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Las ‘fake news’ derrotaron a la Armada Invencible

La BBC emite un reportaje admitiendo el mayor bulo de la historia de Inglaterra y cómo el mito de la batalla ha sido utilizado por monarcas, artistas y políticos hasta la actualidad

Representación de la Armada Invencible atribuida al pintor inglés Nicholas Hilliard. En vídeo, el tráiler del programa.
Vicente G. Olaya

Ni Isabel I de Inglaterra arengó a sus tropas desde las riberas del Támesis, en Tilbury, antes de enfrentarse a la Armada Invencible –que ni siquiera se llamaba así– en 1588, ni Drake hundió la flota de Felipe II –apresó un barco que estaba dañado porque había colisionado con otro–, ni el monarca español intentó invadir Gran Bretaña porque odiase a la reina inglesa. Todo es absolutamente falso como ha reconocido hace unos días la serie televisiva de la BBC Royal History’s Biggest Fibs (Los mayores bulos de la historia real), presentado por la historiadora y periodista Lucy Worsley. Es más, Inglaterra intentó un contraataque un año después –la llamada Contra Armada, mayor que la Invencible– y terminó en un absoluto fracaso: más de 20.000 bajas, tres cuartas partes del contingente militar. Pero lo ocultaron.

El año pasado el historiador Luis Gorrochategui –autor del libro Contra Armada. La mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra, publicado por el Ministerio de Defensa y en inglés por Bloomsbury– defendió en el primer congreso internacional La Armada Española de 1588 y la Contra Armada Inglesa de 1589 que la reina de Inglaterra había perdido su particular guerra contra Felipe II. Afirmó que toda la versión oficial inglesa era completamente falsa. De proa a popa. Y que, además, se ocultaba que la Contra Armada británica fue un desastre absoluto con miles de muertos en mar y tierra. La BBC, a raíz de esa polémica, encargó el reportaje que forma parte de una miniserie de tres capítulos sobre falsedades históricas. Su conclusión es que el relato oficial de lo ocurrido con la Armada Invencible fue “un poderoso legado que fue manipulado por monarcas, artistas y políticos [británicos] durante siglos”.

Worsley recuerda que la “derrota de la armada española es a menudo tomada como la coronación del mayor logro de la Isabel I, un momento dorado que define la historia de Inglaterra, un momento que convirtió a sir Francis Drake y a la reina virgen en iconos del principio del imperio británico. Pero esta historia está llena de exageraciones, de distorsiones y de grandísimos bulos”.

Este falso relato comienza cuando la reina y Drake jugaban a los bolos en Plymouth y fueron avisados de la llegada de los 130 barcos españoles. Drake, según la leyenda, se giró hacia Lord Howard, comandante de la armada británica, y afirmó: “Nos queda tiempo para acabar la partida y golpear a los españoles”. Sin embargo, explica Worsley, “es una auténtica fabulación”. A pesar de ello, este relato entró en los libros de historia 150 años después.

La historia de la Armada española, sostiene el documental, “fue manipulada desde el principio”. Se plasmó como una “batalla personal” entre dos enemigos, Felipe e Isabel. “Se ha descrito como si Felipe II odiase a Isabel, pero olvidando que fue durante cuatro años rey de Inglaterra, y que la auténtica rival de Isabel era María, su medio hermana, la católica reina de Escocia”.

En 1558, cuando Isabel llegó al trono devolvió el reino a la fe protestante, pero la Corte estaba dividida. “El Papa entonces pidió a Felipe II que declarase la guerra a Inglaterra, pero este lo rechazó, hasta que Drake comenzó a asaltar puertos y ciudades españolas” sin una declaración de guerra. "Isabel, además, envió 6.000 soldados para respaldar la revuelta protestante en los Países Bajos, lo que significaba apoyar a los que se habían rebelado contra España. “Isabel provocó la reacción española”, señala la historiadora.

