles que crecen en el jardín, chavales montados en una montaña rusa que rueda sobre una raja en el cristal... “Uno de los primeros en mandar su propuesta fue mi padre, que lo hizo por apoyar la iniciativa”, recuerda Pejac. “Después empecé a recibir muchas más: me ha sorprendido que algunas lleguen de países tan lejanos como Azerbaiyán, Rusia, China, Vietnam, EE UU...”. Pejac comparte esas imágenes a través de sus redes sociales acompañados de música. “Sin el confinamiento nada de esto habría ocurrido, así que por lo menos me quedo con esta lectura positiva de algo tan desastroso”, concluye el artista urbano, que dará por zanjado el proyecto –al menos con este nombre– en cuanto termine definitivamente la cuarentena.
Babelia
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