A finales de julio de 1588, la Armada llegó a las costas inglesas. “Básicamente se difundió que se trataba de un enfrentamiento entre Goliat y un pequeño perro valiente que quería evitar que se llenasen de sangre las calles de Londres”. Pero ni siquiera fue la flota más grande enviada contra Inglaterra. “Fue mayor la de los normandos en 1066 y la de los franceses de 1545. La flota española tenía problemas de suministro y de enfermedades, por lo que su comandante, el duque de Medina Sidonia, le pidió al rey retrasar la partida [desde A Coruña], pero Felipe II se lo negó”.

Gracias al temporal desatado durante la batalla, que hacía colisionar a los barcos españoles, Drake consiguió capturar uno, el Rosario. “Fue el cantautor Thomas Deloney quien puso letra a las canciones que magnificaban la captura”, afirma en el reportaje Christopher Marsh, de la Universidad Queen Elisabeth de Belfast. “Sí, fue una fake news, pero está basada en hechos reales. Se magnificó el poder de la Armada española ante un pequeño perrito, y no se dice que el Rosario había chocado con otro barco español”. Aun así, en la versión oficial inglesa, los británicos atacan a los españoles, hunden sus barcos y estos, aterrados o dispersados por los vientos, parten hacia Escocia e Irlanda mientras la reina lanza un discurso a sus tropas desde las costas de Tilbury. “Pero este famoso discurso está lleno de agujeros temporales. Cuando lo pronunció [si es que lo hizo], la batalla ya habría acabado y la armada española ya se había marchado”.

Fue un poeta llamado James Aske, autor del poema Isabel triunfante, el que sitúa a Isabel en Tilbury antes de la batalla. Sin embargo, el bardo no hace referencia alguna al supuesto discurso, sino que este aparece por primera vez 35 años después. Lo escribió un capellán que había estado en Tilbury. “A pesar de ello, el discurso de la reina entró en la historia –'Yo puedo tener el cuerpo de una débil y endeble mujer, pero tengo el corazón y el estómago de un rey'– y se ha repetido en discursos y hasta en anuncios de apoyo, por ejemplo, a la selección femenina inglesa de fútbol”. La Armada española, en realidad, perdió 22 barcos y la mayoría fue por el temporal. “Pero este hecho fortuito también fue aprovechado por los ingleses para explicar que Dios estaba de su lado, del lado protestante”, señala en el reportaje.

“El término Armada Invencible fue inventado, además, por los ingleses, los españoles jamás lo utilizaron, aun así se imprimieron numerosos panfletos señalando que Felipe II la denominaba de esa manera. Los soldados ingleses que participaron en la batalla nunca fueron recompensados y se amenazó con la cárcel a quien reclamase la paga. La mitad de los hombres que lucharon contra los españoles murieron de enfermedades o de hambre”, dice Worsley, que recalca que la realidad es que España siguió dominando los mares otros 50 años.

La “victoria" se ha utilizado como aglutinante nacional en momentos de crisis políticas o militares. En 1592, Lord Howard Effigham encargó unos grandes tapices para conmemorarla. Los colocó en su casa para representar la “victoria a gran escala [cada uno media 36 metros cuadrados]”. En 1616, se los vendió al rey Jaime y este los colgó en Westminster, con lo que ya formaron parte “de la mitología inglesa”. Siglos después, en época de la reina Victoria –con el imperio en su auge– se levantaron numerosas estatuas en recuerdo de Drake e Isabel por todo el país. Winston Churchill y Margaret Thatcher también redactaron discursos patrióticos utilizando el mismo falso recurso.

La historia, no obstante, no acaba ahí. Isabel envío en 1589 180 naves –50 más que la Invencible– contra las costas españolas. El desastre fue absoluto. Más de 20.000 muertos y heridos de los 27.667 que componían la expedición. Pero hoy los ingleses han olvidado esta historia. "Por eso, la Armada Invencible permanece inspirando un mito nacional que tranquiliza en tiempos de crisis”, continúa la historiadora, y el “drama nos da confianza para creer en nosotros mismos”. “¿Nuestra propaganda fue mejor?”, pregunta Worsley a Gorrochategui en el reportaje. A lo que este responde: “Yes, absolutely”.


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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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